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Miguel Álvarez-Peralta, profesor del Máster en Periodismo Científico (UNED)

“Pensar en la crisis como un ‘terremoto económico’ nos hace verla fuera de nuestro control”

El uso de toda palabra esconde una intención. En el caso de la crisis financiera, el discurso empleado por los medios influye en la visión que tiene la población sobre el desastre económico. Miguel Álvarez-Peralta, profesor del Master en Periodismo Científico de la UNED, ha realizado un análisis semiótico del discurso con el que el diario El País trató ‘la quincena negra’ de la crisis.

Miguel Álvarez-Peralta, investigador principal de este proyecto.
Miguel Álvarez-Peralta, investigador principal de este proyecto.

¿A qué fecha exacta se refiere cuando habla de ’quincena negra’?

Éste es el término con el que se denominó a posteriori la segunda quincena de septiembre del año 2008, tras la caída de la Lehman Brohters, cuando irrumpen en la escena mediática los planes de rescate de la banca privada con fondos públicos. En aquella quincena la crisis dejó de ser una posibilidad vaticinada por un creciente número de investigadores, políticos y periodistas, y se convirtió en una realidad mediática amenazante y omnipresente.

¿Por qué cree que la metáfora del desastre natural desvía la atención respecto de la responsabilidad asociada a la crisis?

Si nos acostumbramos a pensar la crisis como si se tratase de un terremoto económico, un tsunami en las bolsas, o una tormenta financiera, que fueron algunos de los términos más utilizados, terminaremos naturalizando el hecho de que la economía, como el clima, no está bajo nuestro control, que no puede exigirse una administración democrática de la misma que ponga los mercados al servicio de las personas. Esta cosmovisión fomenta una inconsciente creencia casi religiosa en una especie de ‘Diosa Economía’ que castiga los pecados de los humanos imprudentes, y que exige la ejecución de sacrificios en forma de recortes del gasto social para aplacar a sus mercados.

¿A qué nos enfrentamos según esta comparación?

El modelo cognitivo con que se representa públicamente la crisis adquiere así tintes de tragedia clásica, de mítico enfrentamiento contra las fuerzas ciegas de la naturaleza, cuando en realidad lo que denuncian no pocos economistas es que la crisis es el producto de las políticas desreguladoras de las últimas décadas defendidas e implementadas por políticos con nombres y apellidos, y por entidades concretas cuya acción debería ser públicamente conocida y revisada.

Y en el caso de la metáfora biomédica, ¿ocurre lo mismo?

Algo muy parecido, porque equipara la crisis a la sensacionalista imagen de un virus que se extiende con la rapidez de una pandemia, provocando "una sangría en los mercados", y propone como solución la "inyección de liquidez" o la "absorción de elementos tóxicos" para "frenar la hemorragia financiera". Toda esta terminología médica deriva en una aproximación sensacionalista al fenómeno, que no forma un marco analítico sino más bien crea una matriz de opinión basada en el miedo y orientada a exigir la rápida intervención en forma de ayudas a la banca, y no, por apuntar otra posibilidad, a las familias que están siendo desahuciadas.

Cuando a las empresas se les dota de ’propiedades mecánicas’, ¿se oculta la responsabilidad de la pirámide empresarial?

Es la que hemos llamado «metáfora del ciborg», otra de las más abundantes en la narración massmediática de esta crisis. Frases como "Lehman Brothers se desploma" o "Los dos mayores bancos financieros se fusionaron", invitan a pensar en las corporaciones como grandes robots antropomorfos dotados de vida propia, estructuras físicas e inteligentes, autónomas y vivas, ante las cuales el consumidor, el trabajador o el ciudadano, nos sentimos pequeñitos, totalmente impotentes. Quedan así invisibilizados los directores generales, accionistas, presidentes que toman las decisiones concretas en función de sus intereses particulares como individuos.

Y si su presencia no se dibuja en los medios, ¿no se les piden responsabilidades?

A menudo son ellos quienes cometen las irresponsabilidades, quienes toman la decisión, de ejecutar despidos masivos o estrategias de alto riesgo, pero su responsabilidad queda desdibujada tras la imagen del gigantesco robot autónomo. Prueba de ello ha sido la ausencia de un debate mediático en torno a los llamados paracaídas dorados, esas jubilaciones multimillonarias que por costumbre se han autoconcedido los altos cargos de las empresas financieras antes de declararlas en quiebra, así como los repartos de suculentos dividendos y los desorbitados incrementos de sueldo a pocos días del hundimiento o la fusión de empresas en apuros, o incluso justo después de la percepción de fondos de rescate.

¿Cuál es el papel entonces de los periodistas que tratan esta información?

Hay que volver a personalizar el periodismo económico y entrar al interior de las empresas para aislar las responsabilidades individuales y visualizar a los actores últimos de la crisis y sus interconexiones. De lo contrario no se entiende el fenómeno en su complejidad y podemos estar condenados a repetirlo.

"Hay que volver a personalizar el periodismo económico"

En una crisis de naturaleza capitalista, ¿cómo pueden atribuirse a ’causas naturales’ los factores que la han desatado?

El caso es que son muy pocos los periodistas económicos que defenderían realmente esa explicación, y sin embargo es la visión que domina absolutamente la visión que los medios dan de la crisis. Sólo que nunca se afirma directamente, sino que más bien se insinúa, se deduce a partir de las metáforas empleadas, de los modelos narrativos y de las asociaciones semánticas. Precisamente aquí tiene interés la metodología del Análisis Semiótico del Discurso, que se ha empecinado en tratar de aprehender lo dicho sin decir, lo no dicho, lo implícito, lo sugerido, lo insinuado.

¿Y qué hay de los superhéroes?

En coherencia con la visión mítica de la crisis que antes mencionábamos, los medios han recurrido en ocasiones a las convenciones de un género narrativo de sobra conocido: las aventuras de superhéroes. Esto está muy presente en la forma en que, el diario El País representó la figura del presidente de Estados Unidos cuando informa en titular de portada que "Bush sale al rescate", refiriéndose a la rueda de prensa en que éste expuso su plan de destinar el dinero de los contribuyentes a rescatar bancos privados. De acuerdo a los esquemas narrativos empleados, Bush fue presentado así como superhéroe salvador, único actor capaz de intervenir ante tamaño desastre, y su acción, por tanto, está al margen de todo juicio, no hay otra solución imaginable.

¿Este superhéroe no tiene a nadie por encima?

Efectivamente. Por poner un ejemplo, no hace falta que nadie encargue a Superman que salve a la humanidad de la amenaza de un supervillano, ni tampoco se espera un reconocimiento por su labor, él lo hace simplemente porque comprende la responsabilidad histórica que sus superpoderes le otorgan. Algo parecido ocurre en esta visión de la crisis en que Bush actuó sin que se lo encargara la ciudadanía estadounidense, incluso en contra de la opinión ciudadana que era mayoritariamente contraria a los rescates, pero su acción se relató como salvadora de la nación norteamericana en su conjunto y por extensión, del mundo entero.

Otra de las conclusiones de su artículo es que El País abogaba con vehemencia por el rescate con fondos públicos a bancos privados debido a la deuda que tenía contraída en esos momentos el Grupo Prisa.

La independencia de El País se ha visto cada vez más reducida, como la de los demás medios de masas, según estos se ven obligados a adoptar estrategias de riesgo para competir unos con otros, endeudándose fuertemente para poder expandirse. Esta deuda les ha vuelto fuertemente dependientes de la banca privada y de las grandes empresas que pagan por anunciarse en sus páginas, que a su vez dependen igualmente del crédito bancario. Por tanto, la banca privada habría podido hundir el periódico en cualquier momento con solo exigir el pago de esta deuda, pero la banca prefiere ganar influencia sobre los medios de comunicación de masas que hundirlos, para incrementar así su capacidad de incidencia política y social en la esfera pública.

¿Ha pensado realizar este análisis en otros medios para poder comparar los datos?

Las ideologías se comportan como las gafas: nos permiten mirar la realidad a condición de no ser vistas ellas mismas. Entendemos el mundo a través de discursos ideológicos sin percibir esta dimensión ideológica de nuestra cosmovisión, por eso el contraste con otros discursos referentes a otras ideologías es imprescindible, para revelar la presencia de esas gafas que tiñen nuestra visión del mundo. En ese sentido, nuestra investigación continúa con la ampliación del periodo analizado para abarcar hasta el año 2011 y con la inclusión no sólo de otros diarios, quizá internacionales, sino además, de otros medios como pueda ser la televisión o las redes sociales. La idea es construir una tipología de discursos de crisis lo más rica posible para encontrar similitudes y contrastes.

Referencia bibliográfica:

Miguel Álvarez-Peralta. “Aplicación de técnicas de Análisis Cuantitativo de Contenido, Economía Política de la Comunicación y Análisis Semiótico del Discurso al estudio de la comunicación periodística en torno a la actual crisis económica”. Congreso de Asociación Española de Investigadores en Comunicación, Tarragona, 2011.

Fuente: divulgaUNED
Derechos: Creative Commons

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