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Descubren estructuras neandertales en una cueva subterránea de Francia

Un grupo internacional de investigadores descubre en las profundidades de la cueva francesa de Bruniquel hasta 400 estalagmitas colocadas de forma intencionada en un círculo por los neandertales hace unos 176.000 años. Junto a esta composición, se hallaron restos de fuego que prueban que estos homínidos dominaban la técnica antes de la llegada del hombre moderno hace 40.000 años. Sin embargo, aún se desconoce el uso que los neandertales le dieron a estas enigmáticas estructuras.

La composición circular de 400 estalagmitas es la más grande hasta la fecha y tiene más de 176.000 años. / Etienne FABRE y SSAC

Antes de la llegada del Homo sapiens a Europa, los neandertales exploraban el viejo continente en busca de cuevas en las que protegerse del clima y de depredadores como los osos. Uno de estos lugares es la caverna de Bruniquel –al sureste de Francia– en la que, desde 1990, se han encontrado numerosos huesos y marcas del paso de estos homínidos.

Los expertos calculan que esta composición tiene unos 176.000 años, periodo que corresponde con la presencia de los primeros neandertales en Europa

Uno de esos hallazgos es descrito ahora en la revista Nature. A 336 metros de profundidad, los investigadores hallaron hasta 400 estalagmitas cortadas y acumuladas en cuatro anillos, y en torno a las cuales se han detectado restos de fuego. Para el equipo esto no parecía una casualidad.

Al datar su antigüedad, los expertos calculan que esta composición tiene unos 176.000 años, periodo que corresponde con la presencia de los primeros neandertales (Homo neanderthalensis) en Europa, y unos 140.000 años antes de la llegada del hombre moderno al continente.

"Hemos realizado cerca de 15 dataciones y todas apuntan a 175.000-176.000 años de antigüedad, y esto se debe a la calcita que recubre estas estructuras, que es un material muy antiguo. Pero en Europa, en esas fechas, solo vivía una especie del género Homo, los neandertales. Solo pueden haberlo hecho ellos", explica a Sinc Jacques Jaubert, coautor del trabajo y profesor de Prehistoria en la Universidad de Burdeos en Francia.

Recomposición en 3D de la composición de estalagmitas. En todos los anillos se han hallado restos de fuego sin poder determinar su función. / Xavier MUTH - Get in Situ, Archéotransfert, Archéovision -SHS-3D, base photographique Pascal Mora

Estas estructuras, denominadas “espeleofacts” por los científicos, acumulan un peso total de 2,2 toneladas y 112 metros de extensión. Los neandertales las alinearon en cuatro filas de círculos y las apilaron, después de arrancarlas de la pared de la cueva.

La realización de los anillos se planificó cuidadosamente, aseguran los investigadores, porque emplearon estalagmitas de tamaño similar. Para evitar derrumbes, apuntalaron las figuras. Además, en la zona han aparecido rastros de elementos para la construcción y rastros en las paredes de las que extrajeron las estalagmitas.

Además, el equipo realizó una fotogrametría 3D y una prospección arqueo-magnética para identificar las zonas calentadas y los focos hallados. "estos análisis físicos confirmaron la presencia de material calentado", observa el investigador francés.

Los primeros usos del fuego de los neandertales

Este descubrimiento asombra a los investigadores ya que no solo es la evidencia más antigua de la capacidad constructora de los neandertales, sino también la de su control del fuego antes de la llegada del Homo sapiens a Europa. "Los neandertales circularon en las profundidades de las cuevas, han superado obstáculos como la oscuridad, y el miedo a lo desconocido gracias al alumbramiento con el fuego", señala Jaubert.

El equipo sugiere que podría tener fines rituales, pero no descartan que los neandertales utilizasen este espacio para almacenar agua

Pero el significado y función de esta composición es un misterio. "No se va a más de 300 metros bajo tierra por placer", exclama el científico francés. Al ubicarse en la profundidad de la cueva, donde apenas llega la luz, el equipo sugiere que podría tener fines rituales, pero no descarta que los neandertales utilizasen este espacio para almacenar el agua que se filtraba por las paredes.

Los científicos barajan varias hipótesis, aunque para ellos es la cuestión más complicada de resolver: "Pudo ser por razones económicas (poco probable), técnicas (préstamo de material, pero ¿cuál?), de almacenaje (pero ¿de qué aparte del agua?), o un refugio (pero ¿por qué tan lejos?)", se cuestiona Jaubert, para quien aún quedan muchas preguntas que responder.

En la oscuridad de la gruta, los homínidos necesitaban iluminar el camino para romper las estalagmitas y transportarlas. El análisis del terreno revela marcas de calor a partir de las que el equipo trazó un mapa de los puntos de luz simple.

Las espeofacts son estalagmitas que se han cortado de la pared para colocarlas a propósito por los neandertales. / Michel Soulier y SSAC

En estudios anteriores, ya se habían encontrado vestigios de las dotes artísticas de los neandertales, pero la composición de estalagmitas de la cueva de Bruniquel es única por su antigüedad y ubicación. "Las primeras incursiones bajo tierra estaban ligadas al arte, como en el caso de la cueva de Chauvet hace 36.000 años. Pero este no es el caso en Bruniquel", destaca el experto.

Hasta ahora, la comunidad científica no tenía constancia de que los primeros neandertales pudiesen explorar el espacio subterráneo y mucho menos que tuviesen un sistema de iluminación tan sofisticado como para edificar en el interior de las cuevas. "Tenían un objetivo, organización, reflexión e ingenio técnico de construcción. Pero para este periodo, este tipo de estructuras es excepcional por no decir único", asevera el científico.

Los científicos consideran que el hombre neandertal vivía en una organización social compleja y sutil y anuncian nuevos análisis para esclarecer el sentido de estas misteriosas estructuras.

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Referencia bibliográfica:

Jacques Jaubert, Sophie Verheyden, Dominique Genty et al. “Early Neanderthal constructions deep in Bruniquel Cave in southwestern France”. Nature. 25 de mayo del 2016. Doi: 10.1038/nature18291

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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