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La Cordillera Cantábrica posee 20 especies vegetales endémicas en peligro de extinción

Los montes de la Cordillera Cantábrica que comparten las comunidades autónomas de Asturias, Cantabria y Castilla y León albergan entre 3.000 y 3.500 especies o subespecies de plantas vasculares, esto es, aquéllas que tienen tallo (desde una margarita a un roble). Así lo estima una tesis doctoral titulada "Biología de la conservación de plantas vasculares en la Cordillera Cantábrica", de Borja Jiménez-Alfaro. De ellas, 135 plantas son endémicas, lo que sitúa la biodiversidad de la zona en parámetros similares a los Alpes o los Pirineos. Sin embargo, esta variabilidad vegetal es vulnerable. El experto considera que 20 están en amenaza de extinción. En la actualidad se preservan la mitad en el Banco de Germoplasma del Principado de Asturias.

La mitad de las semillas están conservadas en el banco de germoplasma de Asturias. En la imagen, flor de la Estrella de los Pirineos (Aster pyrenaeus).

El autor de la tesis doctoral en la Universidad de Oviedo considera que hay tres tipos de especies diferentes amenazadas en esta zona geográfica: la flora boreoalpina en las cumbres, las de las zonas húmedas y las plantas de ámbito de los bosques. En el primer caso, la amenaza es natural o causada por los cambios climáticos. "La rareza de estas especies las hacen vulnerables a cualquier cambio", indica el investigador. En el segundo y tercer caso, son las actividades humanas en el territorio, como el drenaje de zonas húmedas o el pastoreo, las que inciden negativamente en el hábitat.

La mayor parte de las especies endémicas y amenazadas son comunes y compartidas a una vertiente y otra del sistema montañoso. Aunque se producen diferencias en la diversidad vegetal (en el norte hay más hayedos, en el sur, al ser más soleado, es más fácil encontrar robledales), la Cordillera Cantábrica presenta una gran homogeneidad de especies. Así ocurre, por ejemplo, con la centaura de Somiedo (Centaurium somedanum), que se encuentra en la comarca de Babia o en Somiedo (Asturias) o el Aster pyrenaeus, un taxón sólo localizado en el punto en el que convergen Castilla y León, Asturias y Cantabria y en el Pirineo francés.

Conservación de semillas

El experto, que forma parte del equipo científico del Jardín Botánico Atlántico de Gijón, expone que la conservación de semillas para la preservación de la biodiversidad se enfrenta a dos problemas: "Hay un porcentaje de flora que no tienen semillas que se puedan conservar con los métodos tradicionales y la conservación de semillas necesita de una carta de identidad que en algunos casos no es posible completar".

En el primer caso, ese porcentaje se eleva al 5 por ciento. "Se trata de semillas como las bellotas de los robles o las castañas que no se pueden conservar en condiciones de baja temperatura y humedad, porque se estropearían", ejemplifica. Los parámetros habituales sitúan estas medidas de conservación en -18ºC y en el 5% de humedad relativa. Para ellas se necesitarían alternativas como la criopreservación, con nitrógeno líquido, o el uso de embriones de semillas, congelados a -196ºC. Estos porcentajes ascienden a casi la mitad de las especies vegetales en el caso de las originarias de zonas tropicales.

El segundo problema incide en la viabilidad de la recogida y el tiempo en el que se mantienen con vida las especies a proteger. Los objetivos de las reserva pueden ser diversos, como que se trate de especies protegidas, el uso medicinal futuro que se pueda extraer de ellas o el modo de conservación (en vivero, o in vitro...). Precisamente ésta es la cuestión por la que no se ha podido conservar el total de las veinte especies amenazadas de la Cordillera Cantábrica.

Una pequeña muestra de todo esto se ofrece en la exposición Semillas de los bosques del futuro, que podrá ser visitada hasta el 18 de diciembre en el vestíbulo de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de León.

Fuente: DiCYT
Derechos: Creative Commons
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