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Las formas del arte abstracto reputado “encajan” con los mecanismos neuronales humanos

Las obras de arte abstracto famosas alcanzan popularidad por recurrir a formas que “encajan” con los mecanismos neuronales del cerebro vinculados a la información visual.

El caracol, de Matisse.

Los seres humanos emiten juicios estéticos sobre figuras y formas con facilidad y rapidez, prefiriendo ciertas formas a otras, incluso en ausencia de argumento. El Doctor Richard Latto, del Departamento de Psicología de la Universidad de Liverpool, ha descubierto que estas formas están en consonancia con las propiedades de procesado del sistema visual humano, el encargado de analizar lo que un individuo ve.

Así lo explica Latto: “Los seres humanos heredamos un sistema visual por vía genética. Este sistema proporciona información muy selectiva sobre nuestro entorno, habiendo evolucionado para facilitarnos sólo aquella información que necesitamos para sobrevivir; por ejemplo, no podemos ver la mayoría de la radiación electromagnética ni seguir el movimiento de las patas de un caballo al galope”.

“Por supuesto, nuestros sistemas visuales pueden estar influidos por factores sociales, como la moda o el número de imágenes abstractas a las que nos exponemos, pero la evolución nos ha dado algunas respuestas genéticamente determinadas a ciertas figuras y formas”, añade. En obras de arte abstracto populares, como El Caracol de Matisse, la Composición con Rojo, Azul y Amarillo de Mondrian, “el artista comienza con un lienzo en blanco y organiza las formas y colores de una manera que le resulta estéticamente agradable, utilizando su propio cerebro para controlar el efecto”, asevera.

Latto señala: “Nos gusta mirar el cuerpo humano o partes del mismo como el rostro y las manos, representaciones estilizadas como figuras de palos y formas orgánicas como las que incorporan las obras de Salvador Dalí y Francis Bacon. Algunos paisajes, y las líneas horizontales y verticales, también son populares porque ‘encajan’ con nuestros sistemas visuales, que han sido afinados por la evolución y la experiencia para responder en particular a estos estímulos que tienen importancia biológica y social”.

“Sabemos que las neuronas del cerebro deben mantenerse activas para crecer y desarrollarse, por lo que es importante estimular el sistema visual y, a veces, llevarlo al límite para que pueda funcionar eficazmente. Al igual que con otros comportamientos de adaptación, hemos desarrollado un mecanismo para fomentarlo: nos concedemos la gratificación de sentirnos a gusto. Tal vez nos gusta mirar rostros, paisajes y las composiciones de Mondrian porque es bueno para nosotros y para nuestros cerebros”.

Añade el Dr. Latto: “A través de la observación o vía ensayo y error, los artistas han ido identificando esta estética primitiva –figuras y formas críticas– y han definido indirectamente la naturaleza de nuestros procesos visuales. En la pintura abstracta pura, al igual que en la música, la forma es todo cuanto tenemos. Las obras populares han demostrado que, en definitiva, nos gusta mirar aquello que se nos da bien ver”.

Fuente: Universidad de Liverpool
Derechos: Creative Commons

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