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REPORTAJE

La cordillera cantábrica dirige su mirada hacia el cambio global

Acaba de nacer. El Instituto Cantábrico de Biodiversidad y Ecología (ICABE) responde a la demanda social de conservación del medio natural y la biodiversidad. Su labor incluye la investigación orientada a la gestión de especies amenazadas, caza y superpoblaciones; y la elaboración de estudios para proteger la biodiversidad. Se trata de un centro de investigación que afrontará los problemas más acuciantes de los ecosistemas cantábricos.

Urogallo. Foto cedida por FAPAS/ Jose Mª Fernández Díaz-Formentí

“El ICABE es la respuesta a una necesidad estructural de nuestro ámbito geográfico, porque en la España Atlántica no existía ningún recurso de este tipo. Por eso, Asturias liderará la investigación científica en el manejo de los recursos naturales renovables en el Noroeste Peninsular”. Así resume José Ramón Obeso, Catedrático de Ecología de la Universidad de Oviedo, el relieve que tendrá el Instituto Cantábrico de Biodiversidad y Ecología. Según Obeso, “El grueso de este tipo de centros de investigación se distribuye en la mitad Sur de España pese a que Asturias cuenta con muchísimos recursos naturales, y aproximadamente un tercio de su superficie la ocupan espacios naturales protegidos, que son grandes valores biológicos a conservar”.

El ICABE abordará los principales problemas de los ecosistemas cantábricos a través de la investigación relativa al tratamiento de especies amenazadas como el urogallo, el oso pardo y los salmónidos; a la gestión de la caza y las superpoblaciones de especies como el jabalí o los cérvidos (que pueden reproducir alteraciones en los ecosistemas); o el estudio de la genética de poblaciones enfocado a la protección de la biodiversidad.

Observatorio de los efectos del cambio climático

Completa las funciones del ICABE un observatorio de cambio global y climático integrado en la red de observatorios que ha creado el CSIC. Su función será estudiar los efectos del cambio global sobre la biodiversidad de los ecosistemas de la Cordillera Cantábrica, la actividad humana y la calidad de vida. Según Obeso, el fenómeno es “un problema inminente que se hará sentir en las próximas décadas, y para afrontarlo es indispensable contar con información científica”.

La montaña asturiana es un lugar clave para observar los efectos del cambio climático en los ecosistemas, porque un aumento de la temperatura empuja a las especies, en general, a ascender a cotas más altas, donde se mantiene la temperatura que antes encontraban en su hábitat. Pero ¿qué ocurre si el hábitat original se encuentra en las zonas más altas? Estas zonas pueden convertirse en el sumidero de la biodiversidad cantábrica. En palabras de Obeso, “existen previsiones de extinciones debido al cambio climático, sobre todo en zonas de montaña”.

El catedrático ofrece un ejemplo simplificado de las alteraciones que puede producir el calentamiento global sobre la biodiversidad en Asturias: si los inviernos son más cálidos, hay menos nieve, por lo que los herbívoros pueden encontrar más alimento y ver reducida su mortalidad invernal. Por lo tanto, se produciría un aumento en las poblaciones de ciervos y ungulados, que tendría como resultado una mayor agresión a la flora.

Efecto dinamizador

La influencia del ICABE alcanzará de manera especial al Occidente asturiano, puesto que contará, además de la de Oviedo, con otra sede en Somiedo tras la rehabilitación de la estación de campo. Herminio Sastre, Viceconsejero de Ciencia y Tecnología, asegura: “Esta sede responde al compromiso adquirido por el Principado para que los investigadores puedan utilizar este equipamiento”.

En cuanto al potencial de la estación una vez rehabilitada, según Obeso, “supondrá una importante promoción para la zona, que recibirá investigadores nacionales e internacionales y Somiedo tendrá reflejo en publicaciones científicas”.

El proyecto, fruto del acuerdo firmado el 19 de noviembre de 2007 entre el Gobierno del Principado, la Universidad de Oviedo y el CSIC, “ha recibido el apoyo constante del Gobierno del Principado, a través de las Viceconsejerías de Medio Ambiente y de Ciencia y Tecnología; así como del Equipo de Gobierno de la Universidad de Oviedo, y en particular del Vicerrectorado de Investigación”, afirma Obeso. El Gobierno del Principado contribuirá con la financiación del ICABE, mientras que el CSIC construirá la sede de Oviedo (un nuevo edificio que albergará el Campus de El Cristo) y la Universidad de Oviedo aportará terreno e investigadores.

El Instituto, que se ubica provisionalmente en el Departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo, ya cuenta con personal: Paola Laiolo y María José Bañuelos han sido las primeras investigadoras en incorporarse, la primera como Científica Titular del CSIC y la segunda como investigadora contratada por el Principado, a través de la FICYT. Se estima que el Instituto plenamente desarrollado dará trabajo a unas cincuenta personas entre investigadores, personal de servicio y personal de la Administración.

El ICABE se organizará mediante una estructura basada en dos departamentos: Ecología y Biología de Poblaciones; y Biodiversidad y Evolución, y a cada uno de ellos estarán adscritos distintos grupos de investigación.


En primavera estarán listas las dos principales herramientas que organizarán el trabajo: el Proyecto Científico y el Plan Estratégico. El primero señala los objetivos científicos y las necesidades de crecimiento del ICABE al establecer las materias prioritarias de investigación; y el segundo fija un calendario de trabajo y de consecución de objetivos.

Fuente: FICYT
Derechos: Creative Commons
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