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Tecnología española a alta velocidad

El Talgo II se inaugura el 2 de marzo de 1950. /Wearbeard

El tren Talgo II alcanzó los 120 kilómetros por hora en su primer viaje, de Madrid a Valladolid, el 2 de marzo de 1950. Alejandro Goicoechea, el ingeniero vasco responsable de la idea, declaró que la velocidad que la máquina había alcanzado era "insospechada para la época". Antes, durante las pruebas previas, había llegado incluso a los 132 kilómetros por hora.

Este ingeniero, junto al empresario de Bilbao José María de Oriol, amante del transporte ferroviario, prestaron sus apellidos a la empresa TALGO (Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol), que crearon en los años 40.

Sin embargo, la primera linea que operó de manera regular, tendría que esperar cuatro meses, hasta el 14 de julio. Esta línea unía Madrid y Hendaya en seis horas y media y tenía una frecuencia de cuatro trenes semanales.

Aunque el ingenio era español, en España no se contaba con la tecnología necesaria por lo que la máquina tuvo que ser fabricada en Estados Unidos. El nuevo tren era confortable, ligero, rápido y estable debido a su bajo centro de gravedad, su construcción de aluminio y su novedosa estructura articulada.

En los años siguientes se fueron incorporando mejoras al diseño y llegaron sus hermanos pequeños: el Talgo III, el pendular, el 350 o el Talgo XXI. Estos trenes, cada vez más rápidos –algunos, como el AVE, pueden circular a 350 kilómetros por hora–, empezaron a importarse por todo el mundo. Actualmente hay talgos circulando por países como Estados Unidos, Alemania o Kazajstán.

Tras 21 años de servicio el Talgo II se retira del servicio en 1972, tras su último viaje, de Palencia a Madrid. Parte de las dos ramas junto a sus locomotoras titulares se conservan en los Museos de Ferrocarril de Madrid Delicias y de Vilanova i la Geltrú (Barcelona).

Fuente: Werbeard
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