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Minerales que imitan las formas de la vida

Crecimiento helicoidal de un biomorfo de sílice

Una investigación con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha explicado por primera vez el proceso de formación de unos materiales cristalinos llamados biomorfos de sílice que, a pesar de estar fabricados con minerales inorgánicos, imitan las formas redondas y suaves de la vida: espirales, cardioides, glóbulos, filamentos septados… El estudio, publicado en el último número de la revista Science, permitirá conocer mejor el proceso de formación de las estructuras biominerales (huesos, conchas, dientes...) Además, demuestra que las formas curvadas y complejas no son exclusivas de la biología, por lo que la morfología no puede usarse como criterio concluyente para la búsqueda de vida primitiva.

Hasta hace poco superficies suaves y curvas eran sinónimos de actividad biológica”, explica Juan Manuel García Ruiz, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (centro mixto del CSIC y la Universidad de Granada). “En este trabajo insistimos en la idea, ya presente en nuestros anteriores artículos, de que no existe una diferencia entre la simetría del mundo inorgánico y la simetría del mundo de la vida, una noción que nos han inculcado desde los clásicos griegos”, continúa el investigador, uno de los dos firmantes españoles del artículo junto con Emilio Melero García, también del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra.

Esto implica que las formas suaves y redondas no son necesariamente sinónimo de vida, por lo que "dada la similitud entre estas estructuras y los organismos más primitivos, ni la morfología ni la composición química pueden ser usados como criterio fiable para el estudio de la vida primitiva en la Tierra”.

Formación de biominerales

El trabajo aporta también importantes claves para entender los procesos de biomineralización, que permiten a los seres vivos crear un enorme número de estructuras y tejidos funcionales a partir de minerales cristalinos, como los huesos, los dientes, las conchas de los moluscos, las espinas de los erizos de mar, las paredes de los corales o los exoesqueletos de los insectos.

A pesar de que los seres vivos llevan 600 millones de años usando minerales cristalinos para crear estas estructuras, cómo lo hacen es aún un misterio. En la naturaleza, estos minerales –principalmente carbonatos, fosfatos y sulfatos de calcio, estroncio y bario- adoptan formas totalmente diferentes, generalmente cristales sólidos y planos con aristas y caras muy bien definidas, nunca formas curvas o complejas.

Por eso los biomorfos de sílice constituyen “valiosísimos” modelos de laboratorio para avanzar en la comprensión de los procesos de mineralización. “Puesto que, a día de hoy, no sabemos cómo un caracol es capaz de crear su concha o cómo nosotros creamos nuestros huesos, es importante comprender cómo estos materiales de laboratorio son capaces de generar formas complejas y bellas con curvatura continua”, concluye García Ruiz.

Fuente: CSIC
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