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Batalla ganada al mosquito tigre

La combinación de tres medidas complementarias para erradicar el mosquito tigre –evitar el agua estancada, utilizar insecticidas para eliminar larvas y adultos, y limpiar los terrenos de basura– reduce su presencia a la mitad, según muestra por primera vez un estudio coordinado por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Hembra de mosquito tigre (Aedes albopictus). Imagen: CDC

Un estudio experimental llevado a cabo en Sant Cugat del Vallès y Rubí, coordinado por científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ha evaluado la eficiencia de un conjunto de estrategias complementarias en la reducción de la población de mosquito tigre (Aedes albopictus), iniciadas en febrero de 2008. La investigación está basada en el recuento de huevos en pequeñas trampas experimentales y los investigadores han observado por primera vez como su número ha disminuido al aplicar las medidas.

Las estrategias incluían, en primer lugar, un programa de visitas de un equipo de informadores a las viviendas de las áreas afectadas, para explicar medidas de prevención y evitar que se acumulara agua estancada en los recipientes domésticos de los jardines y patios. En segundo lugar, el tratamiento con insecticidas en los sumideros, depósitos de agua y alcantarillado, para eliminar las larvas, y en la vegetación de los parques y jardines, para eliminar insectos adultos. Por último, la limpieza de basura y escombros en los terrenos que pudieran favorecer la proliferación de los mosquitos.

Durante el programa de visitas, los investigadores han inspeccionado más de 3.000 casas y han entrevistado a casi 700 personas. Para demostrar la efectividad de las actuaciones para hacer frente al mosquito tigre, se ha hecho recuento de los huevos depositados por las hembras en unas sencillas trampas consistentes en trozos de madera en el interior de pequeños vasos de agua. Estas trampas reproducen las condiciones de los troncos de árboles donde el mosquito se reproducía originalmente en las selvas asiáticas.

El estudio, publicado en Transactions of the Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene, ha demostrado por primera vez en Europa, como el número de huevos encontrados han sido significativamente inferior en las áreas de intervención respecto de las áreas control donde no se había llevado a cabo ninguna medida de erradicación. En concreto, el número de huevos de las zonas donde se han aplicado las medidas se ha reducido a la mitad respecto a las otras áreas.

Originaria de los bosques asiáticos, Aedes albopictus se detectó por primera vez en España en Sant Cugat del Vallès durante el verano de 2004, y desde allí inició una rápida expansión en el resto de municipios catalanes. Actualmente afecta a 119 municipios y, potencialmente, a unos 5 millones de personas de toda Cataluña.

Vector de enfermedades tropicales

Aunque las molestias que ocasiona el mosquito justifican los esfuerzos para eliminarlo, la motivación del estudio ha sido la importancia del insecto como vector de determinadas enfermedades producidas por arbovirus, como el dengue o la fiebre amarilla entre otros. Se trata del primer insecto con capacidad de transmitir estas enfermedades tropicales en Europa y su llegada supuso un cambio de paradigma en nuestro país.

El riesgo de que en Europa se transmitan estas enfermedades se consideró inicialmente bajo, pero posible. En el verano de 2007 Italia experimentó un brote epidémico de fiebre Chikungunya con 200 afectados debido al mosquito tigre y posteriormente ha habido casos esporádicos de dengue en Francia. De esta manera, el estudio ofrece un modelo de intervención para el control de este insecto en el área mediterránea que permite afrontar esta amenaza para la salud pública.

En la investigación, coordinada por investigadores del Departamento de Farmacología, Terapéutica y Toxicología de la UAB y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la UAB, también han participado científicos de la Estación Biológica de Doñana, de la Fundación de Investigación Mutua de Terrassa, adscrita a la UB, y del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Fuente: UAB
Derechos: Creative Commons

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