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Javier García Samaniego, de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas

“En España la hepatitis C ya no es un problema epidemiológico por debajo de los 40 años”

El Premio Nobel de Medicina 2020 ha recaído en los descubridores del virus de la hepatitis C. El jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBEREHD) en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, explica que en nuestro país se espera su erradicación en apenas cinco años.

Javier García Samaniego
Javier García Samaniego, jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas. / CIBER 

Los descubridores del virus de la hepatitis C acaban de ganar el premio Nobel de Medicina. ¿Qué supone este galardón?

Es un reconocimiento de justicia, aunque llegue 30 años después de la identificación del agente causal de la hepatitis C (en 1989), que por aquel entonces se llamaba hepatitis ‘no A, no B’. Es gracias a las contribuciones de estos tres investigadores que en la actualidad podemos hablar de eliminación de esta infección.

Porque el virus de la hepatitis C —la primera causa de enfermedad hepática crónica, cirrosis y cáncer de hígado en todo el mundo occidental— es la única infección viral crónica susceptible de ser curada en el ser humano. Aunque afecta a decenas de millones de personas en el mundo, hoy estamos cerca de acabar con este problema de salud pública.

“El virus de la hepatitis C es la única infección viral crónica susceptible de ser curada en el ser humano. Aunque afecta a decenas de millones de personas en el mundo, hoy estamos cerca de acabar con este problema de salud pública”

¿Para cuándo se espera la erradicación total de la enfermedad?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo prevé en 2030, aunque hay países que lo van a conseguir antes de esa fecha, como España. Para nuestro país hay modelos que sugieren que podemos alcanzarla en 2024-2025.

Pero si ahora estamos cerca de la eliminación —con lo difícil que es esto en una enfermedad viral crónica— es porque gracias a la identificación del virus y al conocimiento de su estructura se han diseñado fármacos extraordinariamente eficaces que permiten la curación en casi todos los casos.

¿Cómo les ha afecta a los pacientes la llegada del nuevo coronavirus?

La pandemia ha afectado a toda la asistencia no covid: cirugía oncológica, cirugía programada, exploraciones complementarias regladas… En 2020, los pacientes que quedan por tratar —salvo los nuevos diagnósticos— son en su mayoría leves y pueden esperar.

Además, es una realidad que a los pacientes les da miedo ir a los hospitales. No tenemos datos oficiales de la evolución del último año de pacientes tratados, pero es evidente que está a la baja.

¿Cómo ha evolucionado el tratamiento en estos años?

El Ministerio de Sanidad elaboró un plan estratégico en 2015 que ha sido muy exitoso en relación al tratamiento. Hace un año había 140.000 pacientes tratados que en este tiempo habrán alcanzado los 150.000, incluso con el parón causado por la pandemia.

En la actualidad disponemos de combinaciones pangenotípicas —que valen para todos los genotipos y subtipos de la hepatitis C— que, administradas en 8-12 semanas, proporcionan la curación en el 98 % de los casos. Además, la existencia de resistencias es marginal desde el punto de vista clínico y los poquísimos pacientes que fallan en un tratamiento se pueden rescatar con éxito con otra terapia.

Sin embargo, de momento no se ha conseguido ninguna vacuna para la hepatitis C…

No, a pesar de que muchísimos grupos tenían estrategias para buscarla y en la actualidad hay unos diseños prometedores. Pero se trata de un virus esquivo, que posee una altísima tasa de mutación.

“Tenemos fármacos tan eficaces como muchas de las vacunas disponibles ahora mismo para otros virus: administrados en 8-12 semanas, proporcionan la curación en el 98 % de los casos”

No obstante, tenemos unos fármacos tan eficaces como muchas de las vacunas disponibles ahora mismo para otros virus. Es decir, una vacuna ya se considera extraordinariamente eficaz si es capaz de inducir tasas de inmunización del 95 %. Pues bien, los tratamientos de la hepatitis C superan este porcentaje. 

Eso sí, es más fácil que se generalice una vacuna y que la cobertura sea más amplia a que este tipo de fármacos —de alto impacto pero también de mucho coste— lleguen a todos los países. Una cosa es que haya tratamiento y otra, que lo haya para todo el mundo.

El origen del virus permanece también sin esclarecerse…

Pero el virus está bien caracterizado, encuadrado taxonómicamente en el género de los flavivirus (como el virus del zika o el virus de la fiebre amarilla). Son virus ARN, que no integran su material genético en la célula huésped.

Tiene una replicación extranuclear por lo que los medicamentos actuales —que inhiben fases críticas de la replicación— pueden acabar con la erradicación del virus.

¿El diagnóstico es un punto débil?

Los hepatólogos pensamos que el diagnóstico debe descansar sobre dos patas: planes específicos de microeliminación —poblaciones vulnerables, como usuarios de drogas, personas privadas de libertad, trabajadores del sexo, etc.— y búsqueda de pacientes en población general.

Hoy sabemos que la mayor parte de las personas que tienen hepatitis C tienen entre 45-50 y 70-75 años; en ellos se concentran 4 de cada 5 casos, por lo que se pueden destinar los esfuerzos de búsqueda activa en esa franja.

“Además de tratar a todos los pacientes diagnosticados, hay que establecer planes de búsqueda activa de pacientes: encontrar a personas infectadas y que no lo saben, tratarlas y curarlas”

¿Cómo de importante es la prevención y la información temprana?

Falta mucho para que la educación para la salud en lo que se refiere a la transmisión de este tipo de virus sea óptima. Pero se ha trabajado en poblaciones vulnerables y, como consecuencia, en España la hepatitis C ya no es un problema de salud por debajo de los 40 años desde el punto de vista epidemiológico.

Así, la prevalencia de infección es de 0 entre los 0-20 años, de 0 entre los 20-30 años y marginal entre los 30-40 años. De manera que el aumento del número de casos coincide con las personas por encima de esta edad, lo que concuerda a su vez con el auge de la drogadicción intravenosa en nuestro país, que fue en la década de los 80 y 90.

Entonces, ¿por qué sigue siendo un problema tan grave de salud mundial?

Según la OMS, hace 3-4 años el número de personas infectadas estaba en torno a unos 70 millones. De ellos, probablemente se hayan tratado más de 5 millones de personas con los nuevos fármacos disponibles en la mayoría de los países desarrollados.

Sin embargo, para cumplir el objetivo de 2030 en su agenda de desarrollo sostenible —disminuir la incidencia de nuevos casos del 90 % y de la morbimortalidad del 65 %— todavía falta. Para eso, además de tratar a todos los pacientes diagnosticados, hay que establecer planes de búsqueda activa, es decir, buscar a personas que tienen infección por el virus de la hepatitis C y no lo saben, tratarlas y curarlas. Porque, desde luego, herramientas eficaces para ello tenemos.

Fuente:
SINC
Derechos: Creative Commons
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