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Así convivieron osos y humanos hace dos millones de años en Dmanisi

Un equipo español de científicos ha descrito las características paleobiológicas de los osos de las cavernas que cohabitaron con Homo erectus en el yacimiento georgiano de Dmanisi, datado con una antigüedad de 1,8 millones de años. La investigación que ha analizado una mandíbula de oso revela un solapamiento en las dietas de ambas especies.

Mandíbula de Ursus etruscus de Dmanisi. / Bienvenido Martínez-Navarro (IPHES)

El yacimiento de Dmanisi en Georgia es conocido por haber proporcionado los fósiles más antiguos de homínidos registrados fuera de África. Varios cráneos excavados a finales del siglo XX y principios del XXI revelan la presencia hace 1,8 millones de años del género Homo en esta zona geográfica que linda entre Asia y Europa.

El buen estado de conservación de los fósiles humanos y de otros mamíferos lo convierten en un yacimiento excepcional para estudiar las relaciones entre estos primeros humanos y otros grandes mamíferos que habitaron en esta zona, especialmente los carnívoros.

Ahora, un estudio liderado por investigadores del Institut Català de Paleoecologia Humana y Evolució Social (IPHES) con la participación del investigador del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), Joan Madurell, analiza gracias a un fósil de mandíbula la taxonomía y la dieta de los osos que coexistieron con estos humanos allí hace casi dos millones de años. Las conclusiones del estudio publicados en la revista Scientific Reports revelan además que, a diferencia de lo que se creía hasta ahora, hay una única especie de oso en esta zona: Ursus etruscus.

“El registro fósil siempre es incompleto y muy a menudo es difícil saber si dos restos parecidos pertenecen a una misma especie o especies distintas”, explica Madurell. A partir del análisis estadístico, los investigadores demuestran que las diferencias observadas en los restos de Ursus etruscus se pueden explicar por el dimorfismo sexual.

Los osos de las cavernas y los humanos compitieron por determinados recursos, pero no hasta el punto de impedir la coexistencia

“Pensamos que los machos de esta especie eran mucho más grandes que las hembras, como ocurre con los osos pardos actuales”, comenta el investigador. El estudio también revela que los huesos de Dmanisi corresponden a los primeros representantes del linaje de los osos de las cavernas, un grupo muy conocido en cronologías posteriores en Europa.

¿Qué comían los osos?

El estudio ha inferido la dieta de estos osos a partir del análisis de las microabrasiones que producen los alimentos en el esmalte dental. “Cada tipo de alimento deja una marca característica en los dientes. Comparándolas con las de animales actuales de los que conocemos su dieta podemos inferir de qué se alimentaban especies extintas”, explica el investigador del ICP. En el caso del oso de Dmanisi, se ha podido determinar que tenía una dieta omnívora donde el pescado y la carne tenían una presencia importante.

Por otra parte, en Dmanisi, humanos y osos debían hacer frente a una estacionalidad más marcada de la que había en África subtropical y es posible que esto condicionase su dieta. “Seguramente ambas especies tenían que alimentarse de carroña en algunas épocas del año, cuando los vegetales eran más escasos”, indica Joan Madurell.

“Es posible que compitieran por determinados recursos, pero no hasta el punto de impedir la coexistencia”, afirma. Hay que tener en cuenta, también, que los osos hibernan durante los meses más fríos, por lo que, cuando las condiciones eran más duras, no competían por los recursos con los humanos. El estudio también revela que los jabalíes de la zona se extinguieron con la llegada de los humanos, probablemente porque la competencia por los recursos era más feroz que con los osos.

Referencia bibliográfica:

Medin, T., Martínez-Navarro, B., Madurell-Malapeira, J., Figueirido, B., Kopaliani, G., Rivals, F., Kiladze, G., Palmqvist, P., Lordkipanidze, D. 2019. “The bears from Dmanisi and the first dispersal of early Homo out of Africa”. Scientific Reports, DOI: 10.1038/s41598-019-54138-6

Fuente:
Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont
Derechos: Creative Commons

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