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Joaquin Felix Rodriguez Bassecourt

Si consideramos la reproducción imperfecta de las células de los organismos superiores como una conquista evolutiva de la biomasa, que al introducir la muerte del fenotipo biológico, permite un proceso de desarrollo renovado de la potencia existencial de la biomasa, el cual es reforzado a definir procesos interactivos positivos y negativos entre los diferentes genotipos, combinando un incremento de la eficacia y el rendimiento vital del conjunto de la misma, de sus genotipos y de sus fenotipos, es evidente que esta conquista que forma parte del conjunto de las partes de la biomasa, se ha de mantener frente a las pulsiones involutivas de retornar a la reproducción perfecta (sin acortamiento de los telómeros) por parte de las células, así como del fenotipo de generar mutaciones que le permitan superar determinados problemas, que sin embargo tendrían el inconveniente de destruir la identidad genotípica del fenotipo.

De esta forma el conjunto de las partes de la biomasa y sus particiones correspondientes, las identidades genotípicas tienen necesidad de un severo régimen interno que regule todo esto, distribuyendo entre un cierto numero de los fenotipos aquellas mutaciones que ensayadas entre estos y sus descendientes, permitan en su momento una vez finalizado el periodo de experimentación fenotípica y consolidación filogenética de las variedades evolutivas evaluadas como positivas, pasar a la segunda parte del experimento del conjunto de las partes de la biomasa, comenzar el desarrollo de una identidad genética alternativa a la dominante. Llegado a este punto las nuevas identidades genéticas definidoras de la potencia existencial de lo desarrollado, que las identidades genéticas dominantes no permiten desarrollar, inician una lucha interna para destruir el control de las identidades genéticas dominantes, el proceso culmina o con la destrucción de genotipo si este ha caducado y el conjunto de las partes de la biomasa no percibe ningún incremento del desarrollo de la potencia existencial para el mismo, por lo que el conjunto de las luchas entre las identidades genéticas dominantes y las ascendentes determinara la extinción de todas ellas.

Si por el contrario en esta lucha las identidades genotípicas ascendentes implican un incremento de la potencia existencial del conjunto de las partes de la biomasa, este incremento será detectado de forma que se producirá una mutación colectiva del conjunto de fenotipos, produciéndose la extinción de las antiguas identidades genotípicas y el nacimiento de las nuevas, las cuales se caracterizaran porque las conquistas filogenéticas de los grupos de individuos que forman la vanguardia evolutiva de la especie se convertirán en comunes a todos los fenotipos que forman la nueva especie. Lo que además implicara que como estas conquistas en su etapa de desarrollo filogenético no serán las mismas para los linajes filogenéticos mas avanzados de la especie, estos linajes filogenéticos mas avanzados no solo conservaran las suyas, sino que las incrementaran con las conseguidas por los otros linajes filogenéticos. Esto así porque el desarrollo y consolidación de nuevas potencialidades biológicas exige un desarrollo concretizado y optimizado, que solo la dispersión fenotípica y uso y desarrollo operativo permite optimizar, siendo la vía de consolidación filogenética el modo de realizarlo.

De hecho podríamos considerar que muchas de las enfermedades y males que padecemos, son parte de la dialéctica evolutiva del conjunto de las partes de la biomasa, tanto desde el punto del desarrollo de la biomasa bioecológica como de la biomasa sociocultural.

Me viene a la memoria el mito de los alquimistas y el elixir de larga vida que estos se dice que obtenían, que podríamos explicar de la siguiente forma: del mismo modo que la piedra filosofal, si existiera, no seria otra cosa que un catalizador físico que anularía la reactancia inductiva de los núcleos atómicos a fusionarse. El elixir de larga vida, podría ser, si existiera, una substancia que permitiría a las células sanas reproducirse sin acortar los telómeros de las mismas, al tiempo que eliminaría la identidad biosociocultural genotípica del alquimista, el cual dejaría de pertenecer a la especie sociocultural dominante. Ya que sin sustituir la antigua identidad biosociocultural genotípica por otra nueva, el alquimista moriría de cáncer y de otras mutaciones teratogenas, siendo aniquilado como un cuerpo extraño por la identidad genotípica dominante.