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Publicado en la revista 'Stress'

El estrés no afecta por igual a cada ratón

Un estudio de la Universidad del País Vasco revela que algunos ratones adoptan una estrategia activa ante situaciones de estrés, tratando de afrontar el problema; otros, en cambio, adoptan una actitud pasiva.

La investigadora Eneritz Gómez Lázaro. Imagen: UPV/EHU

Tal y como ocurre con los humanos, entre los ratones también los hay con casta o los que tienen una personalidad más frágil. Algunos adoptan una estrategia activa ante situaciones de estrés, tratando, de alguna manera, de afrontar el problema; otros, en cambio, adoptan una actitud pasiva. Los segundos son más vulnerables: algunas de sus características fisiológicas se asemejan a las atribuidas a la depresión humana. Son los resultados de la investigación llevada a cabo por la psicóloga de la UPV/EHU Eneritz Gómez, que ha publicado el artículo, Individual differences in chronically defeated male mice: behavioral, endocrine, immune, and neurotrophic changes as markers of vulnerability to the effects of stress, en la revista especializada Stress.

Concretamente, Gómez ha tomado como base para su estudio el estrés social crónico por derrota. “Los ratones son muy territoriales. Habitualmente viven juntos cinco machos y una hembra. Solo un macho se aparea con la hembra, el mismo que se hace con todos los recursos en primera instancia”, explica. Estos machos se pelean entre sí, y siempre gana el mismo, razón por la que se apodera de todo mientras los demás sufren un estrés social crónico provocado por la derrota. Sin embargo, no todos los ratones perdedores salen perjudicados por igual; algunos se hunden hasta el punto de enfermar mientras que otros no. Con el propósito de aclarar por qué surgen estas diferencias, se ha reparado en cómo reaccionan ante el estrés.

Activo vs. pasivo

“El estrés está relacionado con el trastorno psicológico, pero no todos los sujetos desarrollan dicho trastorno. Esto ocurre porque tienen diferentes maneras de actuar ante el estrés”, explica Gómez. Es lo que ha concluido tras filmar actuaciones de todo tipo de los ratones, analizarlas y clasificarlas en función de la estrategia pasiva y la activa. ¿Y cuál es la diferencia entre estas dos estrategias? Por ejemplo, si el ratón dominador le pegara, el dominado pasivo ni se movería, mientras que el activo huiría.

“Los pasivos están quietos casi todo el tiempo, y a medida que el estrés se prolonga, más si cabe. El activo también es consciente de que el estrés es muy duro, y que no puede salir de ahí, pero opone mayor resistencia”, explica la investigadora. "También hay una gran diferencia respecto a la interacción que tienen con el cabeza de grupo. El que se vale de la estrategia activa tiene interés por el medio, huele al dominador, trata de tener interacción con él. En cambio, el ratón pasivo ni siquiera lo mira. Hay semejanzas con las actitudes humanas en todo esto", dice Gómez.

Además del comportamiento, se han estudiado los rasgos fisiológicos (alteraciones neuroendocrinas, inmunitarias, neuroquímicas) de estos ratones dominados, y se ha observado que, también en este caso, se puede realizar una clasificación en base a la estrategia elegida. Concretamente, se ha comprobado que el estado clínico del ratón pasivo no dista mucho de la depresión humana: algunas de las alteraciones fisiológicas mostradas por estos ratones han sido previamente relacionadas con trastornos asociados al estrés, tales como la depresión.

Con todo esto, el “todos se estresan, pero no todos enferman” tiene una explicación. Y es que la estrategia pasiva es reflejo de una mayor vulnerabilidad, y, por lo tanto, estos ratones son más susceptibles de enfermar.

Esta investigación realiza una aportación teórica, pero podría ser útil en el ámbito práctico. Por ejemplo, en el diseño de terapias que ayuden a cambiar la percepción del estado -en casos como los de los enfermos de cáncer. Asimismo, el estudio fisiológico puede dar pistas para el tratamiento de la depresión en el terreno de la farmacología: “Si observamos qué mecanismos fisiológicos están implicados, los tratamientos podrían ser más especializados”, dice Gómez.

Fuente: UPV/EHU
Derechos: Creative Commons