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El karst de la Sierra de Atapuerca muestra la relación entre la evolución del río y las cavidades

Para establecer la evolución de sus cavidades, elemento básico para contextualizar la formación de los yacimientos arqueológicos y paleontológicos de Atapuerca, la investigadora Ana Isabel Ortega ha estudiado y analizado las características del karst de la sierra de Atapuercca.

Hallazgo de brazalete de oro de la Edad de Bronce en la Cueva del Silo del Karst de la Sierra de Atapuerca.

El análisis de las interferencias entre el modelado endokársico y la dinámica geomorfológica de la evolución del paisaje en una tesis doctoral presentada en la Universidad de Burgos, bajo el título ‘La evolución geomorfológica del karst de la Sierra de Atapuerca (Burgos) y su relación con los yacimientos pleistocenos que contiene’, ha permitido llegar a algunas conclusiones importantes sobre el origen del complejo arqueopaleontológicos.

El estudio de Ana Isabel Ortega ha permitido, entre otros puntos, establecer el principal desarrollo del proceso de karstificación en relación con la instalación e incisión de la red fluvial plio-cuaternaria, caracterizando un karst multinivel o multifase, próximo al nivel de base, desarrollado en el borde del macizo del sector occidental de la unidad de San Vicente, vinculado al límite de la cuenca hidrográfica Arlanzón-Pico.

Una de las características del karst de la Sierra de Atapuerca es que “tenemos cavidades a diferentes niveles (superior, intermedio e inferior) que están vinculadas con la evolución del nivel del río Arlanzón, lo que muestra una relación directa entre la evolución del río y la de estas formaciones”, explica Ana Isabel Ortega.

Estamos ante un karst que ha ido encajándose a lo largo del tiempo, situado en un mismo lugar el sector surgente, caracterizado por localizar las salidas de las aguas o fuentes una gradación en altura, y en la actualidad aparecen colgadas bastantes metros del nivel del cauce del Arlanzón. Estos estudios han puesto en valor la existencia tres niveles de conductos diferentes en relación con tres momentos distintos de estabilidad del nivel de base distintos, que caracteriza a un sistema multinivel, “es lo más novedoso”.

Otra de las características que ha destacado la investigadora es que “la mayor parte de las cuevas se concentran en el sector de las Torcas, donde está el 99 por ciento de las cavidades de Atapuerca porque en este sector es donde surgía agua y eran los manantiales del Valle del Valhondo que va a dar al río Pico”. En el resto de la Sierra, según Ana Isabel Ortega, “sólo hay cuatro cavidades pequeñas y de desarrollo también pequeño”.

Ana Isabel Ortega ha dedicado diez años de su vida a este trabajo, que es un complemento de la tesis de Afonso Benito Calvo. La importancia de su estudio está en caracterizar la gran riqueza y variedad de formas endokársticas, con referencias claras a mecanismos espeleogenéticos y sus morfologías asociadas, así como variedad de rellenos de conductos con secuencias estratigráficas y cronologías claramente establecidas, que hacen del mismo una zona privilegiada para abordar el estudio en profundidad del modelado subterráneo y un escenario ideal para su interpretación.

De hecho, la investigadora ha explicado que “hemos hecho un catálogo exhaustivo sobre dónde hay yacimientos, ahora hay que seguir buscando aquellos conductos que sabemos que hay, pero no hemos accedido a ellos en Trinchera o detrás de la Gran Dolina, que sólo conocemos por estudios geofísicos”. La asociación entre las morfologías y sus rellenos permiten conocer mejor la distribución espacial del espacio subterráneo aportando información sobre la ocupación del medio subterráneo por parte de las comunidades faunísticas y humanas durante el Pleistoceno inferior y medio y el Holoceno que habitaron en este entorno.

Campaña de excavaciones

Si alguien conoce las cavidades de la Sierra de Atapuerca es Ana Isabel Ortega. Desde 1979 es integrante del Grupo Espeleológico Edelweiss, desde 1981 participa en la campaña de excavaciones de esta sierra burgalesa. Este año el “nos centraremos en los trabajos de campo relacionados con el endokarst de Cueva Mayor, de Cueva del Mirador y Trinchera”. Uno de los objetivos del equipo para este año es “conocer mejor el sector de la Sala de Cíclopes y sus rellenos, así como del Valle de Cueva Mayor, con el fin de aportar claridad a la pregunta de por dónde entraron los restos hacia la Sima de los Huesos”.

La tesis doctoral de Ana Isabel Ortega, bajo la dirección de Alfredo Pérez González y José Miguel Carretero Díaz, ha proporcionado la colaboración directa entre el Centro Nacional de Investigación de Evolución Humana y la Universidad de Burgos, un camino que los yacimientos de la Sierra de Atapuerca deben propiciar en el futuro.

Fuente: DiCYT
Derechos: Creative Commons
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