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Las serpientes desarrollaron su veneno para matar a sus presas, no defenderse

Cada año se estima que más de 100.000 personas mueren por mordeduras de alguna de las 700 especies venenosas que existen en el mundo. Muchas de ellas, protagonistas de nuestro #Cienciaalobestia, actúan en defensa propia cuando se sienten amenazadas por los humanos u otros depredadores, pero en realidad su veneno evolucionó para dominar y matar a sus presas.

Cobra india
Los búngaros (Bungarus caeruleus) son unas serpientes venenosas conocidas por morder a las personas mientras estas están dormidas por la noche. Sus mordeduras son altamente letales, pero tan indoloras que no suelen llamar la atención hasta que ya es demasiado tarde. / Wolfgang Wuster

Las mordeduras de las 700 serpientes venenosas que existen crean heridas punzantes por los colmillos y envenenamiento. En general, todos estos reptiles reaccionan en defensa propia cuando se sienten en peligro. ¿Pero realmente el veneno evolucionó como mecanismo de defensa? Esta es la pregunta que se hizo un equipo de investigadores, liderado por la Universidad Bangor en Reino Unido.

Si realmente el veneno surgió como defensa, debería ser lo suficientemente doloroso para disuadir al depredador, pero no es así

En su trabajo, publicado en la revista Toxins, los investigadores revelan que si realmente el veneno surgió como defensa, debería ser lo suficientemente doloroso para disuadir al depredador y permitir a la serpiente escapar, como ocurre con las picaduras de abeja.

Sin embargo, pocos venenos de estos reptiles provocan un dolor inmediato. De hecho, según las 400 encuestas realizadas a personas que habitualmente trabajan o están en contacto con estos reptiles (herpetólogos, criadores y trabajadores en el campo), el dolor aparecía entre el primer y quinto minuto después de la mordedura.

El estudio muestra así que solo el 14,55 % de los encuestados sufrió un dolor molesto a los cinco minutos de experimentar la mordedura, el 30,82 % lo hizo pasados los cinco minutos. Sorprendentemente, el 54,62 % informó que nunca experimentó un dolor lo suficientemente fuerte como para hacer dejar de trabajar o hacer otras actividades.

Según los investigadores, esto implicaría que la composición de esta sustancia no ha evolucionado con un propósito defensivo primario. “Nuestros resultados sugieren que es poco probable los venenos evolucionaran impulsados ​​por su uso en defensa, aunque es probable que existan excepciones interesantes como el uso defensivo del veneno que escupen algunas cobras”, explica Kevin Arbuckle, profesor en el departamento de Biociencias de la Universidad de Swansea y coautor del artículo.

Cobra india

La cobra india, Naja naja, utiliza su veneno en defensa propia y muerde a millones de personas cada año, pero su veneno no se creó para ese fin. / Wolfgang Wuster

Veneno para alimentarse

Las serpientes emplean su veneno para alimentarse, en realidad. Gracias a su mordedura, consiguen paralizar y dominar a sus presas para poder ingerirlas.

La selección natural para la dieta es el principal impulsor de la evolución del veneno en las serpientes

“Aunque podríamos haber esperado que defender su vida fuera más importante para estos animales que alimentarse, resulta que la selección natural para la dieta es el principal impulsor de la evolución del veneno en las serpientes”, aclara Wolfgang Wüster, experto de renombre mundial en la evolución del veneno de serpiente en la Universidad de Bangor y coautor del trabajo.

Los investigadores esperan ahora que estudios como este comiencen a alentar una mayor investigación sobre la función y la ecología natural del veneno de serpiente, “particularmente sobre las serpientes venenosas de colmillos posteriores, de las que todavía sabemos muy poco”, concluye Wüster.

Referencia:

Harry Ward-Smith et al. “Fangs for the Memories? A Survey of Pain in Snakebite Patients Does Not Support a Strong Role for Defense in the Evolution of Snake Venom Composition” Toxins 2020, 12(3), 201 https://doi.org/10.3390/toxins12030201

Fuente:
SINC
Derechos: Creative Commons.
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