Una investigación revela que maldecir mejora el rendimiento deportivo al reducir las inhibiciones sociales y aumentar la confianza y la concentración del individuo.
Un trabajo en ratones analiza cómo el hígado intenta adaptarse a una sobrecarga prolongada de grasa y cómo esa respuesta, pensada para resistir el daño, puede volverse perjudicial con el paso de los años.