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Planificar el entrenamiento y los períodos de descanso es una de las principales ventajas del cuestionario que investigadores del Grupo de Psicología Social, Cognitiva y Psicometría de la Universidad de Santiago acaban de desarrollar para medir los estados de ánimo en deportistas.
La medida, denominada Profile of Mood States POMS, surge en la Psicología Clínica norteamericana para evaluar el progreso en pacientes con medicación y terapia. Casi siempre, eran “enfermos psiquiátricos que acudían de manera externa a la consulta” pero luego “se probó con poblaciones no clínicas y comenzó a ser empleado con asiduidad en el ámbito deportivo”, indica la investigadora del grupo Elena Andrade.
El equipo adaptó esta medida a la lengua y cultura española ya que “las palabras para expresar los estados de ánimo tienen en las comunidades significados distintos”. Antes existía en español “una traducción literal del test”, apunta Andrade. No obstante, los profesionales encontraban dificultades “derivadas de no haber realizado un riguroso proceso de adaptación” ya que “muchas expresiones eran ambiguas y las respuestas de las personas no podían ser interpretadas con garantías”.
Aplicaciones del cuestionario
Tres son las aplicaciones concretas del cuestionario. Una es acercarse al perfil de ánimo del deportista que suene tener “forma de iceberg” alcanzando valores más altos que el resto de la población en las emociones positivas y puntuaciones sustancialmente más bajas en las negativas. En segundo lugar, la medida indica los progresos psicológicos relacionados con la práctica regular de deporte. Andrade recuerda que realizar ejercicio físico mejora el estado de ánimo de las personas “siempre que esté bien planificado”.
Con la herramienta también se hace un seguimiento del entrenamiento advirtiendo del esfuerzo excesivo del deportista, fatiga y anticipando estados graves como la depresión y, en algunos casos, la vulnerabilidad a lesiones.
Cuestionario para personas adultas y adolescentes
El equipo de investigadores ya elaboró un cuestionario modelo para población adulta. Trabajaron con datos de 738 personas, de las cuales 364 eran deportistas, y llegaron a una versión del cuestionario con 44 items que representan seis dimensiones del estado anímico, dos positivas y cuatro negativas. Estas, que abordan múltiples situaciones emocionales, se refieren a circunstancias de tensión, ánimo deprimido, enfado, energía, fatiga o amistad.
“El enfoque es diferente para los adolescentes”, explica la profesora Andrade. En este caso, se emplearon otro tipo de tareas en las cuales los jóvenes elegían aquellos adjetivos del cuestionario mejor comprendidos y los conceptualmente próximos al significado de cada dimensión del estado de ánimo. En esta fase de la investigación participaron 106 deportistas de 14 y 15 años de edad. En la actualidad tienen datos de otros 300 participantes para validar los resultados iniciales.
Los esfuerzos de la comunidad científica por aclarar los ahora llamados ‘fenómenos anómalos no identificados’ se suelen centrar en aspectos físicos, como la aceleración o maniobrabilidad de los objetos observados. Pero su avistamiento también provoca un efecto transformador y una forma benigna de interés obsesivo no patológico en las personas que los ven, según la encuesta que ha realizado a casi un centenar de ellas un investigador de la Universidad de Cádiz.
Es conocido que los algoritmos a menudo reflejan los errores y prejuicios de sus creadores, pero también puede ocurrir lo contrario: que personas aconsejadas por una IA sesgada adapten sus decisiones a lo que recomienda el agente artificial, incluso cuando ya no cuentan con su asistencia. Así lo revelan experimentos realizados en la Universidad de Deusto.
