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La cuenca ha sufrido tres tsunamis en los últimos 4.000 años

El estuario del Guadalquivir se configuró a partir de los efectos de tsunamis

Parte de la configuración actual del Parque Natural de Doñana y de poblaciones como la de Sanlúcar de Barrameda en Cádiz se originó a consecuencia de los tsunamis ocurridos hace unos 3.000 y 4.000 años. Así lo revela un estudio de la Universidad de Huelva que ha realizado diversos sondeos y análisis de los sedimentos y los fósiles en el entorno de Doñana para llegar a estas conclusiones.

Sondeos realizados por el equipo investigador en el entorno de estudio / Fundación Descubre
Sondeos realizados por el equipo investigador en el entorno de estudio. / Fundación Descubre

Investigadores del departamento de Geodinámica y Paleontología de la Universidad de Huelva sitúan en torno al año 1250 antes de Cristo (aC) el inicio del proceso geológico por el que el estuario del río Guadalquivir se fue cerrando al océano Atlántico hasta adquirir su forma actual.

Un nuevo estudio, publicado en Quaternary Research a partir de diversos sondeos realizados en el entorno de Doñana, les ha permitido determinar que la transición de un espacio abierto al mar a otro más aislado, hace más de 3.200 años, se debió a procesos sedimentarios costeros, entre ellos, los efectos de ciertos tsunamis, causantes del origen de transformaciones en el paisaje. Por esta razón, la ubicación actual de algunas poblaciones como Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) o la configuración del Parque Natural de Doñana pudieron verse afectadas. Así lo revelan los estudios de sedimentos, fósiles, polen y dataciones radiométricas de carbono 14.

Tras el paso del tercer tsunami, la antigua cuenca empezó a transformarse en un espacio más cerrado al mar debido al crecimiento de las barreras de arena

Los expertos constataron que, en los últimos 4.000 años, la cuenca del Guadalquivir ha sido escenario de tres tsunamis: el primero, en torno al año 2000 aC, el segundo en el 1500 aC, y el tercero en el año 1250 aC. “A lo largo de este periodo, el estuario sufrió varios procesos de subsidencia, es decir, el hundimiento progresivo de los sedimentos que, a su vez, provocó la inundación de la zona. En esta fase, el estuario estaba más abierto al mar y, por lo tanto, sometido a los procesos marinos”, explica uno de los investigadores principales del proyecto, Antonio Rodríguez Ramírez, de la Universidad de Huelva.

Sin embargo, tras el paso del tercer tsunami, hace más de 3.000 años, la antigua cuenca empezó a transformarse en un espacio más cerrado al mar debido al crecimiento de las barreras de arena que rodean al estuario. Los restos fósiles analizados por los investigadores atestiguan esta época de cambio. “Comprobamos una disminución del número de especies marinas y, en cambio, aumentaron las variedades de microfauna y macrofauna propias del área protegida”, incide.

Las inundaciones provocadas por los tsunamis produjeron la desaparición de los posibles asentamientos humanos establecidos en la zona, ocultos bajo la superficie del suelo. “En Doñana, no es posible hallar vestigios arqueológicos más antiguos que la época romana porque están hundidos bajo metros y metros de sedimentos. Si hemos encontrado algunos restos cerámicos es porque han sido arrastrados con posterioridad hacia el interior del estuario”, indica el responsable del proyecto, Antonio Rodríguez Ramírez, de la Universidad de Huelva.

También el paisaje ha experimentado cambios. Así, de ser una zona continental, con una vegetación similar a la existente en la catualidad en los arenales de Doñana, la cuenca del Guadalquivir se convirtió primero en un lago costero –tipo Albufera de Valencia– y después en una marisma. “Con el paso del tiempo, el lago se fue colmatando, es decir, se fue rellenando con sedimentos de materiales transportados por el agua, hasta que se formaron las marismas de hoy día. Debajo de la marisma actual, hay formaciones arenosas de dunas arrastradas por el viento, que están a diez metros de profundidad, soterradas por los sedimentos más recientes”, continúa el investigador.

Análisis de sedimentos y fósiles

En los estudios sedimentológicos, el equipo analizó las características de las distintas capas de arena así como la macrofauna (moluscos y caracoles) y microfauna. En este sentido, los científicos se centraron en los foraminíferos, unos organismos marinos microscópicos a partir de los cuales se puede determinar cómo ha ido evolucionando el medio en los últimos 4.000 años.

“En Doñana, no es posible hallar vestigios arqueológicos más antiguos que la época romana porque están hundidos bajo metros y metros de sedimentos"

Asimismo, los investigadores acometieron dataciones de carbono 14 a muestras de conchas marinas para calcular la edad de estos fósiles. Este tipo de análisis, utilizado en geología y arqueología, mide la cantidad de carbono 14 –un elemento del carbono que se origina en la atmósfera– que cualquier resto orgánico acumula a lo largo de su vida. Las plantas lo incorporan a través de la fotosíntesis; y los animales, alimentándose de los vegetales.

Al morir, la absorción de carbono cesa y empieza a desintegrarse el que había acumulado en el organismo. Así los científicos determinaron la edad de un resto arqueológico mediante la diferencia entre la cantidad de carbono que hay en el momento de la muerte y la que queda cuando el vestigio es encontrado miles de años después. A las dataciones se sumaron análisis de polen para comprobar los cambios en la vegetación del entorno.

Este trabajo tendrá continuidad en otro proyecto que centrará su atención en dos aspectos: la ampliación de la zona de estudio ya que, como indican los investigadores, el estuario es muy extenso y casi llega hasta Sevilla; y el establecimiento preciso de las variaciones de la línea de costa. “Estudios previos han determinado que el nivel del mar actual se alcanzó hace 5.000 o 6.000 años, pero nosotros pensamos que es más reciente, hace unos 4.500 años. Y la clave puede estar en la zona del Guadalquivir”, concluye.

Referencia bibliográfica:

Antonio Rodríguez-Ramírez, José Noel Pérez-Asensio, Ana Santos, Gonzalo Jiménez-Moreno, Juan J.R. Villarías-Robles, Eduardo Mayoral, Sebastián Celestino-Pérez, Enrique Cerrillo-Cuenca, José Antonio López-Sáez, Ángel León, Carmen Contreras. "Atlantic extreme wave events during the last four millennia in the Guadalquivir estuary, SW Spain". Quaternary Research. Vol.83 (2015) pp: 24-40.doi: 10.1016 / j.yqres.2014.08.005

Fuente: Fundación Descubre
Derechos: Creative Commons
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