La lluvia de meteoros más famosa del periodo estival experimentará su pico de mayor intensidad en la noche del 12 de agosto, cuando la Luna llena empieza a menguar, pero aún está bien visible. Esto quiere decir que su observación estará condicionada por el brillo de nuestro satélite.
Como cada año, la Tierra atraviesa la nube de escombros que deja el cometa Swift-Tuttle en su órbita alrededor del Sol. Este fenómeno permite observar lo que popularmente se conoce como ‘estrellas fugaces’, aunque en realidad se trata de meteoros: pequeñas partículas que se desintegran al entrar en la atmósfera terrestre. El número de estos aumentará especialmente en fechas concretas de agosto, cuando la actividad cometaria es más abundante.
Para 2025, el punto álgido de las Perseidas será la noche del 12 de agosto, hacia las 22:00 horas (hora central europea), según datos del Observatorio Astronómico Nacional (OAN). No obstante, el brillo de la Luna –que entra en fase menguante a partir del 10 de agosto– podría dificultar una observación óptima.
Según comenta a SINC el divulgador de astronomía del Planetario de Madrid, César González, esa fecha coincide con el fin de la Luna llena, por lo que “las condiciones para contemplar meteoros este año serán muy negativas”.
Nuestro satélite saldrá muy pronto desde el horizonte, antes de que se disipe por completo la luz crepuscular. Esto significa que “no vamos a tener ningún momento por la noche, ni del 11 al 13 de agosto, en el que observemos un cielo totalmente oscuro”, asegura el experto.
González dice que lo ideal sería contar con un cielo lo más despejado posible y sin contaminación lumínica para contemplar los meteoros menos intensos.
Los astrofísicos miden el fulgor de los cuerpos celestes según una escala de magnitud, donde a los más brillantes se les asigna un número negativo. Por ejemplo, el brillo del Sol es de -26, mientras que el de la Luna llena ronda el -12.
En este sentido, “habrá Perseidas que no se vean a simple vista”, señala González. “Si los fragmentos que entran en la atmósfera son demasiado pequeños, se desintegrarán rápidamente, por lo que será difícil observarlos”, explica.
Durante la noche del 12 de agosto, conviene fijarse en los meteoros más luminosos –también llamados bólidos–, que pueden alcanzar una magnitud de hasta -4. Para hacerse una idea, Venus es el tercer astro más brillante y cuenta con esa misma magnitud. Por su parte, la estrella polar tiene un brillo de +2.
Para ver las llamadas ‘Lágrimas de San Lorenzo’ –nombre vinculado a una festividad típica del verano– no existe una fecha concreta, sino un intervalo entre el 17 de julio y el 24 de agosto, durante el cual la actividad es frecuente.
A mediados de agosto, la Tierra cruza la región más densa de restos desprendidos por el cometa Swift-Tuttle, una zona especialmente rica en partículas que orbitan el Sol. Durante la noche del 12, esa concentración alcanza su punto máximo. “Nuestro planeta atraviesa una zona con una mayor presencia de estos escombros”, explica González, lo que aumenta la probabilidad de que algunos entren en la atmósfera y generen destellos visibles en el cielo.
Un cometa es un cuerpo celeste compuesto por hielo y roca que, al acercarse al Sol, se sublima y libera pequeños fragmentos en el espacio. Estos restos “no suelen ser muy grandes y oscilan entre los 2 y los 4 centímetros”, apunta González.
En concreto, “es un fenómeno espectacular, pero no supone ningún peligro para nosotros desde la superficie terrestre”, comenta el divulgador, aunque sí podría representar un riesgo para los astronautas de la Estación Espacial Internacional. En la órbita terrestre circulan micrometeoritos cometarios producidos por el cometa, que viajan a gran velocidad –entre 40 y 60 km por segundo– y podrían impactar contra la nave.
La basura espacial supone un mayor riesgo, ya que hay restos de menos de 6 centímetros que no se monitorizan y son un peligro para cualquier nave
No obstante, “la probabilidad es muy baja”, señala González. “La basura espacial supone un mayor riesgo, ya que hay restos de menos de 6 centímetros que no se monitorizan y que representan un peligro para la estacion”, sostiene.
Pese a que la Luna iluminará el cielo nocturno, “puede que veamos algún bólido lo suficientemente grande y brillante”, indica el experto. En su punto álgido, las Perseidas pueden alcanzar un ritmo de hasta 100 meteoros por hora.
Por ello, para verlas con la mayor claridad posible, González recomienda buscar un momento durante la noche en el que la Luna aún no haya salido y tampoco haya demasiada luz. Esto se debe a que, al ponerse el Sol, todavía no se ha extinguido por completo la iluminación crepuscular.
En su opinion, sería conveniente esperar una hora después del ocaso, justo antes de que salga la Luna. “A ver si con ello tenemos la suerte de observar varias de las Perseidas o ver un bólido”, concluye el divulgador.