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La sociedad española tiene una percepción más favorable de la Biotecnología que otras sociedades europeas, según ha explicado en Salamanca Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA, que ha participado en la I Semana de la Biotecnología. Aunque existen grandes diferencias en función de la actividad científica concreta, aproximadamente entre un 70 y un 75% de la población española tiene una opinión positiva sobre la Biotecnología, mientras que en otras sociedades este porcentaje se queda entre el 40 y el 50%.
"España se incorpora más tarde a la Ciencia y la Tecnología pero lo hace con rapidez y de una forma muy favorable a las actividades científicas", ha explicado Rafael Pardo a DiCYT. "Es una de las sociedades europeas que menos sabe de Ciencia pero que más confía en ella; esto contrasta con la especial sensibilidad que existe en países como Austria y Alemania con respecto al uso de animales en experimentación", asegura, aunque dentro de cada país tampoco se puede hablar de opiniones uniformes.
En España existe un segmento de la población que se opone a la Biotecnología, pero es más reducido que en otros países y no encuentra el eco que tiene, sobre todo, en Austria y Alemania.
"La sociedad es crítica en general, pero también es capaz de distinguir en función de las distintas finalidades de la Biotecnología y en función de los medios que emplea para su desarrollo", afirma Rafael Pardo. "Solemos considerar que el público se muestra crítico de forma global, pero la realidad es que es capaz de diferenciar", asegura. En este sentido, "la comunidad científica atribuye el rechazo a la ignorancia, pero no es así, ya que también influyen valores morales y otras percepciones, así que, más que educar al público, hay que dialogar con él", recomienda.
La Biomedicina, mejor aceptada
La llamada Biotecnología roja o biomédica es la que tiene una mayor aceptación, mientras que los ciudadanos son mucho más críticos con la Biotecnología verde, la empleada en agricultura, porque no le ven utilidad. Pero dentro de la Biomedicina, la sociedad también distingue. "Depende, por ejemplo, con qué animales se realicen las modificaciones genéticas, cuando más cercanos a los humanos, mayor rechazo producirá la investigación", afirma.
En el caso de los alimentos transgénicos, el experto ha explicado que existe una cultura en las sociedades avanzadas que pone por encima de todos los alimentos aquellos que son naturales; después, los que son eleborados de manera convencional; y en último lugar, los transgénicos, en los que "no se aprecia ni un buen precio y ni beneficios para la salud".
La nueva institución fomentará y coordinará el uso de la evidencia empírica y el conocimiento científico para mejorar la toma de decisiones y el diseño de políticas públicas, según el jefe del Ejecutivo.
Los finalistas de este año están encabezados por un tipo de medicamentos inyectables prometedores para los problemas de salud asociados a la obesidad. Además, también aparecen en el ranking, el desarrollo de terapias con anticuerpos que pueden ralentizar la neurodegeneración en los enfermos de alzhéimer o el descubrimiento de fuentes naturales de hidrógeno bajo la superficie de la Tierra.
