Esta nueva investigación, realizada a partir de ocho cohortes de Europa y Australia, sugiere que el rendimiento de los pulmones empeora en esa franja de edad. El estudio proporciona nuevas pautas para evaluar y controlar la salud pulmonar a lo largo de la vida.
Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, en colaboración con el Clínic-IDIBAPS, ha identificado, por primera vez, cómo evoluciona la capacidad pulmonar desde la infancia hasta la vejez. Los resultados, publicados en The Lancet Respiratory Medicine, ofrecen un nuevo marco fundamental para evaluar la salud pulmonar.
Hasta ahora, se pensaba que la función pulmonar aumentaba hasta alcanzar su pico de capacidad alrededor de los 20-25 años, después del cual se estabilizaba. Asimismo, se creía que en la edad adulta tardía la función pulmonar comenzaba a deteriorarse debido al envejecimiento de los pulmones. Sin embargo, este modelo se basaba en estudios que no abarcaban todo el ciclo de vida.
En el reciente estudio, en cambio, ha utilizado un ‘diseño de cohorte acelerada’. Es decir, se han agrupado los datos de múltiples estudios de cohortes para cubrir el rango de edad deseado.
“Incluimos a más de 30.000 personas de entre 4 y 82 años procedentes de ocho estudios de cohortes de la población de Europa y Australia”, explica Judith Garcia-Aymerich, primera autora del estudio y codirectora del programa de Medio ambiente y salud a lo largo de la vida de ISGlobal.
Los parámetros de funcionalidad y capacidad pulmonar se evaluaron mediante espirometría forzada, una prueba en la que el paciente debe espirar todo el aire en el menor tiempo posible después de hacer una inspiración máxima. Además, se recogieron datos sobre tabaquismo activo y diagnósticos de asma.
El estudio ha demostrado que la función pulmonar crece en dos fases diferenciadas: una primera fase de crecimiento rápido durante la infancia y una segunda fase de crecimiento más lento hasta alcanzar el pico máximo.
La función pulmonar se evaluó a partir de dos parámetros. Uno es el volumen espiratorio forzado en un segundo (FEV1), que mide el volumen de aire espirado en el primer segundo de respiración forzada tras una respiración profunda. Y el otro, la capacidad vital forzada (FVC), que es la cantidad máxima de aire que una persona puede espirar sin límite de tiempo tras inspirar profundamente.
En las mujeres, el pico de FEV1 se alcanza alrededor de los 20 años, mientras que en los hombres ocurre a los 23 años. Sorprendentemente, el estudio no ha encontrado evidencia de una fase de estabilidad después de este pico.
Nuestros datos muestran que el descenso de la función pulmonar comienza inmediatamente después de alcanzar el valor máximo
“Modelos anteriores sugerían una fase de estabilidad hasta los 40 años de edad, pero nuestros datos muestran que el descenso de la función pulmonar comienza mucho antes de lo que se creía, inmediatamente después de alcanzar el valor máximo”, explica Garcia-Aymerich.
El análisis revela que tanto el asma persistente como el tabaquismo influyen en la función pulmonar, aunque de manera distinta a lo que se creía. Las personas con asma persistente alcanzan un pico de FEV1 más temprano y tienen niveles más bajos en todas las etapas de la vida, mientras que el tabaquismo está asociado a una caída más rápida de la función pulmonar a partir de los 35 años.
Estos resultados subrayan la importancia de promover la salud respiratoria y de realizar un seguimiento temprano de la función pulmonar en las primeras etapas de la vida mediante la espirometría.
“La detección temprana de una baja función pulmonar puede permitir intervenciones para prevenir enfermedades respiratorias crónicas en la edad adulta”, concluye Rosa Faner, investigadora de la Universidad de Barcelona y del Clínic-IDIBAPS y última autora del estudio.
Referencia:
Garcia-Aymerich, J. et al. “General Population-Based Lung Function Trajectories Over The Life Course. An Accelerated Cohort Study”. The Lancet Respiratory Medicine (2025).