Un nuevo estudio descarta la taurina como biomarcador fiable del envejecimiento

Los niveles de taurina en sangre no disminuyen con la edad, según un estudio publicado en Science que contradice investigaciones previas y cuestiona su uso como suplemento antienvejecimiento. Los nuevos datos apuntan a que esta variación responde más a factores individuales como la genética, la dieta o el entorno.

taurina, envejecimiento
Los resultados del nuevo estudio revelan que los niveles de este aminoácido en sangre no disminuyen con la edad. / Richard Sagredo | Unsplash

Un estudio del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (NIA) de EE UU, publicado esta semana en Science, concluye que los niveles de taurina no descienden consistentemente con la edad, lo que cuestiona su fiabilidad como biomarcador del envejecimiento. Este aminoácido, que el cuerpo produce en pequeñas cantidades y también se obtiene a través de la dieta, muestra una variabilidad que depende más de factores individuales que de la edad.

El trabajo, liderado por el cordobés Rafael de Cabo –uno de los principales expertos mundiales en las bases biológicas del envejecimiento–, ha comprobado que los niveles de taurina circulante suelen aumentar o mantenerse estables con la edad en humanos, monos y ratones.

El estudio ha comprobado que los niveles de taurina circulante suelen aumentar o mantenerse estables con la edad

El análisis de muestras recogidas a lo largo del tiempo mostró que las variaciones individuales eran mayores que los cambios asociados a la edad. Además, su relación con indicadores de salud fue inconsistente entre especies, etapas vitales y cohortes.

Estos hallazgos sugieren que la utilidad de la taurina como marcador del envejecimiento es limitada y que su impacto depende de la fisiología individual, influida por factores como la genética, la dieta y el entorno, según los autores.

La taurina ha ganado popularidad como suplemento dietético. Un estudio de 2023, realizado por la Universidad de Columbia y publicado en Science, sugería que los suplementos podían ralentizar el envejecimiento en modelos animales, prolongando su vida sana hasta un 12 %. No obstante, los autores advertían que se necesitaban ensayos clínicos para confirmar estos efectos en humanos.

“Nuestros resultados complementan y amplían lo publicado en 2023 por el grupo de Columbia y otros autores revisados en nuestro estudio. Ayudan a comprender mejor cómo varía la taurina circulante a lo largo de la vida adulta”, comenta Rafael de Cabo a SINC.

Diferencias en el rango de edad

Una de las principales diferencias entre ambos estudios es el rango de edad analizado. “Ellos analizaron sujetos desde recién nacidos hasta los 60 años, mientras que nuestras cohortes incluyen personas entre 20 y 100 años. La disminución en taurina que detectó el estudio de 2023 ocurre principalmente mucho antes de los 20 años, durante una etapa de adaptación fisiológica propia de los recién nacidos”, aclara el investigador.

En esta etapa, prosigue, “la taurina en sangre es alta para mantener el equilibrio metabólico hasta que el sistema digestivo y renal maduran; luego, en personas sanas, la taurina circulante baja rápidamente”. Después de esa fase, “la taurina disminuye brevemente en individuos sanos, pero luego se estabiliza o incluso aumenta, como comprobamos en nuestros datos”, añade.

Las mujeres tienden a mostrar un aumento más pronunciado de taurina con la edad que los hombres. Además, la variabilidad entre cohortes humanas depende mucho del estilo de vida y la genética

Rafael de Cabo, líder de la investigación (NIA)

En primates no humanos, el actual trabajo también cubrió un rango de edad más amplio (de 3 a 32 años frente a los 5 y 15 del trabajo previo). Gracias a la calidad de los datos, el equipo pudo analizar por separado el sexo y la cohorte.

“Vimos que las mujeres tienden a mostrar un aumento más pronunciado de taurina con la edad que los hombres. Además, la variabilidad entre cohortes humanas depende mucho del estilo de vida y la genética, factores que podrían haber pasado desapercibidos sin segmentación”, destaca.

El estudio midió los niveles de taurina en sangre en tres especies: humanos, monos rhesus y ratones

El estudio midió los niveles de taurina en sangre en tres especies: humanos, monos rhesus y ratones. En el caso humano, las muestras procedían del Estudio Longitudinal de Baltimore sobre Envejecimiento, con participantes de entre 26 y 100 años. En los monos, se analizaron individuos de entre 3 y 32 años, y en ratones, de 9 a 27 meses.

Sin diferencias funcionales

En todos los grupos, esta molécula aumentó con la edad, salvo en los ratones macho, donde se mantuvo estable. Cambios similares se observaron en dos estudios transversales realizados en poblaciones humanas geográficamente distintas: el Estudio de Envejecimiento de las Islas Baleares (20–85 años) y la cohorte de Investigación en Medicina Predictiva en Atlanta (20–68 años), así como en la parte transversal del estudio de envejecimiento en ratones.

Los niveles del aminoácido tampoco mostraron una relación clara con indicadores como fuerza muscular o peso corporal. “Las diferencias entre individuos se deben sobre todo a sus valores de partida, no a cómo varían con la edad. Y no se traducen en diferencias funcionales”, aclara de Cabo.

El equipo consideró también factores como dieta y actividad física. “Tuvimos en cuenta esas variables, y aun así los niveles de taurina aumentaron con la edad”, indica el experto.

También se evaluó la función motora, que no mostró una relación estable con los niveles de taurina: un bajo rendimiento podía coincidir con niveles altos, bajos o sin ninguna correlación

También se evaluó la función motora, que no mostró una relación estable con los niveles de taurina: un bajo rendimiento podía coincidir con niveles altos, bajos o sin ninguna correlación.

En los ratones, los resultados difirieron de estudios previos en parte por la dieta. Este trabajo analizó edades entre los 6 y 33 meses (transversales) y entre los 9 y 27 meses (longitudinales). En ambos casos, se observó una caída inicial de taurina seguida por un aumento.

“Nuestros ratones recibieron una dieta sin taurina detectable, mientras que los del estudio de Columbia consumieron una con un 0,3 % de taurina, lo que equivale a 3–6 mg diarios. Eso pudo influir notablemente”, apunta de Cabo.

El investigador explica a SINC que evaluaron si las diferencias entre individuos o los métodos de análisis podían influir en los resultados, y concluyeron que es muy poco probable. Asegura que las variaciones no se deben al envejecimiento ni a las técnicas utilizadas.

Búsqueda de indicadores fiables

Para Luigi Ferrucci, director científico del NIA, los resultados refuerzan la importancia de seguir buscando indicadores fiables. “Identificar biomarcadores que predigan el inicio y la progresión del envejecimiento permitiría desarrollar estrategias más eficaces y personalizadas para mantener la salud y la autonomía en la vejez”, subraya.

El uso de taurina como suplemento podría tener efectos beneficiosos en subgrupos específicos, pero se necesitan ensayos clínicos para confirmarlo

Rafael de Cabo

Respecto al uso de esta taurina como suplemento, de Cabo concluye con cautela: “Es posible que tenga efectos beneficiosos en subgrupos específicos, como personas con sarcopenia [pérdida de masa y fuerza muscular por envejecimiento], o alteraciones metabólicas, pero se necesitan ensayos clínicos para confirmarlo. Por ahora, los efectos dependen mucho del contexto: a veces son positivos y otras, inexistentes”.

Referencia:

Maria Emilia Fernandez et al. "Is taurine an aging biomarker?" Science, 2025

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