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CIENCIA EN LA MALETA DE MANUEL DE LEÓN

Oberwolfach, un paraíso matemático oculto en la Selva Negra

En plena Selva Negra alemana se encuentra Oberwolfach, una institución de referencia y peregrinación para los matemáticos. En este lugar apartado y aislado en el bosque se puede pensar sin distracciones en números y ecuaciones. Manuel de León, director del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), comenta a SINC las curiosidades de este centro, donde un algoritmo controla la disposición de los comensales y los autores firman sus libros en su prestigiosa biblioteca.

Instituto de Investigación Matemática de Oberwolfach, con la escultura de la superficie de Boy. / MFO

Cuando los nazis fundaron en 1944 el Instituto de Investigación Matemática de Oberwolfach (MFO), poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial, seguramente no imaginaron que se convertiría en un centro de referencia mundial para los matemáticos.

La sede original era un imponente castillo en mitad de la Selva Negra, al suroeste de Alemania. Hoy es un moderno complejo de edificios, financiado por la Fundación Volkswagen y otras instituciones, que se oculta entre pinares y praderas de montaña.

“Cualquier matemático debe pasar al menos una vez en la vida por aquí”, dice Manuel de León. El director del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) lo hizo en agosto de 2011 para participar en un workshop sobre “aplicaciones de las matemáticas a los sistemas dinámicos y a la mecánica”.

Los talleres o workshops son la forma tradicional para que entre 45 y 48 participantes puedan pasar una semana en Oberwolfach, de forma gratuita pero con rigurosa invitación. La otra fórmula es el programa research in pairs, que permite a un máximo de cuatro investigadores trabajar aquí hasta tres meses en un proyecto conjunto.

“Cualquier matemático debe pasar al menos una vez en la vida por aquí”

“Es un lugar extraordinario para concentrarse y colaborar con colegas”, destaca De León, quien recuerda que por este aislado lugar han pasado las principales figuras matemáticas del siglo XX y XXI, incluidos medallistas Field y premios Abel, los ‘nobel’ de esta disciplina.

La web del instituto exhibe un interminable álbum fotográfico con todos los participantes que han pasado por el MFO. Muchas de las imágenes son de las excursiones por el bosque que se organizan durante una de las jornadas.

“Poder concentrarte durante un tiempo sin preocuparte de nada es algo muy útil para los matemáticos”, dice De León, quien reconoce que los estudios “los rematas en tu centro o universidad, pero estar aquí ayuda mucho a avanzar en los proyectos”.

"Puedes bajar a la biblioteca de madrugada con una copa de vino"

La joya del instituto Oberwolfach es su biblioteca, una de las mejores del mundo en matemáticas. “Es de las más completas que he visto y si falta algún libro, puedes anotarlo en un block y lo compran”, comenta el matemático español. “Además, cada vez que los autores pasan por el centro, les invitan a firmar sus propios libros, lo que te permite luego ver sus firmas auténticas en las páginas”.

Otra de las ventajas de la biblioteca es que está abierta día y noche: “Te puedes levantar a las tres de la madrugada, coger un libro e incluso acompañar la lectura o los pensamientos con una copa de vino”. Los arcones de la bebida son de libre acceso y se confía en la honestidad de los invitados para pagar el precio marcado.

Frente al edificio de la biblioteca se exhibe una escultura de la superficie de Boy, una extraña estructura de acero muy característica del centro. Representa algo que solo entienden los matemáticos: “una inmersión del plano proyectivo real en el espacio euclidiano tridimensional”. La imagen de esta figura también forma parte de la exposición Imaginary, que desde Oberwolfach ha viajado a países como España.

La presencia de las matemáticas en el MFO está hasta en la gestión de los comensales. Cuando llegan los invitados se les asigna un servilletero individual, que cada día se coloca en un asiento diferente del comedor para que su dueño se relacione con todo el mundo y no se formen grupitos. Los responsables del centro han ideado un algoritmo que distribuye cada día los servilleteros.

De León también recuerda las deliciosas tartas alemanas que sirven en la merienda –a veces organizadas al aire libre en mesas de madera–, así como el hecho de que todas la habitaciones estén abiertas: “Creo que desde hace poco permiten cerrar con llave por la noche, pero hasta ahora y lo habitual es que no sea así, lo que facilita la confianza entre la gente”.

El matemático recuerda que hay algunos centros parecidos al MFO en Francia y Canadá, y que ahora los chinos están construyendo otro a lo grande, con un edificio de unos 40.000 m2, “pero probablemente Oberwolfach sea el más emblemático y con más historia detrás”.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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