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Los adolescentes y jóvenes suspenden a la hora de interiorizar la conciliación laboral y familiar

Los profesores del Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), Juana Mari Maganto y Juan Etxeberria, realizaron durante el pasado año un estudio basado en una encuesta realizada a cerca de 900 adolescentes y jóvenes de entre los 14 y 25 años con el objetivo de diseñar, elaborar y evaluar un programa de intervención educativa de formación de adolescentes y jóvenes, cuyo fin es fomentar la corresponsabilidad y conciliación laboral y familiar. El estudio cuenta con el patrocinio del Instituto Vasco de la Mujer (EMAKUNDE).

Juana Mari Maganto
La profesora Juana Mari Maganto en su despacho

Entre las conclusiones extraídas en el análisis, que constituye la primera parte de un estudio que se desarrollará en tres fases, se constata que los jóvenes consideran que los hombres y mujeres deben trabajar y repartir por igual las responsabilidades del trabajo y la vida familiar, asumiendo que el modo de vida actual impone la necesidad de dos fuentes de ingresos. Sin embargo, la profesora Juana Mari Maganto matiza que “esta aceptación de la igualdad en relación con los roles sexuales relativos al trabajo y la vida familiar podría estar reflejando, más bien, una cierta adhesión formal a lo ‘políticamente correcto’; ya que, el análisis pone de manifiesto que para la población universitaria, tras tener el primer hijo, son las mujeres quienes consideran que deben abandonar su puesto de trabajo y son ellas también quienes consideran que tienen que ocuparse de los niños mientras éstos son pequeños. Cuidar familiares enfermos también es considerada una atribución exclusiva de las mujeres. Por consiguiente, la importancia de las cargas familiares se muestra determinante para las mujeres (nunca para los hombres) en la toma de decisiones relativas al trabajo laboral productivo”.

En cuanto a los recursos que utilizarían para conciliar la vida familiar y laboral, las mujeres adolescentes y jóvenes creen que la “solución es el trabajo laboral a tiempo parcial mientras que para los hombres la solución más importante consiste en la implantación de guarderías y escuelas o contar con algún familiar cercano que ayude en el cuidado de los hijos. Si bien hay que subrayar que la estrategia de conciliación que priorizan tanto hombres como mujeres a todas las edades es flexibilizar el horario laboral.” Los datos del estudio denotan, en opinión de esta docente de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la UPV/EHU, “el importante peso que en las mujeres adquiere la orientación hacia la dispensación de cuidados a los menores, incluso cuando desempeñan una actividad laboral y que define una suerte de ‘esfera femenina de control’- relativa al ámbito escolar y sanitario- que resiste a la delegación o a la cooperación”.

Mujeres más progresistas

Las actitudes de género ha sido otro de los ámbitos en el que ha incidido el estudio, en el que se subraya que tanto las mujeres como los hombres rechazan las proposiciones de carácter tradicional, “si bien, las mujeres son más progresistas que los hombres y ven necesario paliar las todavía existentes desigualdades entre géneros originadas por el peso de una estructura familiar y social tradicional y erradicar la idea de que el matrimonio e hijos no deben interferir más en el desarrollo de la mujer que en el del hombre”, subraya Juana Mari Maganto.

En cuanto a las fortalezas emocionales con que cuentan los adolescentes y jóvenes participantes en este estudio, una vez adquirido un cierto nivel a los 14 ó 15 años, ya no se constata evolución alguna. “Las mujeres tienen más desarrolladas que los hombres, fortalezas emocionales interpersonales tales como el cariño, la generosidad y la inteligencia social, así como las fortalezas emocionales específicas de vitalidad y entusiasmo al afrontar la vida. Por otro lado, tanto hombres como mujeres apenas cuentan con un sentido de religiosidad o espiritualidad en su quehacer cotidiano y tienen capacidades reducidas tanto a la hora de remontar un fracaso con optimismo como de liderazgo en situaciones de trabajo grupal”.

Poca seguridad en sí mismos

Otro de los resultados que se extrae del estudio realizado por los docentes de la UPV/EHU Juana Mari Maganto y Juan Etxeberria subraya que los adolescentes y jóvenes ni cuentan con una buena valoración de su persona ni tienen seguridad en sí mismos. Maganto explica que “a medida que aumenta el nivel escolar decrece el saber con claridad qué quieren en la vida y cómo lo quieren. De igual manera decrece la valoración positiva que hacen de sí mismos. Muestran menor seguridad y expresan menos sus sentimientos. Su aspecto físico es lo que menos les satisface de su identidad, y ello más en las mujeres que en los hombres.”

Las estrategias comunicativas es otro de los aspectos en que los adolescentes y jóvenes no muestran progresos importantes cuando llegan a la edad adulta. “Carecen de capacidad para reflejar y expresar adecuadamente lo que se piensa y sobre todo lo que se siente, y en ser coherentes entre lo que se dice y lo que se hace. No cuentan ni con un estado de ánimo suficientemente calmado y ni con un acceso léxico ágil que les permita expresar lo que piensan o sienten,”, afirma la docente.

Resolver conflictos

En relación a las diferentes maneras de resolver conflictos, los datos extraídos del análisis llevado a cabo constatan que “no consideran que los conflictos sean una realidad ‘sana’, que forman parte de las relaciones interpersonales. Son capaces-explica Maganto- de controlar formas agresivas de resolución de conflictos, a pesar de que juzgan y critican el comportamiento de otras personas y tienden a manifestar lo que les molesta de otras personas sin reflexionar. Manifiestan una falta de claridad en la expresión de los conflictos, escondiendo y ocultando los sentimientos. Por otro lado, la utilización de la agresión física ocasional como método de disciplina en la resolución de conflictos es considerada como una opción en la educación de los hijos, en la pareja y entre amigos, siendo más aceptada por los hombres que por las mujeres. Por niveles escolares, en el entorno universitario se mantiene todavía este método de disciplina para resolver conflictos en la educación de los hijos”, añade Juana Mari Maganto. En cuanto a los criterios de toma de decisiones “el peso del ‘qué dirán’ todavía tiene entre adolescentes y jóvenes excesiva importancia a la hora de tomar decisiones.”

Fuente: UPV/EHU
Derechos: Oficina de Comunicación de la UPV/EHU
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