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Un equipo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) formado por los investigadores Alfredo Pérez-González, Antonio Tarriño Vinagre y Jesús Rodríguez Méndez, bajo la dirección científica de Ana Mateos Cachorro, han partido a Bulgaria para hacer una campaña de excavación y prospección en el sureste del país, dentro del proyecto arqueológico Ródopes Orientales: en la ruta de las migraciones humanas en el Pleistoceno de Eurasia.
La cuestión de las migraciones de homínidos en el ámbito de la evolución humana es un tema de interés y controvertido desde hace años en los foros científicos. Las nuevas investigaciones y descubrimientos de fósiles y yacimientos en los continentes asiático y europeo han reorientado el debate de las primeras ocupaciones humanas y el poblamiento de Eurasia.
Las zonas balcánica y caucásica se confirman como áreas de tránsito de las poblaciones humanas y animales del Pleistoceno temprano. La doctora Ana Mateos afirma que la potencialidad de la ruta de migración balcánica es indiscutible a la luz de los recientes datos arqueológicos y paleontológicos recabados en Bulgaria.
La primera etapa de este proyecto consistirá en abrir nuevas intervenciones en las cuevas de los Ródopes Orientales con el objetivo de verificar si existen rellenos del pleistoceno bien conservados con indicios de poblamiento humano. Los yacimientos conocidos en esta zona de Bulgaria prueban la temprana ocupación de la región.
“Además, se llevarán a cabo prospecciones de las terrazas del río Arda para delimitar su secuencia paleogeográfica, geológica y geomorfológica”, explica Mateos.
El CENIEH realiza investigaciones en el ámbito de la evolución humana durante el Plioceno y Pleistoceno, y promueve la transferencia de conocimientos a la sociedad. Desde este centro se impulsa la realización y colaboración en excavaciones de yacimientos de estos periodos, tanto en la Península Ibérica como en otras zonas de África y Eurasia. Además, también tiene la misión de restaurar y conservar las colecciones procedentes de excavaciones en yacimientos arqueológicos y paleontológicos.
Científicos del MIT han identificado una estructura combinatoria en el lenguaje de estos mamíferos marinos, en el que ajustan y modulan diferentes chasquidos y ritmos para crear vocalizaciones elaboradas y expresivas, similares al lenguaje humano. El equipo ha analizado grabaciones de unos 60 especímenes que han utilizado para definir un ‘alfabeto fonético’.
La ciencia ha reexaminado el tamaño y la estructura del cerebro de distintos dinosaurios, incluido el icónico T. rex. Un equipo internacional de investigadores en paleontología, ciencias del comportamiento y neurobiología ha llegado a la conclusión de que esta criatura tenía la inteligencia de un reptil y no la de un simio, como afirmaban estudios recientes
