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Tratan de superar los 1600 km/h para fomentar la ciencia y la tecnología entre los jóvenes

Más de mil organizaciones del Reino Unido y de otros países apoyan el proyecto Bloodhound, que tiene como objetivo conseguir que un vehículo alcance las 1.000 millas/hora (unos 1.609 km/h) en 2011, y establecer así un nuevo récord mundial de velocidad. El fin último de la iniciativa, en la que participan ingenieros de la universidad británica Swansea, es inspirar el interés de los jóvenes por la ciencia y la tecnología.

Bloodhound. Imagen: Mike Turner.

El proyecto Bloodhound, dirigido por el británico Richard Noble, planea fabricar un vehículo capaz de alcanzar una velocidad de 1.000 millas/hora (unos 1.609 km/h), un 30% más rápido que lo conseguido jamás por ningún coche. El intento de establecer esta plusmarca mundial tendrá lugar en un remoto lugar del desierto en el año 2011. La idea de una proeza icónica para aumentar la popularidad de la ciencia y de la ingeniería entre los estudiantes fue propuesta por el actual ministro de Ciencia del Reino Unido, Lord Drayson.

“Si alcanzamos las 1.000 millas/hora pero no conseguimos que crezca el interés nacional por la ciencia y la ingeniería, habremos fracasado”, afirma Richard Noble, destacando el objetivo principal del proyecto. “Nuestro segundo propósito es desarrollar una iniciativa que requiera una investigación y tecnología excelentes, y que permita a los estudiantes tomar parte en la aventura”. Esta investigación de vanguardia ya ha atraído a más de 1.000 organizaciones, que aprovecharán el proyecto para inspirar a los jóvenes a través de un programa educativo.

En 1997, Noble batió el récord de velocidad terrestre a través de la barrera del sonido, situándolo en 763 millas/hora (unos 1.227 km/h). El nuevo vehículo Bloodhound contará con la propulsión combinada de un reactor y de un cohete, y para conseguir el objetivo de las 1.000 millas/hora deberá generar una fuerza de hasta 47.000 libras (unos 21.300 kg).

El nuevo proyecto es un auténtico viaje a lo desconocido en términos de investigación. Esta iniciativa cuenta con financiación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del Reino Unido y participa de forma destacada un equipo especializado en aerodinámica de la Universidad de Swansea (Reino Unido). Por medio de la Dinámica de Fluidos Computacional (CFD, por sus siglas en inglés), el equipo ha dedicado el último año a generar las predicciones aerodinámicas necesarias para la fabricación del vehículo. Esta investigación podría ayudar a mejorar el diseño de los vehículos terrestres o aeronaves en el futuro, así como a aumentar la eficiencia de los combustibles e incluso a desarrollar nuevas técnicas médicas.

“Es el tipo de experimento que tradicionalmente los ingenieros aeroespaciales habrían llevado a cabo en un túnel de viento, pero nosotros lo hacemos en un súper ordenador”, comenta Ben Evans, uno de los investigadores. “Los túneles de viento presentan limitaciones importantes, y el Bloodhound es un coche, así que se desliza por el suelo y no existen túneles de viento en los que sea posible simular el desplazamiento de un vehículo por un terreno ondulado a una velocidad superior a la del sonido”, añade.

Evans señala los grandes retos de la investigación a altas velocidades: “Una vez que superas la velocidad del sonido no puedes enviar una onda de presión por delante de ti para decirle al aire que estás llegando. Lo que sucede es que enfrente se genera un enorme muro de presión, y ese aire no se aparta de manera lenta y suave, sino que cuando se viaja a velocidades supersónicas, esos cambios se producen de manera repentina con una onda de choque. Lo que tratamos de comprender es qué sucede cuando esto interactúa con una superficie sólida que se encuentra a unos pocos centímetros. Cuando las ondas de choque interactúan con el desierto, lo que ocurre es que aspiran su suelo, y esto hace que se introduzcan partículas en la corriente aerodinámica que rodea el coche. Esta interacción no está explicada por el funcionamiento estándar de la Dinámica Computacional de Fluidos”.

El trabajo del equipo de investigadores ha servido para mejorar el diseño aerodinámico de unas innovadoras ruedas de titanio, así como para perfeccionar la entrada de aire y una serie de detalles necesarios para que el espectacular morro del coche minimice el efecto de arrastre ("spray drag") que producen las partículas de arena del desierto.

Fuente: SINC/AG
Derechos: Creative Commons
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