El próximo 8 de noviembre, a las 18:30 h. se estrena en el Museu Blau el documental UNUA YEKETE ("Los que vienen de fuera") que muestra la realidad presente de una etnia cazadora-recolectora, los Hadzabe, con una forma de vida muy similar a la del Paleolítico. Sin embargo, amenazados en los últimos años por la llegada del alcohol y el SIDA, los Hadzabe se enfrentan a la posible rápida desaparición de su legado cultural. El documental es fruto de una expedición científica realizada en febrero de 2011 integrada por Jordi Serrallonga (arqueólogo, naturalista, escritor, guía de expediciones y asesor científico del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona), Luis Caballero-Martínez (psiquiatra del Hospital de Puerta de Hierro de Madrid), Blanca Fuertes (investigadora de HOMINID Grupo de Orígenes Humanos) y Luis Caballero-Escobar, director de cine y autor de la cinta.
Los Hadzabe son la última etnia de cazadores-recolectores de África que el científico Jordi Serrallonga estudia desde hace más de una década para reconstruir cómo fue la vida de nuestros ancestros fósiles. En efecto, los Hadzabe, a pesar de tratarse de un pueblo Homo Sapiens contemporáneo a las grandes junglas de asfalto o al boom de los smartphones, no han cambiado su estrategia de subsistencia en los últimos 100.000 años: cazan con arcos y flechas, recolectan tubérculos y raíces con la ayuda de palos cavadores, se desplazan de forma nómada por el territorio y buscan cobijo en los abrigos rocosos. Una máquina del tiempo al servicio del arqueólogo interesado en convivir en el seno de una sociedad humana predadora como las que existieron en el Paleolítico. Un tesoro científico que aún adquiere mayor relevancia cuando, gracias a la genética, sabemos que los Hadzabe, junto con los pueblos khoisànids del África Austral (todos ellos mal llamados como "hombrecitos del bosque"), están directamente emparentados con las primeras poblaciones de Homo Sapiens que aparecieron en África –Cuna de la Humanidad- hace unos 250.000 años. Pero también la lingüística evolutiva ha permitido demostrar que la lengua de los Hadzabe (el hadzane), caracterizada por sus clics y chasquidos, es una de las más antiguas de la Tierra. Hoy este fascinante pueblo y legado está en peligro.
El territorio de los Hadzabe ubicado en las cercanías del lago Eyasi (Tanzania, África Oriental), al Sur del mítico Cráter de Ngorongoro y en el contexto del accidente geológico que hizo posible la aparición del linaje de los homínidos: la Gran Falla del Rift. Aquí han cazado y recolectado sin problemas durante muchos miles de años hasta que empezaron a llegar las etnias de pastores y agricultores. Los pastos y los cultivos les obligaron a desplazarse hasta tierras cada vez más inhóspitas. Al mismo tiempo, un evento que, paradójicamente, debía servir para la protección de la naturaleza tanzana, la creación del Área de Conservación de Ngorongoro, trastocó la vida de los Hadzabe. La prohibición de cazar dentro de la zona protegida del Ngorongoro (incluso para pueblos tradicionales como los Hadzabe) les ha alejado de una de las mayores fuentes de alimento. Jordi Serrallonga, a lo largo de sus estudios de campo, ha recogido testimonios de hombres y mujeres hadzabe que no entienden por qué un leopardo puede cazar un gran antílope dentro del Ngorongoro mientras que ellos - siendo también animales (así se definen dándonos una muestra de su respeto por el ambiente que les rodea) - lo tienen prohibido por unas leyes modernas y ajenas.
En la actualidad la población Hadzabe se reduce a 1.000 individuos, y entre este millar, sólo unos 400 continúan sobreviviendo, estrictamente, como cazadores-recolectores en pequeños grupos nómadas de entre 15 a 30 miembros. Precisamente, como resultado de una expedición en el territorio hadzabe realizada en el mes de Febrero de 2011, e integrada por los científicos Luis Caballero-Martínez, Jordi Serrallonga, Blanca Fuertes y el director de cine Luis Caballero-Escobar, y de forma paralela al trabajo etnoarqueológico, el equipo pudo documentar cómo la introducción de nuevos elementos aportados por las poblaciones que vienen de fuera (bebidas alcohólicas destiladas y enfermedades como el SIDA), junto con los problemas derivados de la consanguinidad o la degradación y reducción de los territorios donde siempre habían cazado y recolectado, puede conducir, si no se toman medidas inmediatas, a la desaparición del legado hadzabe: el testimonio de la existencia, en el siglo XXI, de una sociedad igualitaria, sin guerras, que desconoce la propiedad privada y que demuestra como en el pasado nuestros ancestros predadores también fueron felices.