Tras analizar decenas de terremotos, dos científicos chinos han deducido que el corazón de hierro de nuestro planeta se ha podido frenar recientemente y aparentemente girar en sentido contrario a como lo hacía antes, en un ciclo de oscilación de unas siete décadas. Estos cambios se asocian a ligeras variaciones en el campo magnético y la duración del día en la superficie terrestre.