Cuando la comida es veneno: alergias alimentarias, un problema en alza

Cacahuetes, huevos o leche son productos inofensivos para la mayoría, pero para algunas personas son una amenaza peligrosa, incluso letal. Las reacciones inmunitarias contra alérgenos de los alimentos son cada vez más frecuentes, mientras las investigaciones intentan averiguar cómo se originan, por qué crecen y cómo pueden mitigarse.

Alimentos alergénicos
Los cacahuetes, el huevo y la leche se cuentan entre los alimentos que más alergias provocan. / NIAID

Casi uno de cada cuatro españoles padece alguna alergia, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). La proporción es el doble que hace 30 años, aunque la mitad de lo que será dentro de otros 25. Esta tendencia creciente es global: la Organización Mundial de la Salud predice que en 2050 una de cada dos personas será alérgica. Muchas de estas dolencias son respiratorias, y su aumento se relaciona con factores ambientales como el cambio climático. Pero ¿qué razones explican que también se disparen otras alergias, como las alimentarias?

¿Qué son las alergias alimentarias?

Las alergias alimentarias más comunes implican a los llamados ‘nueve grandes’: el huevo, la leche, los cacahuetes, los frutos secos, el marisco, el pescado, el trigo, la soja y el sésamo. Estas enfermedades son motivo de gran preocupación, sobre todo entre los padres de niños alérgicos, ya que incluso cantidades muy pequeñas de estos alimentos pueden provocar una reacción grave —anafilaxia o choque anafiláctico— que requiera inyecciones de epinefrina.

Las alergias alimentarias afectan a un 5 % de los españoles adultos y a un 7-8 % de los niños

Es más, los expertos aclaran que el grado de una reacción alérgica a un alimento no es predecible, ni siquiera para una misma persona: una respuesta grave a un alérgeno concreto en una ocasión no implica que la intensidad vaya a ser igual, mayor o menor la próxima vez. Lo cual obliga a las personas alérgicas a estar preparadas siempre para lo peor.

La SEAIC recoge que las alergias alimentarias afectan a un 5 % de los españoles adultos y a un 7-8 % de los niños, pero las cifras en distintos países adolecen de variaciones en función del criterio utilizado, entre menos del 1 y más del 10 %. Basándose en extensos registros de salud para tratar de obtener datos más precisos, un estudio reciente en Inglaterra calcula un 4 % de niños menores de cinco años, un 2,4 % de los niños mayores y un 0,7 % de los adultos.

¿En qué se diferencian de las intolerancias?

Una de las razones de la amplia horquilla en las cifras es que los propios pacientes tienden a confundir con alergias lo que son intolerancias alimentarias. Las primeras son reacciones inmunitarias erróneas, que toman por un atacante peligroso lo que es una proteína inofensiva de un alimento. Esta respuesta defensiva en falso produce un tipo de anticuerpos denominados IgE que activan los mastocitos y basófilos, células productoras de histamina.

Algunas alergias tempranas tienden a remitir con la edad, sobre todo a la leche, el huevo o la soja

A las alergias alimentarias comunes se unen otras más raras como el síndrome de alergia oral, una reacción cruzada de la alergia al polen con ciertos alimentos. Un caso diferente pero más frecuente son las intolerancias, donde no hay respuesta inmunitaria sino una incapacidad para procesar un nutriente, lo que puede causar síntomas diversos. Y una situación más compleja es la enfermedad celíaca, en la que una intolerancia al gluten induce una respuesta anómala que provoca autoinmunidad, una reacción contra el propio organismo.

La distinción entre alergias e intolerancias es una de las confusiones más típicas en torno a estas dolencias sobre las que existen numerosas dudas, también para la ciencia. Entre las certezas, se sabe que la población infantil es la más afectada y que algunas alergias tempranas tienden a remitir con la edad, sobre todo a la leche, el huevo o la soja; algo que no suele ocurrir para otros alérgenos como los del cacahuete, los frutos secos o el marisco.

¿Cómo surgen las alergias?

No hay una causa definida para estas enfermedades. No se sabe cómo surgen o por qué desaparecen, ni qué nos lleva a desarrollar en la edad adulta una alergia a un alimento que llevamos toda la vida consumiendo. No hay un modo conocido de prevenir las alergias. Por lo tanto, tampoco hay una explicación inmediata al aumento de las alergias alimentarias, que en el estudio inglés mencionado es de más del doble en solo 10 años, de 2008 a 2018; y menos aún al hecho de que, en cambio, desde 2018 la proporción de alérgicos se haya estabilizado.

El funcionamiento correcto del sistema inmunitario depende de su educación al comienzo de la vida, lo cual requiere de una adecuada exposición a los microorganismos del entorno

“Muchos factores pueden tener impacto”, dice a SINC Ruchi Gupta, directora del Center for Food Allergy & Asthma Research de la Universidad Northwestern. Ciertas pistas tienden a recibir el aval de la comunidad científica: desde hace décadas, el peso de la evidencia apoya que el funcionamiento correcto del sistema inmunitario depende de su educación al comienzo de la vida, lo cual requiere de una adecuada exposición a los microorganismos del entorno. Datos publicados en 1989 por el epidemiólogo David Strachan llevaron a designar esta idea como ‘hipótesis de la higiene’.

El nombre resultó equívoco, al dar a entender que la limpieza es nociva o que las infecciones en la infancia son beneficiosas. Los científicos explican que no se trata de esto, sino de que intentar criar a los niños en una burbuja de esterilidad no los protege como sus padres creen. “Un mundo completamente vacío de microbios podría conducir a graves alteraciones inmunitarias y endocrinas, ya que nuestro cuerpo espera ver microbios en el entorno”, comenta a SINC el microbiólogo Jack Gilbert, de la Universidad de California en San Diego.

EpiPens

Inyectores o lápices de epinefrina (EpiPens) para tratar la anafilaxia. / USAF

¿Evitar los alimentos alergénicos en los niños?

Una versión más afinada y actual de esta hipótesis recibe el nombre de ‘viejos amigos’, y se refiere específicamente a los microbios que han convivido y coevolucionado con nosotros durante millones de años. Sería este microbioma humano ancestral el que ayuda a entrenar nuestra inmunidad. Según cuenta a SINC la microbióloga Erica Hartmann, de la Universidad Northwestern, “todavía no está del todo claro a qué debemos estar expuestos y cuándo, pero una falta de exposición a los microbios se vincula con enfermedades autoinmunes y alergias”.

Todavía no está del todo claro a qué debemos estar expuestos y cuándo, pero una falta de exposición a los microbios se vincula con enfermedades autoinmunes y alergias

Erica Hartmann, Universidad Northwestern

Y del mismo modo que estéril no es mejor, tampoco privar a los niños de los alimentos más alergénicos los protege de las alergias, como solía creerse antes de que las evidencias mostraran lo contrario: introducir alimentos como el cacahuete o el huevo lo antes posible reduce el riesgo de alergias. En Reino Unido, estos ensayos se publicaron en 2015-16, y por ello los autores del estudio inglés citado plantean la posibilidad de que el cambio en las recomendaciones oficiales haya obrado el estancamiento de las alergias en los últimos años.

El consumo de alimentos alergénicos a edad temprana protege de alergias, pero la exposición cutánea o respiratoria antes de tomarlos en la dieta produce el efecto contrario

Curiosamente, si el consumo de alimentos alergénicos a edad temprana protege de alergias, en cambio la exposición a ellos a través de la piel o las vías respiratorias antes de tomarlos en la dieta produce el efecto contrario. Esta hipótesis llamada de ‘exposición dual’, que ha ganado crédito en los últimos años y para la que se han propuesto mecanismos inmunológicos verosímiles, aconseja introducir dichos alimentos en la dieta antes de que el contacto respiratorio o cutáneo con sus alérgenos pueda promover la aparición de una alergia.

¿Qué otros factores favorecen las alergias?

Todo lo anterior no cierra el caso de los orígenes de la alergia y su crecimiento. Como señala el historiador médico Matthew Smith, autor del libro Another Person’s Poison: A History of Food Allergy, “lo cierto es que simplemente aún no sabemos qué está provocando la epidemia de alergia al cacahuete o el aumento en las tasas de alergias alimentarias”.

La carencia de vitamina D, el abuso de antibióticos y otras intervenciones que puedan dañar la microbiota digestiva podrían contribuir a la aparición de alergias

Entre los posibles factores adicionales, descontando la herencia genética, se proponen la carencia de vitamina D, el abuso de antibióticos y otras intervenciones que puedan dañar la microbiota digestiva, ya que a esta se le atribuye un papel protector contra las alergias por medio de la barrera del epitelio intestinal. Pero los científicos aún investigan qué otros aspectos de nuestro estilo de vida pueden estar disparando las alergias e intolerancias alimentarias, y por qué ciertas regiones, como Australia, son especialmente propensas.

¿Hay cura o tratamiento?

No hay ninguna cura para las alergias. La medida básica más obvia para los alérgicos o intolerantes es evitar los alimentos peligrosos. En el caso de las alergias, que entrañan mayor riesgo por la posibilidad de un choque anafiláctico, disponer de autoinyectores o lápices de epinefrina —los llamados EpiPens— puede salvar vidas.

La inmunoterapia oral consiste en introducir cantidades crecientes de los alérgenos en la dieta bajo supervisión médica para desensibilizar el sistema inmune

Actualmente se ensayan tratamientos por inmunoterapia oral (OIT, por sus siglas en inglés), consistente en introducir cantidades crecientes de los alérgenos en la dieta bajo supervisión médica para desensibilizar el sistema inmune.

Existe un medicamento específicamente dirigido contra la alergia al cacahuete: Palforzia, que contiene polvo del alérgeno y está autorizado en distintos países, incluyendo España. Los expertos aún discuten el balance entre los beneficios y riesgos de la OIT.

Otro enfoque es el uso de anticuerpos que neutralizan los IgE de la respuesta alérgica. Uno de ellos, llamado omalizumab y comercializado como Xolair, se emplea desde comienzos de este siglo. Una revisión de 2025 ha analizado los ensayos que han combinado estos anticuerpos con la OIT: “El omalizumab facilita una desensibilización rápida y eficaz en la alergia alimentaria pediátrica, potenciando la seguridad de esta terapia combinada”, concluyen los autores, que recomiendan más investigaciones para aprovechar sus posibles beneficios.

Pronto llegarán más tratamientos dirigidos a mecanismos diferentes

Ruchi Gupta, directora del Center for Food Allergy & Asthma Research de la Universidad Northwestern

“Es un momento interesante para las alergias alimentarias, ya que tenemos nuevos tratamientos en el mercado”, valora Gupta. “No son curas, pero realmente ayudan aumentando el umbral”. La pediatra e investigadora explica que los tratamientos permiten a los pacientes tolerar dosis mayores del alimento sin reaccionar, lo que al menos ayuda a perder el miedo a un contacto accidental con el alérgeno. “Pronto llegarán más tratamientos dirigidos a mecanismos diferentes”, concluye.

Fuente:
SINC
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