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Periodistas Instituciones
Justo Aznar Lucea, director de Investigación del Instituto de Ciencias de la Vida (UCV)

“Nuestra propuesta es llegar a fines médicos por caminos éticos”

Entre carpetas sobre el caso de la italiana Eluana Englaro, a punto de inaugurar un foro de debate en la web sobre el legado de Darwin, pendiente de las últimas investigaciones sobre células madre, dirigiendo tesis doctorales, atendiendo a los periodistas, dando charlas en Latinoamérica... El doctor Aznar dispone de poco tiempo libre. Hablamos con él de su pasión por el estudio y de cómo contribuir desde la ciencia al bienestar de la sociedad.

El investigador creó un Observatorio de Bioética dentro del instituto que dirige.

El reputado investigador Justo Aznar nunca se imaginó pasar la jubilación persiguiendo pelotitas por un campo de golf. Tras dejar la dirección del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital La Fe, se pudo dedicar de pleno a la Bioética y aceptó asumir el mando del recién creado Instituto Universitario de Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia "San Vicente Mártir".

La investigación en temas de trombosis le ocupó 30 años de su vida pero tras dejar La Fe decidió aparcarlo por completo.

Creo que es importante saber cuándo terminar. Si no tienes un laboratorio y, sobre todo, unos colaboradores que son esenciales, no puedes seguir en la especialidad. Pero me quedo con la satisfacción de pensar que toda la investigación que realicé en esos años lo hice pensando en los demás. Nunca fui un investigador obsesionado con el trabajo sino que traté de armonizar mi vida profesional con la familiar y social. Por ejemplo, durante 20 años he ejercido la presidencia de la Federación Española Provida. Mi inquietud social por defender la vida, especialmente la de los más indefensos que son los no nacidos, hizo crecer mi interés por la ética. De modo que cuando surgió la posibilidad de montar el Instituto de Ciencias de la Vida en esta Universidad que empezaba, acepté el cargo y estoy muy contento con la elección.

¿Cuáles son los principales temas de la Bioética en este momento?

Creo que los más importantes son los relacionados con el inicio de la vida, porque sobre el final de la vida únicamente está el tema de la eutanasia, que no es menospreciable, sin embargo, hoy en día se suceden los avances tecnológicos sobre los inicios y estos se deben regular éticamente. Por ejemplo, está el tema del aborto, la anticoncepción, la procreación asistida, el diagnóstico genético preimplantacional… O el “bebé medicamento”, pensado para tratar a un hermano enfermo, pero que todavía no se han conseguido desarrollar con eficacia.

El uso de células madre embrionarias es otro tema que plantea cuestiones éticas. No pongo en duda que éstas sean valiosísimas para la experimentación, para descubrir más acerca del inicio de la vida, pero proponemos hacerlo con métodos éticos. Sin embargo, las discusiones morales acerca de su empleo para la regeneración de órganos han desaparecido con los últimos avances. Originalmente la idea era, pongamos por caso, que a una persona con infarto de miocardio le creasen células madre embrionarias suyas para a partir de ahí derivar células cardiacas que se pudieran trasplantar a su corazón. Pero, para eso, haría falta clonar a la persona para evitar rechazos al trasplante, de modo que esto es inviable en la clínica médica y nunca se ha hecho. Por el contrario, investigadores han demostrado recientemente que es posible conseguir células de cualquier órgano mediante la reprogramación de células madre adultas, mucho más fáciles de conseguir. La revista Science consideró este descubrimiento como el más trascendente del 2008. El científico español Juan Carlos Izpisúa, por ejemplo, ha desarrollado células de corazón a partir de un pelo... también es posible a partir de la grasa corporal. Esto es el futuro: la medicina regenerativa.

¿Cómo nació el Instituto que ahora dirige?

Cuando llegué a la Universidad Católica no había una actividad bioética organizada. Yo propuse iniciar el Instituto de Ciencias de la Vida para que englobara todas las ciencias relacionadas con la vida de esta Universidad. La actividad del Instituto de divide en dos áreas, el primero de ellos, el Máster de Bioética. Este año celebramos la tercera edición y contamos con más de un centenar de alumnos, unos 40 de ellos acuden a nuestra sede en Cuba. En el Master, principalmente preparamos a las personas para que trabajen en los comités de ética de los hospitales. En España, se requiere que un porcentaje determinado de los miembros posea un master oficial de ética, y en la Comunitat solo se encuentra el de la propia Conselleria (el EVES) y el de la Universidad Católica.

Algunos de los alumnos han decidido seguir con el doctorado e inician proyectos de investigación relacionados con la bioética. Las tesis doctorales abarcan desde el uso que las jóvenes valencianas hacen de la píldora del día de después, al estudio del destino de los residuos humanos de los abortos. En concreto, esta última investigación la dirijo yo y es especialmente relevante porque nuestra legislación no está bien ordenada en esta área. Otra tesis, por ejemplo, versa sobre el establecimiento del momento de la muerte porque hay discusión acerca de si es moral extraer un órgano de una persona para un transplante cuando el corazón aún late.

La otra actividad del Instituto es el Observatorio de Bioética, ¿en qué consiste?

Está orientado fundamentalmente a la difusión y formación de la Bioética. La principal herramienta de la que disponemos para ello es nuestra web (http://www.observatoriobioetica.com) que, con más de 100.000 visitas durante 2008 y una media diaria de 460 visitas, es posiblemente el portal de Bioética más visitado en España.

La web ofrece un importante fondo documental, además de informes y presentaciones que elaboramos y que se pueden utilizar libremente, sin tener que pedir permiso o citar la fuente. También se pueden descargar videos y nuestro programa semanal de radio, existe un apartado con la legislación sobre la materia y un listado de los 150 libros sobre bioética que prestamos. Hemos añadido hace poco una sección de revistas con los índices de cada edición y cada 12 días aproximadamente ofrecemos un servicio de prensa llamada Provida Press que compilo yo con artículos de interés procedentes de una treintena de revistas de bioética y biomedicina y que en este momento llega a más de 13.000 receptores directos.

Además, este mes hemos inaugurado la sección “2009 Año de Darwin y el evolucionismo”, un foro de discusión conducido por expertos en la materia. Ahí vamos a hablar de diseño inteligente, de principio antrópico, evolucionismo, neodarwinismo y de creacionismo – que, por cierto, no seguimos porque es tomar al pie de la letra lo que dice la Biblia sobre la creación y eso resulta imposible de sostener desde un punto de vista científico. Será un debate abierto a todas las corrientes, no solo a aquellos que sean más acordes con el pensamiento católico, aunque evidentemente defenderemos nuestra postura.

Otro de los trabajos que se realizan desde el Observatorio es la reflexión sobre documentos propios de la Iglesia. Recientemente hemos estudiado el Dignitas persone, publicado por la Congregación para Doctrina la Fe y que regula moralmente las técnicas sobre la vida humana que se inicia como la procreación asistida, la clonación humana, los embriones congelados, etc.

Dedicará muchas horas de estudio para estar al día...

Si se quiere dar una opinión fundada sobre temas de actualidad hay que estudiar. Me llaman constantemente los medios de comunicación, ahora mismo, por ejemplo, como usted comprueba, para opinar sobre la Ley del Aborto… nuestra misión es estar atentos para presentar y estimular los caminos éticos que permitan llegar a los fines médicos y sociales que se persigan.

Volviendo a sus inicios, su trayectoria investigadora en trombosis fue larga y fructífera, ¿cómo empezó esa aventura?

Con 23 años en el Laboratorio Clínico de la Universidad de Navarra donde entré a trabajar en 1960 tras licenciarme en Medicina. Dentro de la Patología que era mi especialidad, me dediqué a temas de trombosis y hemostasia. Conseguí el premio extraordinario por mi tesis doctoral, que fue un gran honor para mí porque era el primero que la Universidad concedía en Medicina, junto con el otorgado al doctor Jesús Florez. Tras tres años en Hematología, me pasé a la Cátedra de Bioquímica para profundizar en los procesos relacionados con mi especialidad. Realicé después estancias en Italia y Noruega y empecé a publicar trabajos de investigación, uno de ellos en Nature Genetics. Por motivos personales volví a Valencia con mi familia y me fui abriendo camino, en diferentes centros, hasta que inauguraron el Hospital de La Fe y concursé a la plaza de jefe de Sección en el Laboratorio Clínico donde me encargaría de la parte de Hematología. Ocupé un año después el cargo de jefe de Servicio y, al poco tiempo, fui nombrado jefe de Departamento.

Entonces, los laboratorios clínicos estaban adscritos a las distintas cátedras. Yo tuve la oportunidad de reunir todos los laboratorios de La Fe en un Departamento y eso dio a la especialidad una dignidad y una categoría dentro del Hospital que no existía en ningún otro centro español. Me rodeé de un grupo de jóvenes residentes e iniciamos juntos una serie de proyectos. Más adelante, apoyé firmemente la iniciativa del jefe de Departamento de Medicina Interna, el doctor José Báguena, de crear el primer Centro de Investigación en un laboratorio de un hospital público de España. Aquí potenciamos la investigación transversal y los conocimientos de investigación básica que producíamos en las distintas áreas, se transferían rápidamente a la Clínica.

Conseguí que los cinco investigadores que trabajaban conmigo se quedaran en el Centro con plaza fija. Uno de mis retos era cambiar el concepto de científico que trabaja por amor al arte, con pocos recursos, para que los miembros de mi equipo tuvieran el mismo salario que cualquier otro doctor del Hospital. La estabilidad económica permite trabajar con mayor tranquilidad y rendimiento.

En ese tiempo sus investigaciones fueron apareciendo en publicaciones de gran impacto.

Fuimos el grupo español que más publicó en la revista oficial de la Asociación Internacional Trombosis y Hemostasis, pero otras publicaciones incluían el Lancet, New England o Nature. Además, mi equipo empezó a realizar estancias en el extranjero, cada uno de ellos pasó al menos dos años en Estados Unidos para investigar pero también para reforzar el inglés del grupo. El escaso dominio de este idioma ha sido siempre uno de nuestros “handicaps”, aunque nos esforzamos para que nos entendieran en los congresos.

Al final de esta etapa de mi vida, conseguí publicar más de 500 trabajos de investigación. El factor de impacto medio era 3,1, aunque los 15 trabajos de mayor impacto superaban los 16 puntos de media. Lo que me alegra es que lo hicimos solo con residentes, de manera que, con esfuerzo y constancia, siempre se puede hacer investigación de calidad, aunque no se disponga de científicos extranjeros relevantes. Otros de mis logros fueron las 5.000 citaciones y un Índice H de 35 que, en el momento de dejar el Hospital, era de los primeros de la Comunitat Valenciana.

Recibió por su trabajo muchos premios, ¿cuál le hizo especial ilusión?

El premio nacional Alberto Sols de Investigación en 1998 porque me costó de conseguir y, a mi juicio, era el mejor en investigación básica que se concedía en la Comunitat. Ese mismo año se celebraba el centenario del Colegio de Médicos y también me concedieron el premio Grisolía de Investigación Básica. Esto fue especialmente emocionante porque fue una convocatoria extraordinaria. Pero creo que el reconocimiento que más ilusión me ha hecho en mi vida ha sido el que me concedieron en 2006. La Conselleria de Sanidad convocó un premio llamado Salud y Sociedad para la mejor trayectoria profesional de la Comunitat y en su primera convocatoria me lo dieron. La peculiaridad es que te tenía que presentar tu hospital y entre los propuestos por todos los hospitales elegían al premiado. Fue un gran honor para mí que el equipo de Dirección y la Comisión de Investigación del Hospital La Fe, en el año de mi jubilación, me propusieran. Después hay premios “menores” por actividades sociales que también me han llenado mucho.

Fuente: RUVID
Derechos: Creative Commons
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