Número de resultados (ordenados cronológicamente): 46525
Cada año se dan 250 millones de nuevos contagios de malaria. Foto: US Army.
En la imagen, damnificados tras el terremoto en Haití. Foto: Cruz Roja Internacional.
Simulación artística de una hoja de grafeno ondulada. Imagen: Jannik Meyer, Universidad de Manchester (c).
La mitad del alumnado encuestado afirmó haber sido objeto de burlas, rumores, intimidación física o agresiones más graves, al menos durante algún tiempo. Imagen: Beboehmer
Científicos de la Universidad de Stanford y de la Universidad de California en San Francisco (EE UU) han desarrollado una técnica para ‘desarmar’ al parásito de la malaria que consiste en hacerlo depender del suministro externo de una sustancia química vital. La cepa domesticada de Plasmodium, el parásito unicelular causante de la malaria, podría dejar de provocar la enfermedad.
Los datos de posicionamiento del teléfono móvil pueden utilizarse para rastrear los desplazamientos de la población cuando se producen catástrofes y brotes de epidemias. Así lo indica un estudio, publicado esta semana en la revista PLoS Medicine, que revela cómo se pueden obtener informes sobre la ubicación de las personas afectadas y que necesitan ayuda solo unas horas después de recibir los datos.
Mucha gente se pregunta por qué hay alumnos que abusan de sus compañeros. El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Illinois, ambos en EE UU, han cambiado el enfoque y se han cuestionado cómo responden las víctimas al bullying. La respuesta: unos optan por hacer nuevos amigos, algunos quieren ser ‘guays’ y otros intentan pasar desapercibidos.
Las propiedades del grafeno –un material de un átomo de grosor, el más delgado jamás obtenido– podrían aprovecharse para conseguir un internet ultrarrápido, según una investigación conjunta de las universidades de Manchester y Cambridge (Reino Unido) en la que participan los científicos rusos Andre Geim y Kostya Novoselov, ganadores del premio Nobel de Física en 2010.
Alfredo Gil recrea, con la ayuda de la serigrafía y la informática, panorámicas que se solían pintar mediante xilografía.