El amanecer de los dinosaurios: un hallazgo obliga a repensar su evolución temprana

Al noroeste de Argentina, paleontólogos descubrieron uno de los más antiguos dinosaurios conocidos hasta la fecha, cuyos restos redefinen lo que se sabía sobre el ascenso de esta familia de animales en su camino hacia el dominio global.

Anteavis crurilongus vivió hace 230 millones de años
Ágil, pequeño y antiguo: Anteavis crurilongus vivió hace 230 millones de años en lo que hoy es el noroeste de Argentina. / Jorge Blanco.

Durante más de 150 millones de años, dominaron el planeta. Adoptaron las más diversas formas y se adaptaron sumamente bien a sus entornos. Sin embargo, su origen aún permanece oscuro. Cómo fue el ascenso y las primeras épocas de los dinosaurios en la Tierra continúa siendo motivo de intenso debate.

“Son muy pocos los lugares del mundo que conservan fósiles tan antiguos y bien preservados”, cuenta a SINC el paleontólogo argentino Ricardo Martínez. “Uno es la Formación Santa Maria, en el estado brasileño de Rio Grande do Sul; el otro es la Formación Ischigualasto”.

Anteavis era un animal pequeño, bípedo y carnívoro. Los científicos estiman que medía aproximadamente 1,60 metros de largo y que superaba los 8 kilos

Justamente allí, en el noroeste de Argentina, este científico y su equipo descubrieron los restos de un pequeño dinosaurio que desafía lo que hasta ahora se sabía de la evolución temprana de estos animales. “Es uno de los dinosaurios más antiguos y primitivos hasta ahora conocidos”, explica este investigador del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de San Juan.

Era un animal pequeño, bípedo y carnívoro. Si bien no han encontrado todos sus restos, los científicos estiman que medía aproximadamente 1,60 metros de largo, de la cabeza a la cola, y que superaba los 8 kilos de peso. “Era del tamaño de un pavo, pero con cola”, describe Martínez, quien, como revela en un artículo publicado hoy en la revista Nature Ecology & Evolution, lo llamó Anteavis crurilongus (o “antecesor de las aves de piernas largas”).

Un paraíso paleontológico

Se lo conoce como Valle de la Luna, y con razón. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000, el Parque Provincial Ischigualasto, en la provincia de San Juan en Argentina, exhibe un paisaje de formaciones rocosas rojas, marrones y verdes, esculpidas por la erosión a lo largo de más de 230 millones de años.

Los turistas solo acceden al 10 % de la cuenca. El resto es un paraíso para geólogos y paleontólogos, que lo exploran de manera sistemática desde hace 40 años.

En este valle donde reina un silencio ancestral, los científicos han encontrado restos de una fauna extraordinaria: ancestros de mamíferos, parientes remotos de los cocodrilos y, sobre todo, dinosaurios primitivos como los carnívoros Herrerasaurus ischigualastensis, Sanjuansaurus gordilloi y el pequeño Eodromaeus murphi, que pesaba apenas cinco kilos. En 1991, Ricardo Martínez descubrió allí los fósiles de Eoraptor lunensis, un depredador omnívoro de no más de 1,20 metros de largo y 35 centímetros de alto, considerado el ‘padre evolutivo’ de los saurópodos, los colosos herbívoros de cuello largo que dominarían eras posteriores.

Mediante el análisis de las rocas y de los paleosuelos -antiguos suelos fosilizados-, la geóloga Carina Colombi pudo determinar cuándo vivió Anteavis y cómo era su entorno

La riqueza fósil de esta formación es tal que los científicos locales no dan abasto. A escala provincial, solo hay tres paleontólogos de vertebrados. Cada vez que regresan del campo con nuevos hallazgos, los catalogan y los guardan sin preparar en armarios. Con el tiempo, los van estudiando. A veces pueden pasar varios años entre el descubrimiento y la publicación de un artículo científico.

Eso fue exactamente lo que ocurrió con este nuevo dinosaurio. Descubierto en 2014 en una zona del parque conocida como Cancha de Bochas, cerca del circuito turístico, su preparación y estudio se completaron recién en años recientes.

Mediante el análisis de las rocas y de los paleosuelos -antiguos suelos fosilizados-, la geóloga Carina Colombi pudo determinar cuándo vivió Anteavis y cómo era su entorno. “El clima era árido”, explica esta investigadora de la Universidad Nacional de San Juan. “Antes se creía que los períodos cálidos y húmedos favorecían la aparición de nuevas especies, pero la evolución no siempre responde a ese patrón. Lo que observamos es que los dinosaurios prosperaron en momentos de aridez”.

En la Formación Ischigualasto, se descubrieron algunos de los dinosaurios más antiguos

En la Formación Ischigualasto, se descubrieron algunos de los dinosaurios más antiguos hasta ahora conocidos. / Gentileza Museo de Ciencias Naturales | UNSJ

Secretos antiguos

Además de pequeño, Anteavis era un dinosaurio bípedo y carnívoro. Mediante el análisis microscópico de los huesos, el equipo pudo determinar que este espécimen tenía 12 años a la hora de morir. Su tibia -uno de los huesos principales de las patas- era bastante larga en proporción al resto del cuerpo. “Eso no lo hemos visto en otros dinosaurios antiguos”, comenta Martínez. “Seguramente, era un corredor muy ágil”.

Anteavis es tan antiguo que, temporalmente, los seres humanos estamos más cerca del Tyrannosaurus rex -que vivió exclusivamente en el hemisferio norte- que el propio T. rex de Anteavis.

Anteavis es tan antiguo que, temporalmente, los seres humanos estamos más cerca del Tyrannosaurus rex que el propio T. rex de Anteavis

Esta especie pertenecía al grupo de los terópodos, los dinosaurios carnívoros bípedos de los que más tarde evolucionaron las aves. Pero al examinar con detalle los fósiles, los investigadores se llevaron otra sorpresa: en su anatomía ya asomaba una serie de rasgos que hasta ahora se consideraban exclusivos de un grupo más avanzado, los neoterópodos. “En este fósil observamos, por primera vez, características que antes solo se veían en dinosaurios más ‘jóvenes’, es decir, que evolucionaron mucho después”, explica el paleontólogo Martín Ezcurra, del Museo Argentino de Ciencias Naturales ‘Bernardino Rivadavia’.

Entre estas características figuran huesos de la cadera soldados; vértebras adicionales; piernas largas y especializadas. Esto sugiere que la evolución temprana de los dinosaurios fue más rápida y diversa de lo que se creía, y que estos rasgos avanzados aparecieron muy pronto, en lugar de evolucionar lentamente.

El mundo en el que vivió Anteavis era muy distinto al actual. Hace unos 230 millones de años, todos los continentes estaban apiñados en lo que se conoce como el supercontinente Pangea. La región que hoy ocupa Ischigualasto era entonces una sabana poblada de coníferas, palmeras y helechos, bajo un clima cálido y árido.

El hallazgo de este nuevo dinosaurio llevó a los paleontólogos a revisar los fósiles almacenados en sus colecciones. Concluyeron que, entre los animales pequeños que habitaron la región, los dinosaurios eran los más numerosos

“El ambiente estaba marcado por ríos y amplias llanuras de inundación, donde habitaban estos animales”, cuenta Colombi. “El clima estaba afectado por los gases de efecto invernadero liberados por la intensa actividad volcánica. Esos cambios climáticos moldearon la evolución de la vida”.

En aquel tiempo, los dinosaurios aún no dominaban los ecosistemas. Eran solo uno más entre muchos grupos de reptiles, y representaban alrededor del 5 % de la fauna del período. “Anteavis nos muestra que existía una diversidad mucho mayor, tanto en formas como en especies, de lo que imaginábamos”, dice Ezcurra.

El hallazgo de este nuevo dinosaurio llevó a los paleontólogos a revisar cuidadosamente los fósiles almacenados en sus colecciones. Tras varios meses de análisis, concluyeron que, entre los animales pequeños que habitaron la región, los dinosaurios eran los más numerosos. Llegaban casi al 70 %. “Los dinosaurios surgieron como animales de tamaño reducido”, explica Martínez. “Y eso influye en sus posibilidades de conservación: cuanto más pequeños, menos probable es que se preserven en el registro fósil”.

Anteavis crurilongus

Anteavis crurilongus contaba con una tibia -uno de los huesos principales de las patas- bastante larga en proporción al resto del cuerpo. / Gentileza Museo de Ciencias Naturales | UNSJ

Al borde de la extinción

El descubrimiento ofrece a los científicos nuevas claves para repensar los orígenes de los dinosaurios: cómo surgieron, cómo se diversificaron y cómo alcanzaron dimensiones colosales. Hasta ahora se pensaba que el llamado ‘evento de diversificación de los dinosaurios’ (dinosaur diversification event, en inglés) había sido un proceso gradual y continuo. “Nuestros datos desafían esta visión”, remarca este investigador.

Eso es lo que vemos representado en Ischigualasto: el momento de la eclosión de estos animales, cuando empezaron siendo abundantes, pero en tamaños pequeños

Ricardo Martínez, paleontólogo argentino

Según el equipo, cuando los dinosaurios aparecieron, su expansión fue rápida y explosiva. Tras un período de lluvias intensas y en el que se formaron ríos y lagos -el ‘episodio pluvial del Carniense’, hace más de 232 millones de años-, gran parte del mundo se volvió seco, casi desértico. “Fue entonces cuando los dinosaurios prosperaron y se volvieron muy numerosos”, advierte Martínez. “Eso es lo que vemos representado en Ischigualasto: el momento de la eclosión de estos animales, cuando empezaron siendo abundantes, pero en tamaños pequeños”.

Las rocas revelan un pasado agitado. Los científicos cuentan que apenas dos millones de años después, hace 228 millones de años, el suroeste de Pangea experimentó un cambio climático abrupto, acompañado por intensa actividad volcánica, que casi llevó a los dinosaurios a la extinción. “15 millones de años más tarde lograron recuperarse y volver a ser abundantes, esta vez con especies de mayor tamaño corporal”, concluye Martínez. “Fue entonces cuando comenzó su largo dominio, que se extendería por más de 150 millones de años”.

Fuente:
SINC
Derechos: Creative Commons
Artículos relacionados