Investigadores de la Universidad de Boston sugieren que los recuerdos de momentos cotidianos adquieren más fuerza cuando se asocian a un hecho significativo: algo sorprendente, gratificante o con carga emocional. Los resultados del estudio podrían servir para mejorar el aprendizaje y desarrollar tratamientos frente a problemas de memoria.
La dirección de las ondas lentas cerebrales depende de la excitabilidad de las neuronas. Un modelo computacional demuestra que no es solo la anatomía la que determina cómo se propagan estas oscilaciones.
Investigadores finlandeses han analizado cómo el cerebro reacciona de forma inmediata ante escenas de acoso. Estas imágenes despiertan de manera instantánea circuitos ligados a la emoción y la respuesta a amenazas.
La forma en que procesamos la información cambia según lo que podemos ganar o perder. Una investigación revela que esta dinámica influye en nuestra tendencia a aceptar afirmaciones falsas, especialmente cuando provienen de personas cercanas.
Un consorcio internacional ha registrado la actividad de más de 650 000 neuronas en ratones y ha publicado dos estudios en Nature que concluyen que el cerebro distribuye las señales de decisión por todo su volumen. Los hallazgos cuestionan el modelo jerárquico tradicional.
El estudio ha caracterizado las representaciones neuronales implicadas en el borrado de memorias negativas. Los resultados podrían ayudar a mejorar las terapias para trastornos como el estrés postraumático.
Esta condición provoca que las personas no sientan placer al escuchar música. Un nuevo estudio explora su origen en una desconexión cerebral para entender mejor cómo el cerebro procesa los estímulos positivos.
Un estudio longitudinal de la Universidad Northwestern de EE UU muestra, tras 25 años de investigación, que algunas personas mayores mantienen una memoria equivalente a la de individuos de 50 años, gracias a cerebros resistentes y a estilos de vida marcados por la sociabilidad.
Un estudio en Nature Neuroscience muestra que señales visuales de enfermedad, presentadas en un entorno de realidad virtual, activan zonas cerebrales de alerta y desencadenan una respuesta inmunitaria similar a la provocada por patógenos reales.
Una investigación sugiere que el período pandémico pudo haber acelerado el envejecimiento del cerebro en aproximadamente 5,5 meses. Este deterioro anticipado podría deberse al aislamiento social y la soledad, factores que contribuyen a cambios estructurales en el cerebro.