Antes de que Richard Owen pronunciara por primera vez la palabra ‘dinosaurio’ en 1841, muchos naturalistas ya habían comenzado a extraer del suelo grandes restos fósiles sin saber exactamente a qué pertenecían. Incluso llegaron a confundir el fémur del primer terópodo descubierto con el escroto de un gigante y lo llamaron 'Scrotum humanum'.