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Un equipo internacional ha reproducido en un laboratorio las condiciones gravitatorias que se dan en el espacio. Gracias a este sistema han comprobado, en moscas de la fruta (Drosophila melanogaster), que la falta de gravedad altera algunas funciones biológicas fundamentales de los seres vivos como el crecimiento y el comportamiento animal. El hallazgo podría suponer un avance en la creación de nuevos sistemas de soporte vital en futuras misiones espaciales.
Un grupo de investigación, en el que han participado investigadores españoles, ha logrado recrear en laboratorio, gracias a un simulador magnético, las condiciones de microgravedad que existen en el espacio.
Este estudio, que se publica en la revista Interface de la Royal Society, confirma que los seres vivos que se desarrollan en el espacio pueden presentar alteraciones en algunas funciones biológicas fundamentales, como el crecimiento, la proliferación celular, el desarrollo y el comportamiento animal.
Tanto en los experimentos desarrollados hasta ahora con insectos en el espacio, como en los de este trabajo, en el que se han empleado moscas de la fruta, se observó en ellos un comportamiento acelerado, con movimientos más rápidos de lo habitual. “Esto podría estar relacionado con el envejecimiento prematuro, observado en estudios previos, que sufren las moscas que han vivido en el espacio”, apunta Raúl Herranz, investigador del Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC.
El experto apunta que con la recreación conseguida se podrán realizar pruebas para “anticipar los posible efectos espaciales y reservar la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en ingles) sólo para experimentos clave”.
Actualmente, “la investigación en instalaciones espaciales como la ISS es la única forma de obtener microgravedad de calidad, muy próxima a la verdadera gravedad cero”, reconoce Herranz. Aunque uno de los inconvenientes de realizar una misión espacial es que las condiciones de trabajo limitan los resultados y la posibilidad de comprobación.
Gravedad cero de laboratorio
El simulador utilizado en este estudio consiste en un aparato capaz de generar en un espacio muy pequeño un campo magnético de gran intensidad, 200.000 veces superior al de la Tierra. Este campo permite la levitación de materiales aunque no sean ferromagnéticos, sino diamagnéticos, como el agua. “Los seres vivos pueden levitar dentro de este aparato porque están compuestos en un 75% de agua”, añade el experto.
Herranz recuerda que la principal limitación de este sistema es “el tamaño de la muestra que puede introducirse en el área de microgravedad, cuyo espacio equivale aproximadamente a un dedal de costura”.
“Los resultados permiten vislumbrar cómo los seres vivos pueden adaptarse a condiciones ambientales no óptimas para su existencia. Por ello podría ayudar a preparar futuros sistemas de soporte vital en misiones espaciales, o incluso en el camino hacia una hipotética colonización de Marte”, opina el investigador.
Además, “aportan pistas de cómo seremos capaces de afrontar los posibles variaciones ambientales derivadas del cambio climático global, al que se enfrentarán todos los seres vivos de la Tierra”, concluye Herranz.
Referencia Bibliográfica
Richard J. A. Hill, Oliver J. Larkin, Camelia E. Dijkstra, Ana I. Manzano, Emilio de Juan, Michael R. Davey, Paul Anthony, Laurence Eaves, F. Javier Medina, Roberto Marco, Raul Herranz. “Effect of magnetically simulated zero‐gravity and enhanced gravity on the walk of the common fruitfly”. Journal of the Royal Society Interface. DOI: 10.1098/rsif.2011.0715