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El almacenamiento geológico del dióxido de carbono, en estudio

Inyecciones contra el cambio climátiCO2

En Asturias las emisiones de CO2 han aumentado en los últimos años, y ya han rebasado la barrera del 15% del total de todo el país, según investigadores del Grupo de Subsuelo y Medio Ambiente de la Universidad de Oviedo. Frente a esta situación, existen diversos frentes y enfoques para luchar contra los gases que producen el efecto invernadero. Y uno de ellos es el almacenamiento geológico de CO2.

Jorge Loredo y su equipo despliegan el material de trabajo sobre el terreno. Imagen: Jorge Loredo

“Hay posibilidades, a medio o largo plazo, de almacenamiento geológico de CO2. Pero es necesario un estudio en profundidad de las características del subsuelo para evitar problemas”, explica Jorge Loredo, coordinador, junto a Fernando Pendás, del Grupo de Investigación de Subsuelo y Medio Ambiente de la Universidad de Oviedo.

Para que puedan reducirse por la vía subterránea los millones de toneladas de CO2 que se vierten a la atmósfera cada año, es necesario que los depósitos presenten determinados rasgos geológicos. “Las condiciones de las formaciones almacén incluyen una alta permeabilidad y una formación sello que impida la fuga hacia niveles superiores”, indica Loredo.

Pero las peculiaridades de esta técnica no terminan aquí. Para poder almacenar el CO2 en formaciones permeables profundas, el gas se inyecta en estado supercrítico, es decir: un intermedio entre gas y líquido. Esa característica permite inyectar un mayor volumen de CO2 y que quede atrapado en los sistemas de flujo subterráneo, otro aspecto que requiere una investigación concienzuda.

Dentro de esta línea de investigación, el grupo de Subsuelo y Medio Ambiente de la Universidad de Oviedo participa en el proyecto CUCACO2, cofinanciado por el Plan de Ciencia y Tecnología del Principado. El objetivo de este proyecto es el estudio detallado de las formaciones geológicas de la cuenca carbonífera central asturiana que pudieran servir como almacén (y que se buscan en profundidades superiores a los 800 metros).

Y es que, a medio o largo plazo, las capas no explotadas de los yacimientos de carbón podrían llegar a utilizarse como almacenes de CO2, aunque es una opción aún en estudio en países como Alemania, Francia, Inglaterra, y EE UU, donde también se estudia la extracción asociada de metano.

¿Nuevas formaciones geológicas?

Reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera es el objetivo del proyecto de investigación nacional CENIT CO2 (Consorcio Estratégico Nacional en Investigación Técnica del CO2). En este proyecto participa el mismo grupo de investigadores de la Universidad de Oviedo, que se centra en el estudio de las posibilidades de diversas formaciones geológicas para almacenar dióxido de carbono.

“El objetivo es seleccionar una formación permeable profunda para almacenamiento geológico de CO2 en un lugar adecuado, lo más cercano posible a una planta de generación eléctrica de Endesa”, resume Loredo.

El proyecto de investigación CENIT CO2 está liderado por ENDESA Generación con la colaboración de Unión FENOSA y su campo de estudio sobre el dióxido de carbono abarca la reducción de emisiones, su captura y almacenamiento, así como la utilización y destrucción de la molécula del CO2. En este proyecto, que cofinancia el Ministerio de Industria, participan otras 12 empresas y 16 organismos de investigación.

Aguas ácidas de la mina

La minería del carbón, y en especial las minas abandonadas, puede producir un tipo de contaminación que ha supuesto graves problemas en el entorno natural de Reino Unido, Canadá o EE UU. Son las aguas ácidas de la mina, un corrosivo que puede dañar el entorno y los ecosistemas fluviales. Su formación comienza por la exposición al aire y al agua de sulfuros de hierro. Al oxidarse, estos sulfuros generan ácido sulfúrico y sulfatos metálicos solubles que, a su vez, acidifican y contaminan el agua que se filtra en el terreno.

Sin embargo, Loredo señala que en Asturias este fenómeno no ha supuesto daños al entorno natural: “El carbón de la cuenca central asturiana no produce aguas ácidas debido al poco azufre que contiene”.

Contaminación por mercurio

Aunque ya no estén activas, las minas de mercurio de La Soterraña, en Lena, y La Peña y El Terronal, en el concejo de Mieres, continúan emitiendo un cierto nivel de contaminación a través del agua de mina y los lixiviados de las escombreras. Esta agua, que también es ácida, contiene ácido arsénico, sulfatos y metales pesados.

Pero el impacto del agua de mina en el caso de La Soterraña y La Peña-El Terronal no se registra en un área extensa: “El problema medioambiental es importante, aunque está muy localizado en el entorno de las viejas explotaciones”, según Loredo. Y precisamente para generar conocimientos que permitan reducir el problema trabaja su equipo de investigación.

En cuanto a la contaminación que pueden producir las minas en activo, Loredo afirma que “ hoy las empresas mineras cuidan el medio ambiente, obligadas como están por una legislación que se enfoca al desarrollo sostenible, y los principales problemas que tenemos ahora en Asturias están producidos por minas abandonadas”.

Fuente: FICYT
Derechos: Creative Commons
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