Un diente fósil de reno demuestra que estos robustos animales vivían en Atapuerca hace más de 200 mil años. Su descubrimiento sugiere que convivió con seres humanos primitivos y que los animales pertenecientes a zonas gélidas llegaron a la península ibérica gracias al impacto que tuvieron las glaciaciones sobre el clima.
La producción de este material libera microplásticos y sustancias químicas que impactan en la salud de las personas y el medioambiente. Según publica un grupo de expertos en The Lancet, esta amenaza no está reconocida lo suficiente e instan a elaborar un pacto internacional para controlar fabricación.