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Desde hace días se esperaba que la colada del volcán de Cumbre Vieja llegara al mar y esta noche ha sucedido. Los efectos han sido inmediatos por el choque térmico: nubes de gases calientes con ácido clorhídrico que se irán diluyendo en la atmósfera y se emitirán mientras la lava mantenga su encuentro con el agua marina.
Decenas de investigadores se han trasladado a La Palma para seguir la nueva erupción en la isla, coordinados con los colegas que trabajan desde sus centros. El registro de seísmos, las mediciones de gases, los análisis químicos de las muestras, las imágenes aéreas y los cálculos de riesgos ofrecen datos cruciales para que los equipos de emergencia puedan proteger a la población.
El seguimiento de los seísmos que precedieron a la erupción en La Palma, la deformación del terreno, el avance de la lava, las casas destruidas y las emisiones no sería posible sin los satélites que están ayudando durante esta emergencia, especialmente los centinelas del programa europeo Copernicus.
Cerca de un millar de físicos y físicas de todo el mundo han presentado esta semana los últimos resultados sobre la búsqueda de materia y energía oscuras, ondas gravitacionales, neutrinos y otras astropartículas. Entre ellos, la cosmóloga italiana Licia Verde explica cómo avanzan las investigaciones y los experimentos más punteros sobre nuestro universo.
Hasta ahora la búsqueda de exoplanetas con indicios de vida se ha centrado en los más parecidos a la Tierra. Investigadores de la Universidad de Cambridge plantean que también podrían ser habitables –al menos para la vida microbiana– un conjunto de planetas cubiertos de océanos, con temperaturas elevadas y una atmósfera rica en hidrógeno.
Siguiendo los movimientos de los monos aulladores negros por la selva y ruinas mayas de Palenque (México), un equipo de biólogos ha comprobado –por primera vez en animales salvajes– que sus mapas cognitivos incorporan información métrica: pueden estimar la distancia y el ángulo de sus rutas para llegar a sus destinos. Son los protagonistas de nuestra sección semanal #Cienciaalobestia.
Como cada verano, nuestro planeta cruza los restos que ha dejado un cometa y sus pequeñas partículas generan ‘estrellas fugaces’ al chocar contra la atmósfera terrestre. Este año las mejores noches para verlas son las del 11 al 12 de agosto y la siguiente, del 12 al 13, cuando estos meteoros alcanzan su máximo y el tenue brillo de la luna no impide su observación. Se podrán contar hasta 50 en una hora.
Mil años antes de que naciera Pitágoras, en la Antigua Babilonia ya se trazaban triángulos y ternas pitagóricas para delimitar las tierras. Así lo confirma una pieza de arcilla de hace 3.700 años redescubierta en un museo de Estambul (Turquía) por un matemático australiano.
Durante la primera quincena de este mes se puede observar durante toda la noche a Saturno, que este 2 de agosto está en oposición respecto al Sol, y a Júpiter, saliendo por el este al anochecer y poniéndose por el oeste al amanecer.
Esta astrofísica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE UU) está empeñada en observar un planeta extrasolar parecido al nuestro y, para poderlo ver, su sueño es desplegar un enorme ‘girasol’ en el espacio que oculte la cegadora luz de su estrella anfitriona. Es una de las aventuras en las que está embarcada y que cuenta en su último libro, Las luces más diminutas del universo, una historia de amor, dolor y exoplanetas.