La luz intermitente que emiten los púlsares, los relojes más precisos del universo, sirve a los científicos para verificar la teoría de la relatividad de Einstein, sobre todo cuando estos objetos se emparejan con otra estrella de neutrones o una enana blanca e interfiere su gravedad. Pero esta teoría se podría analizar mucho mejor si se encontrara un púlsar con un agujero negro, salvo en dos casos puntuales, según informan investigadores de España y la India.
Descubrir un pulsar orbitando un agujero negro podría ser el ‘santo grial’ para testear la gravedad. / SKA Organisation/Swinburne Astronomy Productions
Plásmidos de ADN sujetos al exterior de un cohete pueden sobrevivir al lanzamiento y al vuelo espacial. / Adrian Mettauer
Representación artística del sistema MY Cam. Las proporciones entre las componentes reflejan los resultados del análisis. Las estrellas están deformadas por su rapidísima rotación y la atracción gravitatoria de la compañera. / Javier Lorenzo (Universidad de Alicante)
Un estudio sobre el sistema binario MY Camelopardalis demuestra que las estrellas más masivas se forman por fusión de otras más pequeñas, como ya predecían los modelos teórico. Las observaciones las han efectuado investigadores profesionales de la Universidad de Alicante, el Centro de Astrobiología y el Instituto de Astrofísica de Canarias, junto a astrónomos aficionados.
Este mes la sonda europea Rosetta ha hecho historia al ser la primera en orbitar un cometa y, con algunos tropiezos, aterrizar en él. Hace nueve años, la sonda japonesa Hayabusa ('halcón peregrino') también marcó un hito cuando llegó a un asteroide, pero además, recogió muestras y las trajo a la Tierra. En pocos días su sucesora, Hayabusa-2, despegará con una misión: mejorar la hazaña y no repetir los fallos del pasado. El lanzamiento, previsto para el 30 de noviembre, se ha retrasado al 3 de diciembre por causas meteorológicas.
Misteriosas alineaciones entre los ejes de giro de los cuásares y las estructuras a gran escala en las que habitan. / ESO
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha facilitado las imágenes recogidas por el instrumento OSIRIS de la sonda Rosetta, que muestran el impresionante viaje del módulo Philae cuando tomó contacto y volvió a elevarse sobre el cometa 67P el 12 de noviembre de 2014. De momento no se ha descubierto el lugar donde ahora está hibernando este robot.
El robot Philae ha consumido sus baterias y ha entrado en un estado de hibernación por la falta de iluminación solar en el desconocido lugar donde se encuentra, pero justo antes ha logrado transmitir la información científica que han recogido sus instrumentos sobre el cometa 67P/CG. De ahora en adelante no será posible ningún contacto, a menos que llegue a sus paneles solares luz suficiente como para despertarlo.
Entre estas dos instantáneas captadas por Rosetta se observa como aparece una mancha oscura, que los científicos relacionan con la nube de polvo que originó el primer aterrizaje del robot Philae, que también aparece con su sombra sobre el cometa. / ESA