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Jordi Puig-Suari, ingeniero aeroespacial

“Hemos democratizado el espacio con los nanosatélites”

El espacio siempre ha estado reservado para los gobiernos más ricos o empresas con capitales muy altos. Ahora, gracias a los pequeños satélites CubeSat, lanzar uno de estos aparatos es algo que se pueden permitir muchos más países y sectores. El ingeniero aeroespacial, Jordi Puig-Suari, es uno de sus inventores, pionero en la comercialización del espacio o New Space.

Jordi Puig-Suari, durante la entrevista en Madrid. / Emanuel Dal Molin

El ingeniero español Jordi Puig-Suari lleva décadas trabajando en la Universidad Politécnica Estatal de California (conocida como Cal Poly) en Estados Unidos. Allí es profesor y desarrolla tecnología espacial.

En 1999 creó, junto a su socio Robert ‘Bob’ Twiggs, los CubeSat, unos nanosatélites de 10 centímetros (también llamados 1U) que fueron pioneros en la comercialización del espacio o New Space, ahora fuertemente impulsado por Elon Musk (SpaceX) o Richard Branson (Virgin Galactic).

Estas pequeñas cajas de un kilogramo de peso tienen un diseño muy simplificado, pero pueden combinarse para formar sistemas más grandes (2U, 3U). Los primeros se lanzaron en 2003, y ahora ya han superado las 2.000 unidades.

Mientras que los satélites convencionales pueden costar varios cientos de millones de dólares, los CubeSats apenas rozan los 50.000

Gracias a este invento, los costes del espacio se han reducido drásticamente. Mientras que los satélites convencionales pueden costar varios cientos de millones de dólares, los CubeSat apenas rozan los 50.000. Se han convertido en un modelo estándar que ha sido adoptado por instituciones de todo el mundo. Con ellos, dice el experto, se pretende “democratizar el espacio” y que se convierta en un lugar alcanzable para todos y no solo para los países más ricos.

Puig-Suari también es cofundador de la empresa Tyvak Nano-Satellite Systems, que diseña, construye y suministra productos y servicios relacionados con los pequeños satélites. Hablamos con él antes de una de sus charlas sobre emprendimiento e innovación espacial, esta vez en Madrid en el Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI).

¿Cómo surgió la idea de los CubeSat?

Para la industria espacial es importante tener estudiantes que entiendan todo el proceso de una misión, es decir, desde el diseño hasta la construcción, las pruebas de control de calidad y el vuelo. Pero este proceso necesita mucho tiempo y excedía la línea académica de los alumnos. Entonces, el profesor Bob Twiggs y yo pensamos una solución para disminuir el tiempo: quitar capacidad al aparato. Diseñamos una caja de 10 cm en la que solo iba a contar con una radio, paneles solares, un transmisor y un medidor de temperatura. Eso ya era un avance brutal.

Lo que no nos esperábamos es que los estudiantes quisieran ir más allá y empezaran a añadir más cosas, como una cámara de fotos de un teléfono móvil. La idea nunca fue lo que hay ahora. La intención era simplemente hacer algo para que ellos pudieran aprender. Al final nos salió bien la jugada, pero no teníamos la visión desde el principio.

Modelo de CubeSat que contiene un laboratorio de biología en miniatura. / NASA y Ames Research Center

Además del tamaño, ¿qué tienen de especial estos minisatélites?

La gente se sorprende mucho, pero la verdad es que no estamos haciendo nada nuevo a nivel de misión. Los CubeSat hacen observación de la Tierra, comunicaciones, misiones científicas… Hacen lo mismo que los satélites grandes, pero más barato. No tienen la capacidad de un satélite más grande, pero el principio es el mismo. El cambio que han introducido los CubeSat es la mentalidad. Hasta ahora, el proceso de producción de un satélite era algo muy especial, muy caro, muy sofisticado y que requería mucha planificación. Solo estaba al alcance de unos pocos.

¿Cómo es esa mentalidad ahora?

Antes al espacio solo se llegaba por inversión pública por parte de ciertos países o empresas muy grandes con capitales muy altos. Ahora es cuando está empezando la inversión privada con capital mucho menor. De pronto, alguien que nunca había pensado en el espacio como algo que podía afectar a su negocio lo puede usar.

O sea que tiene aplicaciones en distintos sectores.

“Muchos países ya no dependen de satélites occidentales. Ahora piensan qué aplicaciones les interesan a ellos”

Exacto. A escala global, siempre hemos usado elementos del espacio, todos los días, solo que la gente no se daba cuenta, más allá del satélite que proporciona la información sobre el tiempo, o la televisión por satélite. Por ejemplo, cualquier ciudad está usando fotos de satélite para determinar el crecimiento urbano, dónde van a poner carreteras o si hay necesidad de agua. Ahora todo eso se va a multiplicar porque el precio va a bajar. Y la idea es bajar el precio cada vez más. Al final, nuestro logro no es tanto lo que hemos conseguido, sino lo que hemos facilitado a otras personas para que lo hagan ellas mismas. Es lo que mucha gente llama democratizar el espacio.

Con esta democratización, ¿quiénes son los grandes beneficiados?

Se podría pensar que esto beneficia sobre todo a los países en vías de desarrollo, pero aquí hablamos de países en desarrollo espacial. Hay países, como Australia, que a lo mejor estaban muy desarrollados a nivel tecnológico y económico, pero que de espacio no desarrollaban nada hasta este cambio de mentalidad. También países como Colombia o Perú ya pueden no depender de satélites occidentales. Ahora pueden pensar qué aplicaciones les interesan a ellos, que pueden ser distintas a las que interesan en Europa o Norteamérica.

“Se han lanzado más de mil, pero muchos cientos ya se han quemado en la atmósfera. La población permanente es pequeña”

Con tanta gente lanzando satélites, ¿no se genera mucha basura espacial?

Lo bueno de los CubeSat es que duran entre uno y tres años, así que los números reales no son los que la gente piensa. Se han lanzado más de mil, pero muchos cientos ya se han quemado en la atmósfera. La población permanente es pequeña. Es verdad que, aún así, vamos a tener muchos objetos orbitando, pero no hay que dejar de hacerlo. Hay que pensar en cómo lo solucionamos. Más que un problema, lo veo como un reto que hay que atacar.

¿Cómo será este negocio del espacio o New Space?

Será más global. Pero aún tienen que cambiar cosas, como ciertas regulaciones y leyes que hacen que el proceso sea muy lento. El problema que nos encontramos es que la burocracia en temas del espacio estaba construida alrededor de procesos antiguos en los que todo iba muy despacio. Antes ibas a lanzar un satélite y tardabas cinco años. Ahora se puede en seis meses, y las leyes no están preparadas. Podemos construir los satélites más rápido de lo que podemos hacer el papeleo.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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