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El Consejo de Ministros ha aprobado hoy la creación del Fondo Español para Latinoamérica y el Caribe (Fondo LAC) del Banco Mundial que cuenta con una aportación española de 40 millones de dólares, alrededor de 28,66 millones de euros.
El objetivo de este Fondo es impulsar la transferencia de conocimientos de España a los países de Latinoamérica y del Caribe, "para los que el modelo de desarrollo económico y social español de los últimos años es un referente", ha informado hoy el MInisterio de Economía y Hacienda.
El Banco Mundial (BM), institución de asistencia financiera y técnica para los países en desarrollo de todo el mundo, que concede préstamos, garantías y servicios de asesoría y asistencia técnica a países de renta media con el fin de promover su crecimiento económico sostenible, ha mostrado gran interés por estrechar su relación con España, para contar como socio especial y promover de forma conjunta el desarrollo económico y social en Latinoamérica y el Caribe, principal área de actuación del BM en 2008.
Con este Fondo se apoyarán estrategias del Banco en sectores clave para la región (infraestructuras, desarrollo sostenible, desarrollo del sector privado, gobernabilidad y rendición de cuentas) y para las empresas e inversores españoles.
El Fondo LAC permitirá a España tener un papel de liderazgo en las relaciones del Banco con una región que es prioritaria para la cooperación española y para las decisiones comerciales y de inversión de nuestro país.
Un equipo de investigadores del Instituto INGENIO (CSIC-UPV) y la Universidad de Oslo han analizado un total de 103 regiones europeas y ha concluido que aunque en general la desigualdad parece disminuir al aumentar las habilidades digitales de la población, si se analiza por grupos concretos, esta disminución solo se da entre las clases media y alta.
El crecimiento económico suele considerarse una forma segura de aumentar el bienestar de las personas en los países menos desarrollados. Sin embargo, un estudio dirigido por la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad McGill de Canadá sugiere que existen buenas razones para cuestionar esta suposición.
