Un estudio longitudinal de la Universidad Northwestern de EE UU muestra, tras 25 años de investigación, que algunas personas mayores mantienen una memoria equivalente a la de individuos de 50 años, gracias a cerebros resistentes y a estilos de vida marcados por la sociabilidad.
Una investigación sugiere que el período pandémico pudo haber acelerado el envejecimiento del cerebro en aproximadamente 5,5 meses. Este deterioro anticipado podría deberse al aislamiento social y la soledad, factores que contribuyen a cambios estructurales en el cerebro.
Un estudio redefine la vejez saludable como un proceso en el que intervienen el medioambiente y el contexto sociopolítico de las personas, no solo su estado físico. Con ello, los investigadores piden que las estrategias de salud pública aborden más allá del estilo de vida y que valoren otros campos, como la desigualdad social.
Gracias a su biología, estos animales casi no enferman de cáncer, por lo que pueden ser modelos prometedores para observar cómo envejecer de una forma saludable. Un estudio revela que en los pocos casos donde aparecieron tumores nunca se propagaron.
Los niveles de taurina en sangre no disminuyen con la edad, según un estudio publicado en Science que contradice investigaciones previas y cuestiona su uso como suplemento antienvejecimiento. Los nuevos datos apuntan a que esta variación responde más a factores individuales como la genética, la dieta o el entorno.
Investigadores de Singapur han analizado imágenes de resonancia magnética y han detectado una pérdida de conectividad en las áreas del cerebro relacionadas con la sociabilidad.
Un estudio con participación española identifica una serie de huellas en el código genético que tienen relación con el envejecimiento sanguíneo en personas de más de 50 años. Este hallazgo allana el camino para detectar enfermedades producidas por la vejez y el desarrollo de nuevas terapias para retrasar el envejecimiento en humanos.
Una alimentación rica en carbohidratos complejos y fibra se asocia con una mejor calidad de vida a largo plazo en las mujeres. Estos nutrientes contribuyen a mantener la salud física y cognitiva, y ayudan a prevenir enfermedades crónicas.
Un estudio internacional demuestra en ratones que aumentar los niveles de esta proteína incrementa la longevidad entre un 15 % y 20 % y mejora las condiciones físicas y mentales en la vejez.
Alistair McGuire, economista del University College London, investiga cómo sociedades cada vez más envejecidas pueden seguir financiando adecuadamente sus sistemas de salud.