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Con el nuevo Plan Nacional de I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación), el Ministerio de Ciencia e Investigación tratará de alcanzar en 2011 el 2,2% del gasto en I+D sobre el Producto Interior Bruto. Un 60% de este gasto debería ser ejecutado por el sector empresarial, según ha explicado esta mañana en el Senado la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadistica (INE) indican que en 2006 el gasto en I+D alcanzó el 1,2% del PIB y el sector empresarial ejecutó el 55,5% del gasto total.
La ministra ha recordado durante su primera intervención en la Cámara Alta, donde ha respondido a las preguntas de los senadores, que la Administración General del Estado ha destinado 47.745 millones de euros a este Plan, y ha destacado el hecho de que en su diseño hayan participado todos los actores clave del sistema formado por la ciencia, el sector tecnológico y las empresas.
Garmendia también ha explicado el cambio de estructura de este Plan, que ha permitido su evolución hacia un modelo centrado en los instrumentos y alineado con los objetivos estratégicos de la Estrategia Nacional de Ciencia y Tecnología (ENCYT).
Otro de los puntos destacados por la titular de Ciencia e Innovación ha sido la reducción del número de instrumentos y convocatorias -que se han agrupado para evitar la duplicidad de solicitudes y evaluaciones-, además de señalar que las líneas instrumentales de actuación se han publicado en una única orden de bases, y que durante el primer semestre del año se han convocado 10 de los 13 programas nacionales con los que cuenta el Plan.
"La nueva estructura del Ministerio de Ciencia e Innovación redundará todavía en una mejor gestión del nuevo Plan Nacional, estableciendo una división más clara entre el diseño y la financiación de programas, por una parte, y su gestión, por otra”, ha explicado la ministra en referencia a cómo afectará la remodelación ministerial al Plan Nacional de I+D+i.
La nueva institución fomentará y coordinará el uso de la evidencia empírica y el conocimiento científico para mejorar la toma de decisiones y el diseño de políticas públicas, según el jefe del Ejecutivo.
Los finalistas de este año están encabezados por un tipo de medicamentos inyectables prometedores para los problemas de salud asociados a la obesidad. Además, también aparecen en el ranking, el desarrollo de terapias con anticuerpos que pueden ralentizar la neurodegeneración en los enfermos de alzhéimer o el descubrimiento de fuentes naturales de hidrógeno bajo la superficie de la Tierra.
