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La capital de Hungría, Budapest, será la sede del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT, por sus siglas en inglés), gracias al acuerdo alcanzado hoy por los representantes de los gobiernos de la Unión Europea, según informa la Comisión Europea en un comunicado, donde se señala que este Instituto unificará los tres lados del “triángulo de conocimiento”: educación, investigación e innovación.
Entre las ciudades candidatas para acoger el EIT figuraba la localidad catalana de Sant Cugat del Vallés (Barcelona), que finalmente ha quedado descartada, al igual que las otras propuestas presentadas: Breslavia (Polonia), Jena (Alemania) y conjuntamente Viena (Austria) con Bratislava (República Eslovaca).
La Comisión indica que una de las tareas clave del IET será estimular la innovación europea y ayudar a hacer realidad las ideas innovadoras, “un factor crucial para afrontar los retos de la globalización”, así como contribuir a los objetivos de la Estrategia de Lisboa para aumentar el grado de desarrollo y el empleo en los países de la UE.
Las actividades de este Instituto estarán basadas en una red de excelencia formada por instituciones de enseñanza superior, organismos de investigación y empresas, coordinadas por un consejo directivo. La creación del EIT partió de una iniciativa de la Comisión Europea inspirada por su presidente, José Manuel Durao Barroso, para crear un nuevo referente mundial de innovación, en el marco del Espacio Europeo de Investigación.
Está previsto que este instituto se estructure a través de una sede central y una red de “Comunidades de Innovación y Conocimiento” (KIC, en inglés) repartida por toda la Unión Europea. El EIT tendrá un presupuesto de más de 2.000 millones de euros para los próximos seis años, financiados por aportaciones públicas y privadas. El presupuesto comunitario aportará 308,7 millones de euros para el periodo 2008-2013 para sufragar los costes de establecimiento, administración, coordinación e integración del EIT y de las KIC.
La nueva institución fomentará y coordinará el uso de la evidencia empírica y el conocimiento científico para mejorar la toma de decisiones y el diseño de políticas públicas, según el jefe del Ejecutivo.
Los finalistas de este año están encabezados por un tipo de medicamentos inyectables prometedores para los problemas de salud asociados a la obesidad. Además, también aparecen en el ranking, el desarrollo de terapias con anticuerpos que pueden ralentizar la neurodegeneración en los enfermos de alzhéimer o el descubrimiento de fuentes naturales de hidrógeno bajo la superficie de la Tierra.
