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Ante una amenaza, muchos animales reaccionan emitiendo sustancias químicas que ahuyentan a los predadores y previenen a otros del peligro, y las aves no son una excepción. Un nuevo estudio de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC demuestra por primera vez que las aves son capaces de oler la sustancia que producen sus crías ante un peligro y, por tanto, el miedo de estas en el nido.
Cuando los pollos se quedan solos en el nido están expuestos a depredadores y a una multitud de riesgos. Si se ven amenazados, los pollos de carraca europea (Coracias garrulus), una especie de ave que cría en agujeros, expulsan por la boca una sustancia anaranjada y olorosa que sus padres son capaces de identificar como una señal de algún tipo de peligro. Así lo confirma un estudio publicado en la revista Biology Letters.
“Hasta hace relativamente poco tiempo se pensaba que las aves usaban el olfato de manera anecdótica, pero actualmente, hay muchas evidencias de su uso en contextos importantes”, explica a SINC Deseada Parejo, autora principal del trabajo e investigadora en el departamento de Ecología Funcional y Evolutiva de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC.
La comunidad científica ya sabía que las aves tienen la capacidad de producir sustancias defensoras químicas al sentirse amenazadas. Sin embargo, se desconocía si estas señales de alarma podían ser identificadas por otras aves como riesgo de depredación.
Este estudio supone “la primera evidencia en aves de que una sustancia química producida en un contexto interespecífico desempeña un papel comunicativo fundamental en un escenario de comunicación entre individuos de la misma especie (comunicación padre-hijo)”, asegura Parejo. El ‘vómito’ expulsado por las crías alerta a los padres de amenazas ocurridas en el nido durante su ausencia en búsqueda de alimento.
Un experimento con carracas europeas
Para evaluar la hipótesis de que las aves ‘huelen’ el miedo sufrido por sus congéneres, el equipo de investigación realizó un experimento entre junio y julio de 2010 en nidos con pollos de carraca europea de menos de diez días de vida.
Al manipularlos, los pollos de una serie de nidos vomitaron la sustancia, que fue empleada para marcar ligeramente –se empleó un mililitro– otros nidos diferentes, en concreto nueve cajas-nido en ausencia de los padres. Otras seis cajas-nido se marcaron con esencia de limón como control oloroso no peligroso.
Al volver a los nidos, el olor del vómito fue la clave para que las carracas adultas se adentraran con mayor prudencia en sus cajas. “Efectivamente, los padres respondieron al olor del vómito siendo más cautos a la hora de acercarse a los nidos”, apunta la bióloga.
Además, las aves detectaron las pistas que sus crías les proporcionaron incluso antes de entrar en sus cajas-nido “gracias a la naturaleza volátil de las sustancias”, aclaran los autores. Ante el olor a limón, una esencia desconocida para ellas, los padres no retrasaron su vuelta al nido para alimentar a sus pollos durante el tiempo del experimento.
“La sustancia podría también tener una función defensiva –por su desagradable olor y quizás sabor– alejando así a los predadores. Esto aumentaría la supervivencia de los adultos y, por tanto, de las crías”, concluye el estudio.
Referencia bibliográfica:
Parejo, D.; Amo, L.; Rodríguez, J.; Avilés, J.M. “Rollers smell the fear of nestlings” Biology Letters 8(4): 502-504 DOI: 10.1098/rsbl.2012.0124, 23 de agosto de 2012.
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