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Un experto alerta sobre la fragilidad del patrimonio en el entorno de Guadalupe (Extremadura)

Guadalupe es mucho más que un monasterio aislado en el corazón de Las Villuercas. Según José Carlos Salcedo Hernández arquitecto, profesor de la Universidad de Extremadura (UNEX) y autor de la tesis, "el desarrollo económico de la población y la construcción de nuevos edificios de arquitectura contemporánea no pueden servir de argumentos para justificar las agresiones irreversibles producidas en el paisaje de Guadalupe”.

Vista aérea del Monasterio y alrededores. Foto: UNEX.

“No es sólo arquitectura singular o culta. Guadalupe debe ser analizado en conjunto con el territorio y su arquitectura popular, con la que forma un paisaje integrado”, aclara José Carlos Salcedo Hernández, arquitecto y profesor de la UNEX.

El autor ha centrado su investigación en analizar el entorno de Guadalupe, y especialmente lo que ha sucedido con este patrimonio durante los últimos 30 años. Salcedo expone que Guadalupe posee una gran fragilidad patrimonial debido al incumplimiento en muchos casos de las obligaciones de planificación del crecimiento urbano y de protección del patrimonio, acarreando daños irreversibles e incompatibles con un municipio que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

En esta tesis, dirigida por el catedrático Antonio Campesino, se ha puesto de manifiesto que el caso de Guadalupe, carente de un planeamiento en vigor, ha dado como resultado construcciones ilógicas, algunas con grave riesgo para la seguridad de las personas y los bienes.

El arquitecto advierte de la existencia de urbanizaciones sobre terrenos inestables y en pendiente, que, según el experto, pueden generar riesgos de deslizamientos de ladera. Señala también como desafortunada la construcción de un edificio que está obstruyendo la vaguada que dio origen al núcleo del municipio, o los obstáculos situados en el cauce del río Guadalupe, declarado “Corredor Ecológico de Biodiversidad”, y que según el experto, contiene entre otras ocupaciones, un camping en la zona inundable del río.

Este experto alerta también de una falta de relación armónica entre los elementos patrimoniales del conjunto histórico. El arquitecto califica de desafortunadas las nuevas zonas urbanas que se han construido en el municipio y cree que se han llevado a cabo procesos anárquicos de expansión sin control y sin respeto al soporte territorial que lo envuelve. “El desarrollo económico de la población y la construcción de nuevos edificios de arquitectura contemporánea, no pueden servir de argumentos para justificar las agresiones irreversibles producidas al paisaje de Guadalupe”, aclara.

Guadalupe no es sólo un monasterio

Dejando a un lado la fragilidad patrimonial a la que hace referencia el autor, el arquitecto ha querido también centrar su investigación en analizar y dar a conocer el resto del patrimonio histórico que rodea al Monasterio y que, según el autor, es ignorado por muchos visitantes.

En sus distintas épocas, sobre todo bajo el control del municipio por los jerónimos, el Monasterio, además de desempeñar su función religiosa, se conformó como una gran empresa multifuncional dedicada a la agricultura, ganadería, cirugía, farmacia, educación o atención a las necesidades de los peregrinos que llegaban hasta allí.

Toda esta actividad ha legado un gran número de realizaciones arquitectónicas prácticamente desconocidas, pero que el autor ha detallado, como pueden ser las Pueblas de Guadalupe (Baja y Alta); los hospitales de San Juan Bautista, de la Pasión o de Mujeres, en los que se practicaron los más asombrosos avances de la medicina en el siglo XV protagonizados por los frailes del Monasterio; las Granjas de Mirabel y de Valdefuentes, o los molinos del río Guadalupe y el humilladero de la Santa Cruz, entre otros muchos patrimonios destacados que rodean el Monasterio.

Salcedo define por tanto el Monasterio como una pieza importante, pero no la única de Guadalupe y hace hincapié en que su paisaje, representado por los valores patrimoniales naturales, artísticos y culturales convierten a Guadalupe en seña de identidad de Extremadura e Iberoamérica, por lo que su memoria histórica debería haberse conservado sin alteraciones.

Fuente: Universidad de Extremadura
Derechos: Creative Commons
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