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El Banco de España ha presentado hoy el informe Los efectos de la temporalidad de los contratos laborales sobre la formación de nuevos hogares, según el cuál el cambio de un contrato temporal a otro indefinido en las personas jóvenes tiene un efecto "muy limitado" para emanciparse.
En el informe, el Banco de España rechaza que el aumento de la temporalidad laboral entre las personas entre 18 y 34 años sea un factor determinante en el retraso de la edad para formar un nuevo hogar, que era más baja que el resto de países de la UE hasta 1984, cuando se liberalizaron este tipo de contratos. En la actualidad, la edad de emancipación en España es más alta que en Alemania, Reino Unido o Francia.
El precio de la vivienda y la tendencia a la compra son los factores más importantes, según el documento, que además describe el mercado español del alquiler como “escaso”, y destaca la búsqueda de trabajo de las personas jóvenes en áreas geográficas limitadas, así como el retraso de la edad a la hora de tener el primer hijo.
El informe señala también que la coincidencia entre la tasa de temporalidad y la de formación de nuevo hogar ha llevado a muchos analistas a establecer una relación causal entre ambas, pero en realidad, la primera tiene un efecto "muy limitado" sobre la segunda.
No obstante, el aumento de tiene más efecto en cuanto a la "forma" del nuevo hogar, ya que el contrato indefinido estimula más la compra de la primera vivienda que el alquiler, aunque el Banco de España reconoce que para confirmar esta hipótesis deberá elaborar un estudio más detallado.
Un equipo de investigadores del Instituto INGENIO (CSIC-UPV) y la Universidad de Oslo han analizado un total de 103 regiones europeas y ha concluido que aunque en general la desigualdad parece disminuir al aumentar las habilidades digitales de la población, si se analiza por grupos concretos, esta disminución solo se da entre las clases media y alta.
El crecimiento económico suele considerarse una forma segura de aumentar el bienestar de las personas en los países menos desarrollados. Sin embargo, un estudio dirigido por la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad McGill de Canadá sugiere que existen buenas razones para cuestionar esta suposición.
