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La Organización Mundial del Comercio ha perdido la oportunidad de tomarse en serio la salud global y asegurar su sostenibilidad. Un sistema sanitario mundial dependiente de unas pocas grandes empresas farmacéuticas en los países desarrollados no está a la altura de los retos que afrontamos desde hace dos años y a los que nos enfrentaremos de nuevo.
Los estados miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) han estado dos años negociando. Estaba en juego nada menos que el acceso mundial a los productos médicos contra la covid-19, no solo vacunas, sino también medicamentos y test. Un problema mundial que solo podía resolverse globalmente, todos estaban de acuerdo.
El acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) no tiene el efecto que podría y debería tener y es un peligroso ejemplo para futuras pandemias
El resultado de las negociaciones suele celebrarse como un éxito, pero en el caso de la decisión del pasado 24 de junio la celebración estaría totalmente fuera de lugar, ya que el acuerdo que se alcanzó sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) no tiene el efecto que podría y debería tener y es un peligroso ejemplo para futuras pandemias.
Por muy prometedoras que fueran las declaraciones de solidaridad al principio de la pandemia, cuando se trató de poner en marcha iniciativas como COVAX o la propuesta de exención de los ADPIC, fueron precisamente los países desarrollados los que las bloquearon e impidieron. Colectivamente, parece que no hemos aprendido nada de la pandemia del VIH/sida.
Por desgracia, se ha perdido la oportunidad de tomarse en serio la salud global y asegurar su sostenibilidad. Un sistema sanitario mundial dependiente de unas pocas grandes empresas farmacéuticas en los países desarrollados no está a la altura de los retos que afrontamos desde hace dos años y a los que nos enfrentaremos de nuevo. Sin embargo, nuestros responsables políticos han dejado esos pasos necesarios para cambiarlo a las generaciones venideras.
Cuando se trató de poner en marcha iniciativas como COVAX o la propuesta de exención de los ADPIC, fueron precisamente los países desarrollados los que las bloquearon e impidieron
La solicitud que Sudáfrica e India presentaron a la OMC en octubre de 2020, combinada con la rápida transferencia de tecnología y la ampliación de la capacidad de producción, podría haber salvado muchas vidas.
En cambio, la decisión que se ha tomado se desvía del objetivo real de la solicitud de exención de los ADPIC hasta tal punto que ya no se puede hablar de una medida eficaz para el control de la pandemia. Estas son las principales críticas:
Así, esta decisión no ayuda a contener la pandemia. Además, con la producción actual en el sur global, ata las manos de quienes ahora podrían ayudar a más personas a acceder a los productos de covid-19 de forma más rápida y barata.
Esta decisión no contribuirá significativamente, si es que lo hace, a una distribución y acceso más equitativos a las vacunas. Pero es que además solo se podrían producir vacunas –si las respectivas negociaciones de licencias obligatorias resultan positivas–, pero en la actualidad se necesitan urgentemente medicamentos.
Esta decisión consolida los defectos del propio sistema y esto es especialmente peligroso en vista de las pandemias que se avecinan.
El resultado y, sobre todo, el papel de los gobiernos europeos es descorazonador porque, en lugar de ponerse pragmática y valientemente del lado de los más de 100 países que apoyaron una propuesta concreta para la contención rápida y global de la pandemia con la exención de los ADPIC, Europa bloqueó, retrasó e influyó negativamente en las negociaciones.
Durante décadas, hemos observado cómo nuestros pacientes a menudo no pueden ser tratados adecuadamente porque, o bien faltan medicamentos modernos y eficaces, como en el campo de la tuberculosis y las mordeduras de serpiente, o bien los altos precios hacen que los medicamentos sean inasequibles, como en el campo de los nuevos medicamentos para el VIH y la hepatitis. Esto se debe a que el sistema de investigación médica no está orientado a las necesidades sanitarias, sino a las oportunidades de lucro. Este error sistémico se vuelve contra nosotros especialmente durante las pandemias.
Aquellos que se preguntan por qué en Médicos Sin Fronteras nos preocupamos por el derecho comercial internacional, como los ADPIC, ahora pueden entenderlo: nos vemos obligado a hacerlo. Por sí solos, los gobiernos de los países desarrollados no crearán un sistema de salud global sostenible y adecuado a las necesidades de todos.
Melissa Scharwey es especialista en acceso a medicamentos en Médicos Sin Fronteras en Berlín.