¿Árbol natural o artificial? Y otros consejos para celebrar unas Navidades verdes

Las fiestas navideñas tienen un significado distinto para unas y otras personas, pero son pocos quienes se resisten a celebrarlas con algo de decoración, regalos y reuniones familiares animadas por grandes comilonas. Son fechas de excesos, pero incluso en estos momentos puede buscarse la forma de minimizar su impacto ambiental.

Arbol de Navidad
¿Árbol natural o artificial? Cada opción tiene sus pros y sus contras, y la clave está en los detalles. / Piqsels

La sostenibilidad es un criterio cada vez más presente en todos los ámbitos de la vida humana, y la reducción del impacto ambiental y de la huella de carbono guía las decisiones de millones de consumidores con conciencia ecológica. En Navidad no debemos bajar la guardia: desde el árbol a los regalos o las comidas, hay maneras de limitar la presión que nuestras actividades ejercen sobre el medio ambiente. He aquí algunas pistas para celebrar unas Navidades más verdes.

El árbol es posiblemente el ornamento navideño más universal. Existe en dos versiones, natural y artificial, cada una con sus partidarios y sus razones para elegirla. En cuestión de impacto ecológico y sostenibilidad, podría pensarse que un abeto real es preferible, un ser vivo sin el coste ambiental de una fabricación industrial. Pero a favor del árbol artificial puede alegarse que se reutiliza año tras año, evitando cada Navidad la destrucción de un abeto. Lo cierto es que cada opción tiene sus pros y contras, y en los detalles está la clave.

Los primeros árboles artificiales estaban confeccionados con plumas de ganso teñidas de verde y adosadas a ramas de alambre alrededor de un poste de madera

Los árboles de Navidad como hoy los conocemos comenzaron a decorar los hogares alemanes en el siglo XVI. En el mismo país aparecieron a finales del XIX los primeros árboles artificiales, precisamente por motivos ecológicos, como una alternativa para evitar la deforestación. Estaban confeccionados con plumas de ganso teñidas de verde y adosadas a ramas de alambre que se disponían alrededor de un poste de madera. Estos árboles se extendieron a otros países y han seguido fabricándose de forma artesanal.

¿Árbol natural o artificial?

En tiempos modernos, los árboles artificiales se fabrican con plásticos, derivados del petróleo. Según explica a SINC Curtis VanderSchaaf, profesor de ciencias forestales de la Universidad Estatal de Misisipi (EE UU) y experto en el impacto ecológico de los árboles de Navidad, antes se elaboraban con hojas planas y finas de policloruro de vinilo (PVC), con una consistencia como el papel, enrolladas en ramas de alambre.

Los árboles más antiguos son una fuente contaminante cuando el PVC envejece y desprende plomo

Al uso de combustibles fósiles en su fabricación y transporte se añade que los árboles de Navidad no se reciclan, pese a que el PVC es reciclable. Además, tradicionalmente a este plástico se le añadía plomo como estabilizante; hoy se emplea estaño en su lugar, pero los árboles más antiguos son una fuente contaminante cuando el PVC envejece y desprende plomo.

Hoy se utiliza cada vez más el polietileno (PE) para fabricar árboles con un follaje moldeado en 3D, cuenta VanderSchaaf. "Usan más material, por lo que cuestan más", dice. "Muchos árboles utilizan una combinación de los dos: el follaje de PVC reduce costes y se usa como relleno, mientras que el de PE da un aspecto más realista". En cuanto a su huella de carbono, el experto apunta que podría ser menor en el caso del PE, que además puede ofrecer una mayor duración. Algunos fabricantes emplean materiales reciclados, al menos en parte.

Cómo reducir el impacto de un árbol real

En cuanto a los árboles naturales, generalmente se crían en viveros, por lo que su venta no conlleva deforestación. Los árboles vivos secuestran dióxido de carbono (CO2) y generan oxígeno, almacenando el carbono en el crecimiento de su materia vegetal y cumpliendo así una función ecológica. Pero los expertos señalan que también los árboles naturales incurren en un coste ecológico durante su producción —que incluye el consumo de combustibles fósiles por la maquinaria y posiblemente el uso de fertilizantes y pesticidas— y su transporte.

Lo peor es que un árbol real acabe en un vertedero, ya que su descomposición reintegra el carbono en forma de metano, con efecto invernadero más potente que el CO2

Aunque el coste ambiental del transporte transoceánico desde China de un árbol artificial pueda parecer grande, en realidad el impacto unitario es muy pequeño. Y en cambio, según una estimación del profesor de horticultura y ciencias forestales Bert Cregg, de la Universidad Estatal de Michigan, conducir 16 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta en un coche con motor de combustión para comprar un abeto natural produce más emisiones que la cantidad de carbono capturada en el árbol, anulando así su beneficio ecológico.

A diferencia del árbol artificial, los naturales suelen utilizarse una sola vez. Y según VanderSchaaf, si tuviéramos que quedarnos solo con un aspecto de su impacto ecológico, "sería cómo el árbol se desecha o, mejor aún, esperemos, cómo se recicla". Si se quema, su contenido en carbono se devuelve íntegro a la atmósfera, por lo que no hay perjuicio ni ganancia. Lo peor es que acabe en un vertedero, ya que su descomposición en ausencia de oxígeno reintegra el carbono en forma de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2.

Para minimizar el impacto del abeto natural, comprar un árbol de cultivo orgánico y sin pesticidas

Curtis VanderSchaaf, Universidad Estatal de Misisipi

Para minimizar el impacto del abeto natural, VanderSchaaf recomienda "comprar un árbol de cultivo orgánico y sin pesticidas". Un árbol crecido en maceta vivirá mientras se cuide y finalmente podrá plantarse en el suelo, mientras que un abeto cultivado en la tierra y trasplantado a un tiesto, incluso con raíces, tiene una peor supervivencia. Los árboles muertos deben compostarse o triturarse para producir mantillo y devolver el carbono al suelo. Según la consultora Carbon Trust, esparcir los restos de un árbol triturado reduce su huella de carbono hasta un 80 %.

¿Cuántos años debe reutilizarse un árbol artificial?

"La manera número uno de reducir emisiones si compras un árbol artificial es reutilizarlo durante años", señala VanderSchaaf. Así, en el balance del impacto de ambos tipos de árboles es esencial saber cuántos años debe reutilizarse el artificial para alzarse como la opción más ventajosa. "Las estimaciones varían desde solo cuatro años, a de cinco a nueve, 10 años y hasta 20", resume el experto.

A partir de 4,7 años, el árbol artificial genera una huella ecológica menor que 4,7 abetos naturales

Un análisis del ciclo de vida encargado en 2018 a la consultora de sostenibilidad WAP por la Asociación Estadounidense de Árboles de Navidad (ACTA, por sus siglas en inglés; que agrupa a los productores de árboles artificiales en EE UU) concluía que “los árboles artificiales tienen un efecto más favorable en el medio ambiente si se reutilizan al menos cinco años”: a partir de 4,7 años, el árbol artificial genera una huella ecológica menor que 4,7 abetos naturales.

Pero este informe no contemplaba la gran cantidad de carbono almacenada en las raíces, que permanecen en la tierra después de cortar el árbol. Otro estudio de la consultora Ellipsos calculaba que, incluso con seis años de uso, el árbol artificial triplica el impacto del abeto natural sobre el cambio climático y los recursos, y solo es preferible si se reutiliza más de 20 añosEl Carbon Trust indica que, dependiendo del peso y los materiales, el árbol artificial debe reutilizarse entre 7 y 20 años para generar menos emisiones que comprar un abeto natural cada año.

Una pregunta más útil es: ¿cómo encuentro el ejemplar más sostenible del tipo de árbol que quiero?

Curtis VanderSchaaf, Universidad Estatal de Misisipi

Finalmente, también en el caso del árbol artificial su destino final es relevante: si se arroja a la basura, acabará en un vertedero. VanderSchaaf apunta que un árbol viejo puede donarse, revenderse o reutilizarse por partes como decoración. Como mensaje final, el experto concluye que la pregunta no es qué tipo de árbol; "una pregunta más útil es: ¿cómo encuentro el ejemplar más sostenible del tipo de árbol que quiero?"

Comidas, regalos, viajes…

Aunque lo anterior puede servir de guía a los consumidores ambientalmente responsables, VanderSchaaf apunta que “en el esquema general de las vacaciones, con la gente viajando y comprando y devolviendo regalos por correo, la huella de carbono de tu árbol de Navidad es una preocupación menor”; un solo vuelo de ida y vuelta de costa a costa de EE UU genera más de 30 veces las emisiones totales de un árbol artificial. Cregg coincide: “La conclusión es que tanto el árbol real como el artificial tienen impactos ambientales insignificantes”.

La conclusión es que tanto el árbol real como el artificial tienen impactos ambientales insignificantes

Bert Cregg, Universidad Estatal de Michigan

El impacto del árbol se suma a otros que abultan la factura ambiental de las Navidades: viajes, iluminación y otras decoraciones, comidas, regalos… Es posible moderar la huella ecológica sin renunciar a las celebraciones. La mayoría de los consejos, como los del Carbon Trust, son bastante obvios, como utilizar iluminación LED, reciclar, consumir solo lo necesario, limitar los envoltorios y el plástico, y comprar en comercios de proximidad o por internet para reducir el transporte. Regalar experiencias en lugar de objetos ahorra emisiones de fabricación.

Los alimentos vegetales tienen una huella de carbono muy inferior a las carnes, y entre estas es menor la del pavo que la de las carnes rojas

En cuanto a las comidas, los alimentos vegetales tienen una huella de carbono muy inferior a las carnes, y entre estas es menor la del pavo que la de las carnes rojas. Deberíamos evitar preparar kilos de comida que corren el riesgo de acabar en la basura. Pero dado que a veces es difícil calcular las cantidades, el Carbon Trust ofrece un consejo útil: dejar que cada comensal se sirva su propia ración de la fuente. La comida que se deja en el plato es basura, pero la que se deja en la fuente son sobras que se aprovecharán otro día.

Fuente:
SINC
Derechos: Creative Commons
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