En 1567 partió desde El Callao una expedición al mando de Álvaro de Mendaña, con los capitanes Pedro Sarmiento de Gamboa y Pedro de Ortega. El objetivo era hallar la fabulosa tierra de Ofir de la que hablaban las leyendas incas y donde se suponía estaban las minas del Rey Salomón. Encontraron unas islas y las bautizaron como ese rey, pero ni rastro del oro.
En una segunda travesía a este archipiélago, donde de camino también descubrieron las Islas Marquesas –nombradas por el marqués de Cañete, virrey de Perú–, Mendaña murió de malaria. Pero antes nombró a su mujer, la gallega Isabel Barreto de Castro, gobernadora de aquellas tierras, y que además quedó al mando de la expedición. Es la primera y única mujer que ostentó el cargo de almirante en la historia de la navegación española, liderando en 1595 la más larga expedición por el Pacífico hasta entonces.
Según algunas crónicas, no le tembló el pulso para ajusticiar a varios marineros que contravinieron sus órdenes. Tampoco tardo mucho en casarse con un general. Barreto fue una de las mujeres que protagonizó la exposición No fueron solos organizada por la Armada y el Museo Naval.
Otro de los navegantes de aquel viaje, Pedro de Ortega, bautizó a la mayor de las islas de las Salomón con el nombre de su pueblo natal: Guadalcanal, en la frontera entre Sevilla y Badajoz. Nada hacía presagiar que siglos más tarde se convertiría en el escenario de la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico.