La exposición repetida a olas de calor no solo aumenta la mortalidad a corto plazo, también acelera el envejecimiento biológico. Un nuevo estudio advierte de que sus efectos pueden acumularse y acompañarnos toda la vida, y los más afectados son los trabajadores manuales, las personas que viven en zonas rurales y quienes no disponen de aire acondicionado en sus hogares.
¿Es necesario tomar ocho vasos de agua al día? ¿Debemos evitar beberla fría cuando estamos muy acalorados? ¿En qué casos son preferibles las bebidas isotónicas? Reponer los líquidos que perdemos es más importante que nunca cuando el calor aprieta, pero entre mitos y mensajes publicitarios es difícil saber cuáles son los consejos con verdadero fundamento científico.
Un informe de esta organización sanitaria revela que siete de cada diez trabajadores se exponen a temperaturas altas en sus ocupaciones y que cada año hay cerca de 23 millones de lesiones laborales en el mundo debido al estrés térmico. Los especialistas consideran que es el momento de crear soluciones que tengan en cuenta la meteorología local, profesiones específicas y la vulnerabilidad de los empleados.
Millones de personas no pueden permitirse la calefacción en invierno. Lejos de aliviar esta situación, el calentamiento global la agrava también en el periodo estival, cuando el acceso al aire acondicionado se vuelve vital frente a olas de calor cada vez más intensas y frecuentes, con un impacto creciente sobre los hogares más vulnerables.
Un estudio internacional señala que los planes urbanos frente al aumento de las temperaturas son insuficientes y no contemplan las necesidades de la población de edad más avanzada. En Madrid, un 89 % de los encuestados de este grupo vulnerable al calor afirmó que el cambio climático afecta a su vida diaria, especialmente las mujeres.
Investigadores de la Universidad de Texas en Austin han desarrollado un dispositivo no invasivo que mide los niveles de agua en los tejidos del cuerpo sin necesidad de análisis de sangre ni orina. Funciona mediante una leve corriente eléctrica y transmite los datos a una app. El equipo trabaja ya en versiones más cómodas, como tatuajes electrónicos o sensores que recojan el sudor.
El Instituto Carlos III ha registrado más de mil fallecimientos causados por las olas de calor entre el 15 de mayo hasta el 13 de julio de 2025, mientras que el año pasado se produjeron 114 muertes en estas mismas fechas. Estas cifras representan un aumento de la mortalidad del 1 035 %.
Un informe inglés estima que la razón del fallecimiento de 394 personas en las dos grandes urbes españolas durante la última semana de junio pudo ser consecuencia de la emergencia climática. Otras ciudades europeas también se vieron afectadas por el mismo fenómeno, que ya es responsable del 65 % de exceso de muertes.
El verano pasado fue el sexto más letal desde 2015, con 2 020 muertes vinculadas a las altas temperaturas, según el Ministerio de Sanidad. El 90 % de los fallecidos tenía más de 75 años y más del 60 % murió en agosto.
Las nuevas generaciones vivirán al menos el doble de olas de calor que sus abuelos. Expertos y proyectos europeos apuestan por renaturalizar entornos escolares para adaptarlos al cambio climático.